miércoles, 29 de julio de 2009

Memín Pinguín #151-156

Memín y sus amigos se ven metidos en un embrollo cuando el padre de Ernestillo cae en las manos de una banda de criminales con quienes Fernando estaba involucrado. La operación de rescate resulta muy peligrosa. Una vez librada, un reencuentro del destino tiene lugar para volver a colocar luz en la vida del antiguo pintor.

Después de haber pasado el tiempo sin saber de Fernando, los cuatro se preguntan que le pasó, para luego entusiasmarse por una fiesta de disfraces en la noche a la que planean asistir. Ernestillo no podrá, ya que debe ayudar a su padre. Al volver a la carpintería, éste lo espera con impaciencia para que haga un trabajo por encargo. La da la dirección a la que tiene que ir, que después de muchas averiguaciones, lleva a Ernestillo a una zona de muy mal aspecto donde sólo vive gente de baja calaña. En una tétrica vivienda, lo invitan a pasar para que trabaje, dejándole una lámpara de petróleo, ya que no tienen luz eléctrica. Una vez que se pone a trabajar, no tarda en apagarse la lámpara. Va a buscar al hombre que lo recibió para que le de otra, y acaba escuchando una conversación entre un grupo de sujetos, que resultan criminales planeando asaltar un banco.

Es descubierto y amenazado, pero él alega no haber oído nada y que venia sólo por otra lámpara. Entre esos hombres, descubre a Fernando, que con gestos le indica no decir nada que lo relacione con él. Cuando lo dejan volver a su trabajo, Fernando lo aborda con discreción, advirtiéndole que no muestre conocerlo o seguro lo matarán. Lo apremia a que termine lo suyo, negándose a dar explicaciones sobre su proceder al unirse a los maleantes. Ernestillo se da prisa y consigue que lo dejen ir, prometiendo olvidar cualquier cosa que hubiera escuchado. Pero antes de irse, descubre unos planos del banco que asaltarán, y temiendo que Fernando se comprometa, cree que prevendrá llevándoselos para que no se realice el arriesgado atraco.
Ernestillo recurre a sus amigos para conseguir algo de apoyo. En casa de Ricardo, tras pasar por los perros que tardan en reconocerlo, Mercedes le recuerda que él está en la fiesta. Pasa por la casa de Memín, y lo encuentra sentado en la banqueta, con su traje de indio piel roja, disque aplicándole la ley del hielo a Eufrosina, quedándose afuera porque ella lo castigó no dejándole ir a la fiesta, porque se comió un pastel. Al contarle lo que vio, Memín no quiere ayudar al “traidor” de Fernando, pero Ernestillo está seguro que fue la necesidad lo que lo llevó con los bandidos y aun es el amigo confiable que apoyaban. El negrito se convence y lo acompaña, pero cuando ven a lo lejos la carpintería, observan a los maleantes, sacando a rastras al señor Vargas y metiéndolo en un auto. Ernestillo se dacuenta de su torpeza por olvidar que los ladrones sabían su dirección y al no encontrar los planos, optaron por secuestrar a su padre. Ahora, con más razón deben hacer algo, aunque a Memín le da miedo, pero basta con llamarlo cobarde para que se comprometa, y así se dirigen rumbo a la oscura residencia. A través de una ventana con vidrio roto, consiguen entrar, adentrándose en un área donde los malandrines guardan estatuas que han robado. Memín tumba una sin querer, poniéndolos sobre aviso. Ellos bajan, pescando a Ernestillo, asegurándose de que ha venido solo. Quedándose inmóvil en posición de estatua, Memín logra que lo tomen por tal, y así sólo se llevan a Ernestillo. En cuanto se van, aprovecha para esfumarse. A Ernestillo exigen que les diga donde están los planos que tomó, pero él se niega si no le dejan ver a su padre. El jefe de la banda empieza a agredirlo a golpes para que hable, que es más de lo que Fernando puede soportar, saliendo en la defensa del chico. Los dos acaban siendo atacados por igual por los criminales, y los dejan amarrados. A Ernestillo no le queda de otra más que confesar que tiene los planos dentro del calcetín.
