martes, 21 de julio de 2009

Memín Pinguin #103-104

Después del agridulce episodio con Almita, Eufrosina y Memín se recuperan al invertir el dinero que reciben como recompensa en cosas necesarias y dándose algunos gustos. En compañía de los amigos de Memín, pasan curiosos incidentes en un restaurante y un circo.

A la mañana siguiente, Eufrosina y Memín despiertan tarde. Él apenas tiene tiempo de ir a la escuela, pero se detiene cuando el cartero toca la puerta, dándoles un sobre de entrega inmediata. Eufrosina le apremia a que lea el contenido de la carta incluida, proveniente de los López. En la carta, agradecen nuevamente su sacrificio, mencionando que para solucionar en definitiva los problemas de salud de la niña, se la llevaran por un tiempo a Estados Unidos para que la revisen y ya que regresen, podrán volver a verla (mentiras, nunca volverán y se olvidarán de ella para siempre). En el sobre incluyen diez mil pesos, que les piden que acepten como agradecimiento por su desinterés, una recompensa justa y no una limosna o pago por haber entregado a la niña. Al sacar el dinero, lo toman sin inconveniente, ya que será útil para pagar ciertas deudas, entre otras cosas. Eufrosina decide que Memín no irá a la escuela para acompañarla a las compras. Al día siguiente, Memín se presenta en la escuela con una vestimenta ridícula similar a la que ha usado anteriormente en días especiales, aunque esta vez un poco más fina (que desperdicio de dinero). A sus amigos le extraña verlo de nuevo con su andar de darse mucha importancia, pero no le dura cuando le preguntan de donde sacò el dinero para comprárselo. Con lágrimas, les cuenta que se los obsequiaron los López, pero le preocupa que al aceptarlo, sea una muestra de que vendieron a Almita. Ellos le aseguran que no es así y que se merecen esa recompensa, logrando que recupere el ánimo y les anuncie que Eufrosina y él los invitan a la salida de clases a que los acompañen a comer y al circo. Ellos aceptan de buen agrado y Ricardo se asegura de mandar avisos a las casas de los demás. A la salida, se sorprenden de ver a Eufrosina luciendo un escopetado traje, que ciertamente no le favorece, pero le dicen que se ve elegante (apenas). Pide recomendación de un buen restaurante al que puedan ir y Ricardo sugiere uno que es apropiado para la economía temporal de la que Memín y Eufrosina gozan ahora. En el restaurante, Eufrosina se pasa de un poco de la raya al cometer varios deslices. Pide platillos en exceso, no se quita sus nuevos guantes a la hora de comer, critica el estado de la comida, da índices de su ignorancia sobre ciertos términos, pide tepache al rechazar el vino ofrecido creyendo que la tomaban por una borracha, se queja de la cuenta tan alta, al grado de que hasta Memín le tiene que indicar el ridículo en que se está poniendo, mas ella no le hace caso. Para acabar, se marcha sin dejar propina (Ricardo deja discretamente lo poco que traía, para mantener la regla de cortesía de los comensales). Después de aguantar los desplantes de Eufrosina, que con suerte nunca volverá a entrar a un restaurante de esos, siguen su camino rumbo al circo. Les tocan asientos de primera fila, y disfrutan de los primeros actos. Al presentar en uno que involucra a una orangutana amaestrada, ésta encuentra curioso a Memín, confundiéndolo con el muñeco que se supone debía utilizar durante el acto. Su entrenador no consigue detenerla, y rapta a Memín, llevándoselo rumbo a la zona de los trapecistas. Eufrosina se desmaya de la impresión de ver a su hijo arrastrado hasta lo más alto. La orangutana lanza a Memín hacia el trapecio. Él consigue sostenerse, pero está en una situación precaria. Los trapecistas suben para rescatarlo, aunque no les sale tan bien, ya que el miedo hace que Memín casi ocasione que se maten todos. Por fortuna, colocan la red justo a tiempo para que aterricen a salvo. Memín pega de brincos sobre la red y luego es llevado tras bambalinas. La trapecista la explica que es mejor que el público crea que todo era parte del acto, y luego entran Eufrosina y sus amigos para asegurarse de que esté bien. Hasta ese momento, tantas acrobacias improvisadas en el área le ocasionan mareos y se desmaya.
Con esto, termina definitivamente el capitulo de Almita, procediendo otro incidente diferente que involucrara más que nada al profesor Romero.

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