martes, 29 de junio de 2010

Memín Pinguín #397-400

Memín y Ernestillo son reprobados en su examen final, y en un muy tonto intento de superar ese fracaso, creen haber encontrado petróleo que solucionará sus problemas. Una absurdez tras otra.

Habiendo terminado aquello de los aretes y el pepenador asesino, salen con que olvidaron estudiar para el examen final. Ricardo sugiere pasarles las respuestas a sus amigos (pero él estuvo con ellos todo el tiempo ¿no se supone que él tampoco estudió? ya que habla de pasárselas, no de que hagan trampa los cuatro juntos), que aunque sea un acto reprobable, es una emergencia muy justificable. Memín es el primero en protestar ante tal sugerencia, por lo que nos hace creer que tiene conciencia, pero en realidad es porque no quiere que después Ricardo les restriegue en la cara que pasaron gracias a él. Carlangas y Ernestillo declinan el ofrecimiento, prefiriendo arriesgarse, no importa que repitan el año. Eso hace que Memín le de por ponerse pesimista, pensando que Eufrosina lo echará de la casa si reprueba, y ahora si quiere que le pasen las respuestas, pero ahora los tres se rehúsan. Vuelve a su casa, quejándose y pateando una lata que le da a un señor. Éste lo corretea enojado y Memín invoca a “Santa Petra la callosa”. Por coincidencia, el hombre choca con una conocida que justamente se llama Petra, lo que Memín interpreta como una señal de la susodicha santidad y se compromete a traerle flores a su iglesia (pero como da la impresión de que ésta en una figura ficticia en dos sentidos, no creo que lo haga).
En la casa, Memín no quiere cenar, y Eufrosina supone que está enfermo, pero cuando dice que tiene que estudiar, ella ya anda agradeciendo a la Virgen por el “milagro”. Memín da inicio a la estudiada, pero decide echarse una siestecita de descanso, de la cual no despierta hasta la mañana siguiente. Por cierto, dijo que eran las siete cuando iba a empezar pero…. ¿no se supone que toda su aventura con los aretes duró hasta después de medianoche y todavía el tiempo que los retuvieron en la delegación? Estos descuidos del tiempo nomás para sacarse de la manga las siguientes secuencias en plan de dejar picado a uno).
Hay que señalar algunas graves incongruencias aquí. Primero, dado el tipo de la situación en que estuvieron y el hecho de que el maestro Romero es de lo más comprensivo, no tiene sentido que se preocupen tanto por no haber estudiado, ya que fácilmente tienen a los Arcaraz que confirmarían lo que ocurrió el día anterior, y que fue por una buena causa. Así que no tendría problemas para ponérselos otro día, por más final que fuera el mugre examen. Y otra cosa… ¡Se supone que están en sexto de primaria! Y que yo sepa, en las escuelas de gobierno, no hay más años después de sexto, por lo que una vez que terminan, es el adiós a la primaria. Pero el empeño del argumentista de dejarlos eternamente en ese curso como hacia Doña Yolanda es tal, que ni se emocionen, porque luego de vacaciones, volverán a sexto. Seria una mejoría que cambiaran el panorama a una secundaria para variar con nuevos personajes y todo, pero noooooo…
En la escuela, Memín está decaído por no haber podido estudiar nada y sus amigos se congracian con él. Llega la hora del examen y Memín empieza a hacerlo, viendo que hay cosas que sabe y otras que no. Ve preocupado a Ernestillo (no se supone que deban voltear durante la realización de un examen) y éste dice que no se sabe la respuesta a una pregunta que Memín si y se la pasa. Nunca nos dan una pista de que tanto hubo en este examen, sólo que es de matemáticas. Termina el tiempo y Memín pide dos horas más a Romero, pero no se le hace (me parece que esto mismo quería en los números ya muy clásicos, como que tardíamente el nuevo argumentista se puso a repasar los inicios de Memín creyendo que los lectores tenemos mala memoria o somos tan novatos como el o ella). A la salida, Ernestillo expresa su pesar por hacer trampa y Memín presume por haberle ayudado, confiado en que todo saldrá bien por haberse encomendado a Santa Petra la callosa. Después del recreo, dan los resultados (pues no es un examen final muy importante que digamos si el mismo día ya dan las calificaciones). Memín y Ernestillo son reprobados y….Es todo. Romero no les da ninguno de sus típicos discursos para que Memín le eche más ganas el próximo año ni expresa su decepción o extrañeza por el fallo de Ernestillo por ser el más aplicado y todo eso. Nada. En serio que no es el ejemplazo de educador que Doña Yolanda presentaba (no importa cuanto cheque el nuevo argumentista del pasado, nomás no sabe caracterizar bien a estos personajes, apenas a Memín aunque lo haga más sangrón de lo normal).