Memín va hasta donde dan la fiesta de disfraces, buscando a sus amigos para que le ayuden a salvarlos a todos. Encuentra a los dos tratando de ligar con unas niñas, luciendo sus disfraces, Carlangas de pirata y Ricardo de Luis XVI, pero en cuanto les dice del peligro que corren Fernando, Ernestillo y el señor Vargas, abandonan y salen en su auxilio. En el camino, encuentran a Eufrosina, que anda furiosa, buscando a Memín. No está de humor para oír explicaciones y se lo lleva a rastras, pero él la distrae y echa a correr, siguiendo con sus amigos. Fernando y Ernestillo han sido dejados amarrados, mientras los criminales se disponer a cometer el atraco. Memín guía a Ricardo y a Carlangas por el lugar en el que se introdujo, y pronto hace su entrada triunfal ante los dos prisioneros. Una vez que los desamarran, recorren la casa, logrando dar con el señor Vargas, que también dejaron atado. Éste se muestra confundido una vez que lo liberan, reconociendo a Fernando como el hombre que lo amarró, pero no tienen tiempo de darle explicaciones. Fernando les indica que se marchen cuanto antes, necio en quedarse ahí y que lo maten los bandidos al volver, valorando su vida tan poco. Memín toma un jarrón, rompiéndoselo en la cabeza para dormirlo, obligándolo a que venga con ellos. Divisa un auto ultimo modelo con las lleves puestas, robado por los criminales, y sugiera sus amigos utilizarlo para emprender la huida rápidamente. A ellos no les parece, pero reconociendo el peligro que corren, se apresuran a abordarlo, llevando a Fernando y al señor Vargas. Carlangas dice haber aprendido a conducir por instrucción del chofer cuando vivía con su padre (¿Cuál chofer? Si todo el tiempo se veía que el ingeniero Arozamena conducía su propio auto, nunca salio con que tenían un chofer). Ese auto resulta ser diferente al que le tocó, por lo que se vuelve difícil maniobrar, y acaban poniéndose en peligro de chocar. Fernando reacciona a tiempo para advertir a Carlangas y tomar el volante. Al caer en la cuenta de que el auto es robado, no tardan en ser perseguidos por la policía, que precisamente estaba buscando el vehiculo. Esto les complica las cosas, iniciando una persecución, pero al final, logran burlar a la patrulla, llegando a la carpintería. Una vez dentro, el señor vargas exige una explicación, pero pasan al tema del robo al banco. Ernestillo sugiere llamar a la policía, y Fernando concuerda, advirtiendo que lo hagan anónimamente. Él mismo va a efectuar la llamada desde un telefono público y Ricardo lo acompaña. Así, la policía es advertida a tiempo, tomando manos en el asunto pese a contar con la posibilidad de que sea una broma (las fuentes anónimas no son confiables a veces), logrando interceptar las entradas y salidas de los ladrones, obligándolos a rendirse. Fernando va a dejar el coche robado lo más lejos posible, para que sea recuperado, dando su palabra de honor a Ricardo de que volverá con ellos. Habiendo cumplido su cometido, se da tiempo de pasar a ver la captura de los ladrones, y luego regresa a la carpintería. Memín y sus amigos le cuentan al señor Vargas toda la historia de Fernando, logrando que se compadezca de él y le ofrezca un lugar en su casa para ayudarlo. Fernando no cree merecerlo cuando se lo proponen, pero ante tanta bondad termina por aceptar. Hasta entonces, se percatan de lo tarde que es y los problemas que tendrán con sus padres (menos Ernestillo, claro). Dudan sobre decir la verdad, pero Ernestillo opina que es lo más recomendable. Esto demuestra ser una mala idea.
Memín encuentra a Eufrosina, que ha caído dormida mientras lo esperaba, sosteniendo la tabla con clavo. La despierta, listo para que le de su paliza, pero ella le pide primero una explicación para que no la tome por una bruta que castiga sin preguntar (¿y que más ha demostrado ser si no la mayoria de las veces?). Memín le cuenta como estuvo la cosa, y ella lo toma por mentiroso, golpeándolo más de lo que había pensado para que escarmiente.
