sábado, 11 de julio de 2009

Memín Pinguín #59-63

El señor Vargas sufre un accidente que lo pone en peligrar de perder una pierna. Para evitarlo, Ernestillo, en compañía de Memín, busca desesperado la ayuda de un medico especialista.

Después de su primera (y última) excursión de boy scouts, Ernestillo vuelve a casa, sólo para descubrir que su padre no se encuentra, y que el estado de la casa indica que no estuvo ahí por varios días. Una vecina le hace saber que su padre se había ido con uno de sus amigos alcohólicos, y desde entonces no ha regresado. Ernestillo comprende que su padre volvió al vicio y le pasó algo. Busca más pistas con otro vecino, el cual aparenta no saber nada, dándole únicamente el nombre del que lo vio por ultima vez, pero cuando el chico se ha ido, da a entender que sabia lo que pasó, mas no quiso ser portador de tan malas noticias. Ernestillo toma un taxi para ir hasta la vivienda del ebrio, dentro de una de las zonas más feas de la ciudad. Éste se encuentra en un estado paranoico, producto del alcohol y el remordimiento, desesperando a Ernestillo, pero por fin le saca que durante la parranda que tuvieron, su padre fue atropellado y llevado a la Cruz Roja. Ernestillo sale corriendo, consiguiendo que le den aventón en una camioneta tras convencer a sus ocupantes. Pronto, llega al hospital, en donde el doctor lo pone al tanto del estado delicado de su padre, insinuando la necesidad de amputarle la pierna al operarlo. Le permite verlo un momento, donde se suelta a llorar, mientras el adolorido señor Vargas pide perdón por haber faltado a su palabra y provocar esa desgracia. Amanece y Ernestillo se queda todo el tiempo fuera del Cruz Roja, hasta que sale el amable doctor, informando que su padre será trasladado a otro hospital. Ofrece llevarlo a desayunar para que recupere fuerzas. Ernestillo no tiene ánimos para comer, pero le insiste. Mientras comen, le habla sobre la fortuita convención de osteólogos que tiene lugar en la ciudad, donde reciben al doctor Varonoff, un experto en la materia que ha realizado operaciones exitosas en casos como el de su padre. Ernestillo considera el ir a consultarlo y el doctor le indica el nombre del hotel en que está hospedado.
Las madres de Memín y Ricardo los despiertan para que se apresuren a ir a la escuela (sólo a Eufrosina le cuesta trabajo). Ya en la escuela, Carlangas y Ricardo andan discutiendo con compañeros suyos que se resisten a creer sus experiencias como scouts, cuando llega Memín, aun afectado por su pesadilla de los caníbales. Los inquieta la ausencia de Ernestillo. El profesor Romero pasa lista, reparando también en su ausencia, y preguntando a sus amigos que saben al respecto. Ricardo y Carlangas admiten no saber nada, mientras Memín proceda a contar en forma desordenada los incidentes de sus aventuras, ignorando la pregunta principal. Después, el maestro les pone un examen general sorpresa de historia, para ver que tan preparados están, dándoles media hora para repasar todo antes de efectuarlo (a Memín le preocupa no saber sobre cual general será). Al salir al recreo, Trifón aborda a Memín, y sus amigos lo dejan para que lo atienda. Le hace preguntas sobre su excursión, y Memín responde a todo de mala manera. Cuando Trifón empieza a comer tortas a su lado, Memín, que no desayunó debidamente, le lanza indirectas para que le convide, y al final, consigue que le de la mitad. Una vez que ha terminado, lo deja para atender una “cita importante”, disponiéndose a jugar con sus amigos, pero ellos lo vieron todo, tomándolo por interesado y mal amigo, decidiendo aplicarle la ley del hielo por el resto del día.
Ernestillo va a ver a su padre, quien sufre terriblemente, presa de dolores externos e internos. Éste prefiere morir en la operación que volverse una carga, pero Ernestillo le pida que resista, en lo que él consigue que ese especialista lo atienda.