Carlangas y Ricardo si pasaron y lamentan el caso de sus amigos. Ernestillo le echa la culpa a Memín, pero él justifica que no sabía que les darían exámenes diferentes para prevenir precisamente la copiada. Sin más, cada quien se va para su casa. Memín teme por el castigo que Eufrosina le ponga y ya imagina que le dará con la tabla (con la que no le ha dado desde hace varios números), preocupado por eso más que en decepcionarla, así que cuando llega, alega que se suspendió el examen por el calor. Ella se lo traga y ya le anda ofreciendo pastel que hizo para celebrar que pasara año y Memín ni puede comer porque le remuerde la conciencia. A Ernestillo tampoco le va muy bien, su padre está tan decepcionado que no le permite que le ayude en la carpintería, mandándolo a la casa para luego castigarlo (¡se supone que él ya sabia que no estudió lo suficiente por haber estado ayudando a Memín! Y ahora que estamos eso… ¿Por qué rayos Ernestillo necesita que el negrito tarado le de un soplo en un examen de matemáticas? Por más poco que estudiara, es evidente que no es una fuente fiable por su ignorancia).
Nuevamente, Memín le reza a Santa Petra la callosa, esperando recibir una señal para encontrar una solución a su predicamento. La “respuesta” viene en la forma de un relámpago que derriba un árbol cercano desde la raíz. Memín cree que esa es la señal y sale poniendo un sombrero y chaquetón negros. Primero va con Ernestillo, tirando piedras a su ventana para llamar su atención, aunque acaba pegándole en la cabeza con una. Ernestillo no quiere saber nada y todavía Memín recordándole la “ayuda” que le dio. Memín dice que necesita de su asistencia para que Eufrosina no sepa que reprobó y Ernestillo acepta, sale después, vestido de negro de pies a cabeza y con equipo para cavar. So… ¿La idea de Memín (que no dice, pero así se entiende o la entendió Ernestillo que ahora no es muy listo como solía ser) es enterrar el examen? ¿No seria más fácil quemarlo? Como sea, el negrito arrastra a su amigo al boquete en el suelo que abriera el relámpago, creyendo que tiene un significado por venir de parte de Santa Petra. Un policía los divisa y siente que ha visto antes a Memín, pero él disimula y sin pensar que es muy raro que dos niños vestidos de negro anden en la calle tan tarde, se retira. Memín no quiere aclarar cuando conoció al tal policía, insinuando que le hizo pasar una calamidad por accidente (ni yo estoy seguro si es algún incidente insignificante que fácilmente se olvidó de una secuencia anterior o es algo que iban a explicar después y que el argumentista se le olvido). Como sea, Memín desciende al agujero y procede a excavar para enterrar el examen. Pero apenas ha clavado la pala, cuando se oye un sonido extraño. Memín se acerca más, ignorando las advertencias de Ernestillo, y luego está montado en un chorro de líquido oscuro. Cae el suelo y después le dice a su amigo que sus preocupaciones han terminado, acercándose para que detecte el olor del petróleo, lo que lógicamente, los convierte en millonarios (aunque se supone que la posesión del petróleo depende de si ellos son dueños de la propiedad en que fue descubierto, y ya que andan en una calle que no es la suya, pues…que tontos).