Carlangas tampoco logra convencer a Isabel, que le pone el peor castigo: prohibirle el dirigirle la palabra por una semana entera.
En casa de los Arcaraz, como es de esperarse, Mercedes está muerta de la preocupación y Rogelio dominando su ira contenida como no le haya pasado algo grave que justifique su retraso. Como el niño llega bien, le ordena a Mercedes retirarse, demandando una explicación, pero tampoco cree en sus palabras, y le pega con el cinto.
Al día siguiente, Ernestillo ve a sus amigos tristes por la regañiza, pero les recuerda que salvaron a Fernando y eso es lo que cuenta. Decide contarle al profesor Romero lo ocurrido, aunque a ellos no les parece porque creen que tampoco les creerá. Pero no es así, ya que Romero hasta se enteró del intento frustrado de robar el banco, y aunque aprueba su acción, les advierte que se arriesgaron demasiado. Manda a llamar a los otros para felicitarlos individualmente por su valentía. Memín se emociona tanto que brinca sobre el escritorio, ganándose una reprimenda por no saber controlar sus emociones, y recordándole que se avecinan exámenes, lo que lo desanima de inmediato.
Fernando ayuda al señor Vargas con su trabajo en la carpintería, consiguiendo comprensión para sus penas, pero sigue sin un aliciente que lo incite a buscar otro porvenir. Ernestillo habla de esto con sus amigos, y se les ocurre que podrían volverlo a ilusionar con Luis, que al ser tan bueno en la pintura, podría identificarse con Fernando. Consultan con él su idea de ayudar a animar a ese señor, con la excusa de hacerle marco a una acuarela que hizo y que Luis pase a la carpintería a recogerlo. Él acepta de buena fe, y ponen en marcha su plan. Al ver la acuarela que van a enmarcar, Fernando se interesa en conocer a su joven artista. Ernestillo sale a traer algo de comer, dejando a Fernando comentarle al señor Vargas sobre sus intenciones de irse, por sentirse como una carga, pero éste le hace ver que gracias a su asistencia ha tenido más trabajos que nunca, haciendo que desista de esa idea.
Más tarde, se presenta Luis y no tarda en simpatizar con Fernando. Le da algunos tips sobre la pintura y el niño sugiere que le de algunos ejemplos en su casa, donde tiene sus material de pintar, afición que tomó por puro gusto sin que nadie le enseñara (pero se entiende que es heredada). Acuerdan ir de una vez, aprovechando que su mama no está en casa. A Fernando le parece bien, ignorando su parentesco, pero cuando Memín pasa a saludar (y casi echando a perder todo revelando que era un plan para animar a Fernando), éste si se da cuenta, causándole gracia. Ya en la casa de Luis, Fernando se da vuelo, enseñándole a hacer los trazos más básicos y el sombreado. Alicia sale temprano de trabajar, emocionada sólo por ver a su hijo, lo que a su amiga sigue extrañando. Luis sale a conseguir material se le acabó para seguir con la lección, dejando a Fernando solo. En la ausencia del chico, llega Alicia, suponiendo a Fernando algún maestro de Luis, pero no tarda en reconocerlo, y él a ella. Fernando empieza a retirarse, pero Alicia lo retiene. Tiene lugar una larga un intercambio de impresiones, recuerdos y lamentos, que al final acaban por llegar a lo que todos esperaban, cuando Alicia le hace ver que Luis es el hijo que Rosalinda le ocultó. Luis regresa justo cuando ella le dice que hizo que el niño lo creyera muerto, y al irrumpir él, aunque intentan disimular, éste demuestra ya saber que Fernando es su padre. Le explican que se separaron porque él fue a prisión, pero a Luis no le importa la razón, queriendo que se quede en casa. Alegan que no se puede puesto que su matrimonio fue anulado, ocultando la información de que Alicia no es su madre biológica. Él sugiere que se vuelven a casar, y así como así, tiene lugar la reconciliación