Al salir de clases, Carlangas y Ricardo van a la carpintería para tener razón de Ernestillo. Memín intenta unírseles, pero le recuerdan que están disgustados con él y que no lo quieren cerca. No encuentran a su amigo, imaginándose que él y su padre salieron por algún trabajo importante que les encargaron.
Memín empieza a reconocer su falta de ética, y decide ir con Ernestillo para buscar comprensión en su persona. Entra en la carpintería, justo cuando su amigo se encontraba sacando sus ahorros, para luego tenderse sobre la cama a sollozar. Memín, acomedido como siempre, se apresura a acompañarlo en su sufrimiento. Por más que le indica que se vaya, el negrito se queda a su lado, y pronto empieza a contarle sobre su predicamento, junto con la pequeña esperanza que representaría el ver a ese medico. Memín decide acompañarlo, por solidaridad de amigo (y la oportunidad de volarse las clases).
Al dar con el hotel elegante en donde se da la conferencia, se les indica que es imposible ver a los doctores, ya sea por sus ocupaciones o al reparar en sus fachas, tomándolos por vendedores callejeros. Optan por ir al salón donde Varonoff está impartiendo, esperando poder abordarlo a la salida. Cuando por fin termina la conferencia, Ernestillo vacila para hablarle al doctor, sacando fuerzas por la desesperación de ayudar a su padre. Pero el doctor apenas lo toma en cuenta, y llama a su secretaria para que lo anote para una consulta al día siguiente. Ernestillo se reúne con Memín para darle la buena noticia, aunque necesitara de 500 pesos para pagar la consulta, y sólo tiene 100 en sus ahorros. Piensa en empeñar parte de la herramienta para sacar el resto, cuando Eufrosina aparece en la calle, y se lleva a Memín por la oreja, dispuesta a castigarlo por haberla preocupado con su prolongada ausencia. Ernestillo entra con ellos a su casa, justo cuando su amigo está siendo ejecutado, y se apresura a explicar su situación. Conmovida, Eufrosina ofrece ayudarlo, dándole su dinero para la renta que completa la cantidad necesaria. Después, los ayuda a rezar a los dos, ya que no saben hacerlo bien (aunque Memín se distrae constantemente mientras están hincados). Ernestillo se queda a dormir ahí, y a la mañana siguiente, él y Memín se ponen en marcha rumbo al hotel nuevamente.
Tras enfrentarse al portero y al dependiente que no creían que de verdad fueran recibidos por Varonoff, notifican que tienen el dinero y luego son enviados a la sala de espera, donde tienen que esperar hasta que el doctor se digne a atenderlos.
A la vez que ocurre esto, en la escuela, durante el recreo, sus amigos y el profesor Romero no dejan de preguntarse el porque de su ausencia. El maestro hacer ver el pésimo resultado de Memín en la prueba, y luego se relaja cuando le cuentan sus experiencias durante la excursión pasada.
Después de pagar la cuenta de la consulta con la secretaria, Memín y Ernestillo están ante Varonoff, quien señala la fealdad del primero y espera que se apresuren a exponer la razón de su solicitud. Una vez que Ernestillo expone el caso de su padre, Varonoff se echa a reír, dejando en claro que para esa clase de operaciones, cobra más de lo que él podría pagar, a juzgar por sus ropas y que su padre anda en un hospital gratuito, además de que no se supone que esté ejerciendo ya que sólo vino como exponente a la conferencia. Memín se le pone al brinco al doctor, insultándolo, llamándolo comunista (¿sólo por ser de nacionalidad rusa tiene que ser comunista?) y exigiendo la devolución del dinero de la consulta, que no valió sí no podía ayudarlo y sólo se burló de ellos. Ernestillo derrama lágrimas de derrota y detiene a Memín para que se vayan, pero antes Varonoff llama a su secretaria para que devuelva el dinero. Se dirigen al hospital a ver al señor Vargas. Al no encontrarlo en su cama, se enteran que lo están preparando para operarlo. Ernestillo corre hacia donde lo tienen y protesta, pero los médicos no le hacen caso, alegando que no tardará en