Ernestillo (gracias al nuevo argumentista) ahora es tan idiota que respalda a Memín en que si son ricos, ya no necesitan estudiar, lo que a mi parecer es un muy mal ejemplo estereotipado. Sugiere que vayan por un barril que tienen en la carpintería para llevarse el petróleo, pero antes, Memín quiere tapar la fuga que hizo en la tubería, pero cae de cabeza, quedando tan atontado, que despierta teniendo una de sus vividas y absurdas fantasías.
En el sueño, Memín se cayó en uno de sus pozos petroleros, ya que se ha convertido en todo un magnate, con sus tres amigos trabajando para él. Después de que le va cayendo el veinte, se pone a gritar y dar saltos de emoción. Más tarde, está en la oficina, pidiendo que traigan a Eufrosina, y como en la otra línea Carlangas trata de decirle que hay un inconveniente, el negrito le exige que cumpla su orden (tal vez quería decir que ella había muerto o estaba enferma pero como que ni le dejan terminar…). Parece que Carlangas no tiene intención de cumplir, y a Eufrosina ni le toca salir en esta secuencia. Más bien, se reúne con Ernestillo y Ricardo, revelando que los tres están hartos de la actitud de su patrón y se han confabulado para sacarlo de escena y quedarse con todo. Memín se luce como todo “millonario”, dando malas propinas, limpiándose el sudor de la frente con un billete, lo típico. Ricardo intentaba hacer que cayera por una coladera, pero quien sabe porque él tenia que estar debajo y Memín la tapó sin pensarlo, machucándole los dedos. Después, disponen que le caiga un balde de pintura en la cabeza cuando le daba una mísera limosna a un vagabundo, pero el cálculo falla de nuevo, y es el pobre tipo el que sufre por la ingenua e infantil trampa. De vuelta en la oficina, Memín va a guardar una bolsa de dinero retirado del bando en la caja fuerte. Sus amigos habían planeado poner una trampa explosiva adentro, pero Ricardo la programa mal y les toca ser ellos a quienes les estalle en la cara. Para ser un sueño de Memín, todo esto suena a una muy mala parodia caricaturesca, como si el argumentista se inspirara de animaciones clásicas.
El siguiente plan tiene lugar durante un rodeo. Ricardo se encarga (¿porque él hace todo?), y mientras se lleva a cabo, Memín les dice a Ernestillo y Carlangas, que junto con el güero, son sus mejores amigos y piensa compartir su fortuna con los tres. Ellos se dan cuenta que metieron la pata, y muy tarde, ya que Ricardo enlaza a Memín y lo monta sobre un bravo toro.
Ellos lo regañan y le dicen que él ya les iba a compartir, pero Ricardo hasta come palomitas para disfrutar el espectáculo, al cabo que tienen lo que querían, solo para que luego le hagan ver que el negrito aun no firmaba el documento que los legitimaba. Ricardo se ahoga por la impresión y escupe una roseta a uno de los asistentes, que irritado, arroja a los tres al centro del rodeo, a tiempo para ver a Memín recibiendo un buen cornazo por parte del toro. Ellos tratan de hacerlo reaccionar, que es justo lo que Ernestillo hace en la realidad, terminando con esta tontería.Se disponen a seguir con la toma del petróleo, cuando el policía de antes los ilumina con la linterna y les advierte que están rodeados y que deben salir. Ellos creían que era una redada, pero el tipo admite que siempre tuvo ganar de decir eso. Inquiere sobre que están haciendo, y ellos tratan de ocultarlo, aunque como siempre, Memín mete la pata diciendo que querían ocultar la “evidencia del crimen” (el examen reprobado). Ernestillo explica que lo único que querían era enterrar eso (¿y creen que alguien se va a tragar eso siendo más fácil quemarlo?).Al policía le da curiosidad ver por el agujero y Ernestillo acaba confesando que encontraron petróleo. Memín se enoja con él, creyendo que el policía se los va a quitar, pero cuando éste baja a comprobar, les hace ver que la tubería que rompieron en realidad es del drenaje y ese “oro negro” son aguas negras. ¿Y no se dieron cuenta antes? ¡No se puede confundir el olor del petróleo con el del drenaje apestoso! Hasta en sentido del olfato reprueban estos.