entre los antiguos amantes. Al día siguiente, le cuenta a los cuatro sobre la gran noticia de que Fernando Arteaga resultó ser su padre. Conociendo la historia, confirman que en efecto así es, acordando no decirle que no es hijo de Alicia (pese a que no se entiende en que momento pudieron suponer tal cosa, ya que aunque los lectores si conocieron los detalles, ellos sólo saben las cosas del punto de vista del anciano Nicolás, que a su vez relató lo que Fernando le contó, y ninguno de ellos supo lo del segundo hijo). Deducen astutamente que Rosalinda entregó su hijo a Alicia antes de morir, y al saber esto, a Memín le entra la duda, pensando que eso pudiera significar que el tampoco es hijo de Eufrosina. En cuanto llega a casa, exige hablar seriamente con ella, pidiendo que le jure que es hijo suyo. Ella jura y perjura que nació de sus entrañas y pregunta el porque tanta insistencia. Memín le cuenta el caso de Luis, y ella lo reprende, aclarando que una madre no se hace sólo por parir, sino por criar y educar, por lo que eso significa que Alicia es su verdadera madre, no importa lo que digan. A Memín le alegra saber que eso significa que aunque fuera lo mismo con él, seguiría siendo hijo de su corazón, pero para dejarlo claro, Eufrosina lo lleva al espejo, para señalarle los rasgos que heredó de ella, confirmando su parentesco. En la carpintería, Fernando anuncia a Ernestillo y el señor Vargas que ante la proximidad de su boda, volverá a ser pintor, habiendo recuperado la ilusión que le dará la inspiración necesaria, recuperando su renombre y sosteniendo a su familia. Alicia también le cuenta a su amiga Lolita del inesperado encuentro con su único amor, dejando perdonado todo lo pasado, y ella le da sus mejores deseos. Pronto tiene lugar la boda, con los cuatro amigos de Fernando entre los asistentes, así como el señor Vargas y Eufrosina, quien no entiende nada ni quienes se están casando. Durante el brindis, Memín le dice que Fernando era el expresidiario con quien le prohibió juntarse, pero ante el ambiente tan alegre, a Eufrosina se le olvida y se limita a brindar por su felicidad. Después, se despiden de Fernando y su familia, que se mudan a otro lugar para iniciar su nueva vida, juntos. Les promete que algún día volverá convertido en un pintor de renombre (como nunca vuelve a salir en la revista, ¿podría suponerse que no se le hizo?). En la víspera del 16 de septiembre, los cuatro amigos revisan sus fondos para comprarles regalos a sus padres (al parecer en aquellos tiempos se daban regalos en ese día, que ahora parece palidecer ante el 20 de noviembre, que de algún modo adquiere más importancia). Memín lamenta tener muy poco dinero, y ellos lo reprenden por no haber trabajo o hecho mandados, como ellos hicieron para conseguir para lo suyo. Explica que la misma Eufrosina no se lo permitió, pero le aseguran que a ella le gustará lo que le alcance. Así, todos celebran esa noche en familia. Los Arcaraz con una cena mexicana. Isabel y Carlangas cenan con modestia, pero están felices por las noticias de Carlos Arozamena, que ha comunicado sus intenciones de regresar y quedarse con ellos ahora si. Ernestillo espera conocer a unos padrinos y regala una corbata a su padre. Memín, de algún modo, consiguió para comprarle unos aretes a Eufrosina (o los habrá fabricado, carece de importancia).
Habiendo concluido esta larga serie de incidentes que giraron en torno a personajes temporales, el 16 de septiembre anuncia el siguiente episodio, que protagonizaran Memín y Eufrosina, el cual también será extenso, pero significativo.

1 comentario:

  1. LO que no entendi de esta historia es cuando dicen que Luis viene de Durango, pero aun asì Alicia, quien es su madre adoptiva sigue en el mismo empleo y con la misma amiga y este se encuentra en la ciudad de Mexico, entonces ya no entendì que pasò aqui.

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