contraer la gangrena y debe resignarse. En eso, Varonoff se presenta inesperadamente, pidiendo que lo pongan al tanto del caso del señor Vargas. Ernestillo, desconcertado, le recuerda que no tiene dinero para pagar, pero el medico admite haberse ablando ante sus lagrimas, y por ello, no le cobrará nada. Memín se reúne con su amigo, contándole que fue él quien guío a Varonoff hacia allá cuando lo encontró afuera, preguntando por su padre. Esperan un buen rato, hasta que son llamados ante Varonoff y los otros doctores. El ruso explica que aplicaran un tratamiento que impedirá que le corten la pierna a su padre, sacando una sucesión de procedimientos quirúrgicos, el cual tardará alrededor de un año. Esto indica que no podrá trabajar, pero Ernestillo asegura que estará bien por su cuenta. Los demás médicos felicitan al chico porque además de todo, ha logrado que Varonoff compartiera sus conocimientos con ellos, lo que conllevará a mejoras en el servicio. Habiendo aclarado todo, Varonoff va con el señor Vargas, devolviéndole los deseos de vivir al felicitarlo por el hijo que tiene. Carlangas y Ricardo van a casa de Memín para ver porque faltó a la escuela. Eufrosina, que juró no decir nada de lo de Ernestillo, aparenta enojo y desconocimiento de que su retoño faltó a la escuela, pero ellos sacan una excusa (innecesaria) para que no sepa que mató clases. Luego, comentan en como lo castigaran por irse de pinta y preocupar a su madre, y van a la carpintería, encontrándola vacía de nueva cuenta. Mientras aplican la operación inicial, Memín y Ernestillo esperan. El negrito se pone a comer hormigas, disque por la miel que tienen dentro, hasta que su amigo le recuerda que también tiene veneno (escena que no viene al caso y no entiendo porque alguien de su edad andaría comiendo esa clase de insectos a conciencia por más hambre que tuviera, pero en fin). Al terminar la operación, van a verlo, optimistas porque salió muy bien y no perderá la pierna. Para celebrar su proeza, Ernestillo invita a Memín a comer, y luego compra unas flores para agradecer a Eufrosina por su apoyo. Ella asegura que no hizo falta y todo fue por la gracia divina, lo que hace que Ernestillo se comprometa a hacer su primera comunión en cuanto su padre salga del hospital, y lo mismo va para Memín. Ernestillo también se preocupa por conseguir un trabajo y dejar la escuela, ya que es necesario para pagar la renta de la carpintería o la perderán, pero eso ya lo consultará con el profesor Romero. Al día siguiente, Memín asiste a la escuela, sintiéndose el muy importante por haber estado con Ernestillo mientras los demás no saben nada, recordándoles que lo tienen “cortado”. Carlangas y Ricardo no soportan su actitud, pero no pueden sacarle ni una palabra, hasta que se lo hacen saber al maestro, que al llegar el recreo, exige a Memín decir todo lo que sepa. Contando con un exceso de lujos y detalles, Memín consigue decirles todo, y satisfecho, el profesor le hace admitir que estuvo mal por lo de Trifón, para que después se reconcilie con sus amigos, que finalmente lo perdonan.

Habiendo pasado por otro tipo de drama familiar cuyas consecuencias tendrán seguimiento en varios números siguientes, otra parte de la historia concluye.

1 comentario:

  1. Como son exagerados en Memin con las cirugías. Primero Carlos pensando que su mamá se iba a morir cuando la operaran de un balazo en el hombro. Y ahora el papá de Ernestillo pensando (y deseando) que moriria porque le amputaran la pierna.

    Comprendí que todo proceso quirúrgico conlleva riesgos, pero no asi de extremos y menos para procedimientos tan simples (la gente en la antigüedad se sacaba balas con cuchillos, y se amputaba miembros con cerrucho y cauterizaba con metal caliente y nadie se moria... de manera inmediata. En un futuro cercano por infección es tema aparte, pero en un hospital no estaba ese riesgo).

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