El policía les advierte que deben tapar esa tubería en menos de dos horas o volverá para llevarlos detenidos (¿no se da cuenta que si él se va, ellos pueden darse a la fuga y más tras esa amenaza?). Ernestillo está enojado por los problemas en que Memín lo mete, pero tienen que cumplir con su palabra. Ninguno sabe como reparar la tubería, pero al negrito se le ocurre hacer lo mismo que hizo para arreglar el excusado de su casa (aunque se ve en escena retrospectiva que después éste acabó echando agua tal que arrastraba a Eufrosina), y consiste en pegarle un chicle. A mi me parece una solución muy irresponsable, pero Ernestillo ya ni concientiza nada y pegan el chicle. Habiendo concluido toda esa perdida de tiempo, los dos se van a dormir a sus casas, con Memín aun preocupado por la reprobada.
A la mañana siguiente, despierta encontrando agua por toda la casa. Eufrosina le indica que suspendieron clases por la inundación, y lo pone a ayudarle a sacar el agua. Eso sucede en todo el vecindario, y después de acercarse a un par de chismosas, ellas dicen que alguien rompió la tubería de aguas negras, y Memín reacciona, mostrando muy sospechoso, pero huye sin dar explicaciones convincentes a las señoras. Al seguir sacando agua, la echa por accidente sobre Ernestillo, que le viene a reclamar. Las vecinas alcanzaron a oír y corren la voz, por lo que pronto los dos son perseguidos por una chusma enardecida.
Aun con la correteada sobre el agua, Memín no deja de divisar una revista de lucha libre, pero Ernestillo lo apura a correr, llegando a donde estuvieron anoche. Memín se sumerge, y comprueba que el chicle está en su lugar (incluso lo prueba, alegando que conserva su sabor). El maestro Romero les sale al encuentro, informándoles que la inundación afectó hasta la escuela y se perdieron las calificaciones, por lo que repetirán el examen. En cuanto éste se retira, las vecinas les dan alcance, disculpándose, ya que acaban de apresar a los verdaderos responsables de la inundación (igual y se volverán a inundar cuando ceda el chicle).
De nuevo en su casa, Memín sigue ayudando a Eufrosina a sacar el agua, y aparece el examen marcado como reprobado (¿no se supone que ella no sabe leer?).
Las cosas vuelven a la normalidad, y la próxima vez que hacen el examen, ahora si pasan Ernestillo y Memín (claro que el negrito saca 6). Los amigos se despiden dispuestos a disfrutar de sus vacaciones. Memín se pone conchudo cuando Ricardo ofrece darle aventón aprovechando que el chofer vino a recogerlo.

En la casa Arcaraz, Rogelio y Mercedes comentan de una noticia que quieren darle a Ricardo, pero eso ya lo veremos para la próxima.

lunes, 21 de junio de 2010

Memín Pinguín #395-397

Para recuperar unos aretes de Eufrosina, Memín y sus amigos se meten hasta en la basura (fuera de la basura en que se ha convertido la revista) y acaban viéndoselas con un loco peligroso.

Eufrosina se dispone a tirar a la basura todas las cosas innecesarias del ropero, incluyendo unos viejos pantalones de Memín. Descubre su caja de tesoros más preciados, puras chucherías nostálgicas, en las que destacan unos aretes que le regaló su esposo el día en que le propuso matrimonio. Se viene una retrospectiva pésimamente presentada con diálogos entre torpes y choteadísimos, por no decir que de nuevo no se respetan los diseños de personajes (el padre de Memín se ve como todo un caballero, y se supone que era un risueño empleado de limpia, por no decir tan feo como él, mientras que la joven Eufrosina no está tan delgada como debería ser….y ya que se casaron como una semana después de conocerse, no pudo empezar a ponerse robusta tan rápido). Memín llega y a tiende su pedido de alcanzar al de la basura llevando todo lo desechado. Como él ve los aretes viejos y oxidados, los mete también al bote. Cuando regresa, ella está buscándolos y no le cae en gracia que los haya tirado. Lo manda corriendo hacia el camión otra vez para recuperarlos, pero el negrito no aguanta tanta correteada y un coche casi lo atropella por andar tomando el aire. Tiene que regresarse y como ella le aclara que fueron regalo de su padre, Memín se reactiva y decide ir con sus amigos para que le ayuden. Ernestillo se apunta de inmediato y su padre lo apoya, simpatizando ya que él tampoco querría deshacerse de algo que regaló a su mujer hace tiempo (¿no es un modo de decir que no han podido superar la perdida?).
Más tarde, los cuatro amigos están juntos y emprenden la búsqueda. Ricardo consigue que le den por teléfono el número del camión y la zona en que deposita su basura. Antes de ir para allá, hace que pasen de su casa por un altavoz que les podría servir de algo. Finalmente, llegan al basurero, mostrando a los pepenadores, donde destaca uno muy feo a quien el narrador nos presenta como “El Muecas” porque tuerce mucho la cara y ésta loco. Con el altavoz, Ricardo engaña a los pepenadores, anunciando un desfile de chicas en bikini en cierta dirección, para que se vayan y les den oportunidad de rebuscar entre la basura. Los tontos salen volando y los cuatro amigos se meten, pero no tienen éxito. Los pepenadores no ven ningún desfile y se cansan de esperar al cabo de unos minutos, comprendiendo que les vieron la cara para ganarles con la basura. Cachan a los niños y “El Muecas” ya va a pegarle a Memín, cuando Ricardo se pone abusado, ofreciendo los cien pesos que trae si logran encontrar los aretes. Los muertos de hambre aceptan, aunque no le vean el sentido a buscar algo con tan poco valor. Luego Ernestillo sugiere que ellos se les unan por si logran ahorrarse el dinero (que tramposos, ya lo ofrecieron, deben pagarles aunque sea para premiar su esfuerzo, digo, esos tipos se ganan la vida hurgando en la basura, en verdad que necesitan la feria). No hace falta y “El Muecas” los encuentra, pero cuando se los piden, se rehúsa a entregarlos, exigiendo también su dinero, su ropa y zapatos. Carlangas se indigna y le suelta el golpe impulsivo de siempre. Los compañeros del “Muecas” lo agarran, sabiendo que es muy bravo, y el más viejo les advierte por lo bajo que lo dejan así, ya que estuvo en prisión y no anda bien de la cabeza. Memín tiene un plan y convence a sus amigos de desistir, el cual explica una vez que han puesto distancia con el odioso “Muecas” que se vanagloria ante los demás con los horrendos aretes robados. El plan del negrito es seguir a ese tipejo a su casa y robarle los aretes, lo que sus amigos no consideran muy prudente, pero no ven otra opción. Pronto se les viene abajo la estrategia, ya que “El Muecas” se trapa a un trolebús sin pagar. Carlangas y Ernestillo se montan en otro, mientras que Ricardo y Memín no se atreven e intentan abordar otro pagando, mas no tienen feria, y los sacan a patadas (¿tres trolebuses sin andar esperando? ¿En verdad hay tantos en el D. F? como nunca he ido no podría decirlo, así que no aseguro que esto sea una exageración de las ridículas tramas de la revista). Ricardo decide que ferien el billete que trae, y acaban compartiendo una torta. Después, él se ocupa de llamar a su madre y arreglar todo para que los demás padres no sospechen que se estén metiendo en una empresa peligrosa (¿Por qué Ricardo está haciendo todo en esta trama? Apenas se han notado a Ernestillo y a Carlangas). Sus amigos se les unen, diciendo que “El Muecas” vive en una zona peligrosa y creen más seguro ir ahí hasta que se haga más de noche (¿en verdad creen que un barrio de esos sea menos peligroso en la noche?).
Cuando ya han llegado a la casa de ese miserable, Memín se acobarda, pero como sus amigos le recuerdan que es por los aretes de inestimable valor nostálgico de su madre, se anima y sigue. Dentro de su casa, “El Muecas” piensa darle los aretes a su novia, pero siente que es muy tarde para ir a visitarla. Los niños observan sus hábitos nocturnos, comprobando el mal genio que tiene golpeando la tele nomás por no pasar lo que a él le gusta ver. El tipo se pone a dormitar, y no tarda en tener un estúpido sueño en que la mujer brinca de gusto con los aretes y le da un beso de recompensa. Inspirado por el sueño, decide no esperar más y sale a darle los aretes. Memín y sus amigos lo siguen de cerca, atestiguando como la mujer lo manda a pasear, regañándolo por despertarla a esas horas y negándole la entrada. A Memín se le escapa comentar de lo mandilón que es “El Muecas” y éste alcanza a escucharlo. Carlangas le hace frente de nuevo, pero ahora el malviviente esquiva su golpe y le asesta los suyos. Memín le arroja lodo a la cara, y Carlangas aprovecha para correr. “El Muecas” no soporta la persecución y vuelve a su casa. Los cuatro amigos insisten en hacer lo mismo, y hacen un sorteo de a ver a quien le toca tomar los aretes mientras está dormido. Memín es el afortunado, pero “El Muecas” se despierta en cuanto se le acerca. Los otros vienen en su auxilio, atacando al hombre entre todos. Por fin Memín toma los aretes y huyen. Apoderándose de un palo, “El Muecas” los persigue, arrojándolo hacia el negrito y por poco le da. Después, derriba a un poli nocturno para quitarle su bicicleta y así seguir más fácil a los chiquillos.
Memín llega a su casa victorioso, devolviéndole los aretes a Eufrosina, que los lava para quitarles el mal olor de la basura. Ricardo propone que vayan a su casa para bañarse y no saben que hasta allá los siguió “El Muecas”, esperando hallar a Memín para quitarle los aretes. Los chicos se bañan y después están comiendo con los Arcaraz, comentando sobre el lío en que se metieron con “El Muecas” y el padre de Ricardo recuerda ese mote, revelando que es un asesino que escapó de prisión. Cuando Memín, Ernesillo y Carlangas se despiden de su amigo y salen, llega “El Muecas” en bicicleta, agarrando a Memín. Ricardo se une a los demás para ayudar a liberarlo, mientras el señor Arcaraz llama a la policía. La patrulla acude enseguida y “El Muecas” es aprendido. Memín se aprovecha para insultarlo en su cara, irritándolo más, pero esto es muy ni al caso ya que no pudieron hacer ni siquiera un buen chiste de despedida. Siguen los aburridos y tediosos procedimientos judiciales en la delegación, y los chicos acaban durmiéndose. Memín sueña con uno de los perros de Ricardo con cara de “El Muecas” y despierta sobresaltado. Al llevarlos a casa, el señor Arcaraz aclara que aquella nota del escape del tipejo fue hace unos años, y se achacaba a que recibió ayuda de un guardia, usando el termino “custodio”, que Memín utiliza para hacer una de sus clásicas referencias de ignorante. Lo raro es que no han pasado ni al día siguiente y ya ponen en un cuadro el encabezado de la captura de “El Muecas” que salio en todos los periódicos del país (oh, por favor, no tenia la clase del asesino cuya captura le importa a la chusma morbosa). Sus amigos acompañan a Memín a la entrada de su casa, y éste bromea sobre la próxima vez en que les pida ayuda para buscar entre la basura, recibiendo los coscorrones de siempre.


De sopetón, recuerdan que mañana es el examen final de matemáticas y no estudiaron por andar de pepenadores. Pero como salen de este improvisado predicamento, será en la siguiente secuencia, aun peor que esta.

lunes, 14 de junio de 2010

Memín Pinguín #392-394


Despues de que Memín celebra su cumpleaños por primera vez en la vida, aparece un supuesto tio suyo que los lleva a él y a los demás a un viaje a Veracruz para reclamar una herencia que su padre le dejó, entre una serie de situaciones chuscas.

Romero y Patricia les confian a Ricardo, Carlangas y Ernestillo lo que planean y que Memín no debe saber. Despues, Romero expresa su deseo de que Ricardo y él vuelvan a ser amigos, pese a que en ningun momento se disgustaron por el embrollo de aquella ofrecida que ni volverá a mencionarse. Ya sola la pareja, Patricia se preocupa exageradamente de que no les salga su plan, como si estuvieran ocultando que el negrito tiene una enfermedad terminal o algo así. Romero asegura su mujer no preocuparse y que todo saldrá bien (¿ven a lo que me refiero?).
Al siguiente día, Memín es sacado de su sueño de fealdad por Eufrosina, que lo apura a largarse a la escuela. El negrito distingue que ese día particular está marcado en el calendario, pero en vez de explicarle, Eufrosina lo echa por la puerta, aunque luego se pone a llorar. Memín anda desanimado en la escuela, intrigado por lo que ella le oculta y que significa esa fecha, y cuando ve a sus amigos, ellos acaban demostrando que saben más de lo que deben, pero como juraron guardar silencio, torpemente intentan disimular. Insistente como siempre, Memín quiere sacarles la sopa, pero llega Romero y la clase comienza. En el recreo, ellos se apuran a salir para que Memín no tenga oportunidad de insistirles, e intenta congraciarse con Romero, pero él tambiín le saca la vuelta.
Memín se la pasa haciendo travesuras en el resto de la clase, tratando de llamar la atención de sus amigos, que por andarse con el secreto, lo aguantan sin regañarlo. A la salida, echan a correr, escondiendose en un bote de basura cuando el negrito intenta seguirlos. Al no encontrarlos, Memín se entristece, y supone que todo mundo lo rechaza, asi que no le queda más que vivir en las calles. Encuentra lugar bajo un puente e intenta meterse en un bote de basura para dormir, pero sale cuando encuentra una rata (ahora no le gustan tanto como la ultima vez que creyó haber sido exiliado). Intenta hacerse cobija con unos periodicos, descubriendo a un vago autentico, quien al principio lo toma como una alucinación provocada por el alcohol para unos cuadros despues aclarar que no toma (¿miente o el torpe argumentista ya no sabi ni lo que dicen en el cuadro anterior?). Como suele suceder, el vago se solidariza con Memín, y procede a contarle sin muchos detalles en que basicamente cuenta que acabò así por disgustos familiares, aconsejandole no seguir ese camino. Supone que su familia podria estar preocupada por él y Memín sufre al imaginar a Eufrosina así. Y justamente ella anda sufriendo en ese momento, pero sólo por no poder celebrar su cumpleaños, ya que es tan pobre que no puede darse el lujo, y así ha sido desde el principio. ¿Eso es todo? Es la excusa más estúpida que he oido para no celebrar un cumpleaños, y más cuando tienen tantos amigos con quienes pueden contar. Si hubiera salido con algo como, que el cumpleaños de Memín es el mismo día en que murió su padre, pues eso si se los paso, pero esto no. En serio, este argumento no convence a nadie. Memín le cuenta al vago que ahora recuerda que ese día es su cumpleaños y nadie se ha acordado, y éste llora, opinando que su historia es más triste que la suya (todo lo que dice este vago está bien zafado, no sabemos si no puede hablar en serio o en verdad hay un descuido de sentido y congruencia de dialogos muy serio). Le ofrece un humilde pastelillo que compró, poniendole vela y todo, para que celebre su cumpleaños y pida un deseo. Memín desea tener un padre y después de comer, le da las gracias y vuelve a su casa. Sin embargo, apenas está llegando, cuando otra vez lo atormentan presentimientos de rechazo, y decide subir a la azotea para suicidarse (¡en serio que esto es muy incongruente! Es como si los personajes escribieran y dijeran lo que están escribiendo un montón de argumentistas en turno que no tienen un comun acuerdo). Aterriza sobre la espalda de Romero, quien está muy aturdido para captar la barbaridad que intentó cometer. Finalmente, le dice que al fin sabrá lo que han estado ocultando, y le pone una venda en los ojos, invitandolo a pasar a su propia casa, donde, predeciblemente para todos menos para el idiota de Memín, sus amigos le han preprado una fiesta sorpresa. Eufrosina les da las gracias a Romero y su esposa por todo, y ellos replican que todo fue en agradecimiento por salvar su relación (¿o sea que si no no? ¡Y Memín no hizo nada! A menos que aludan al pasado en que fue por su intervención que se unieron, pero ya ni quien se acuerde de eso). Memín recibe feliciaciones de todo y le ponen a soplar las velitas para pedir otro deseo. Antes de poder hacerlo, tocan la puerta y Romero anuncia que buscan al negrito. Sale corriendo, encontrandose con un hombre que lo llama “¡Hijo!”
O al menos eso nos hacia creer al final del #392. No, en realidad, despuès de darle muchas vueltas al asunto, aclara que dijo “¡Jijo!”La presencia del desconocido desconcierta a todos, en especial a Eufrosina, y su actitud de meterse y servirse pastel muy campante no ayuda nada. Despúes de paginas de cavilar innecesariamente, los amigos de Memín comprenden que no puede ser su padre, ya que éste está bien muerto. El hombre dice ser el hermano de su padre, y Memín comenta que pensaba que iba a salir con algo como que era su tio. Despues de reprocharle su tremenda ignorancia (que el negrito intentaba achacar a las deficientes enseñanzas de su maestro, acordandose al ultimo momento que Romero andaba por ahí). El “tio”revela que la razon de su presencia es entregar cierto papel a Memín que dejó su padre, pero Eufrosina se cansa de sus confiancitas y lo aturde de un bofetón. Discretamente, los invitados se retiran para dejar a los Pinguín atender el asunto familiar. El “tio” insiste con entregar lo que dice que es el testamento de su padre, pero Eufrosina sabe muy bien que él era muy pobre, por lo que no es posible que le dejara algo. Lo apuran a que se largue y éste se vuelve a advertirles que partirá a Veracruz al siguiente día, para que lo piensen. Ya solos los dos, Eufrosina admite que se parecia mucho a su padre y luego que ven el papel, donde dice que les dejó una fortuna, igual no le da importancia y lo hace cachitos, considerando que ni les dijo donde debian ir a recoger la dichosa herencia. Memín se entristece, queriendo ser millonario, y se duerme pensando en eso. Tiene lugar un sueño en el que habla con su padre, preguntandole de como conseguir esa herencia para salir de pobres, y así compensar su “abandono”. Por cierto que el diseño del padre de Memín no se parece en nada al que nos llegó a pintar Don Sixto. El sueño termina abruptamente antes de que pueda decirle, cuando Memín sienta la presencia de un intruso en la casa, al que Eufrosina descuenta con un sartenazo en la cabeza. Al percatarsde de que es el “tio”, intentan reanimarlo, pero el hombre ha quedado muy aturdido, y no se acuerda de la herencia por la que le preguntan.
Al dia siguiente, Memín comparte con sus amigos la pena de haber perdido esa oportunidad porque el “tio” quedó tarado (¿y no le preocupa que en esa estado y siendo familia van a tener que cuidarlo? Le han arruinado y se han arruinado la vida a la vez). En la clase, Romero iba a aplicarles un examen de Geofrafia, y es entonces que Memín comprende que el “tio” iba a ir a Veracruz, y no a “ver a Cruz” como él suponia, concluyendo que ahi podrá reclamar la herencia. Trata de darse importancia por su deducción brillante ante sus amigos, pero ellos lo coscorronean porque cualquier otro se hubiera dado cuenta enseguida. Memín pide a Ricardo que hable con su padre para costearlos el viaje hasta allá porque está lejisimos, y aunque titubea, al final lo convencen. Y ni vemos como le hizo, pero bastó con decirle que era por una “causa noble” (y cuando tienen problemas economicos de verdad ahí si andan con que no quieren molestar a los Arcaraz solo por ser adinerados ¡que imbeciles!). Llega el día de la partida, y ya andan todos en la estación. El “tio” sigue indispuesto, y como salen con que nomás alcanzaron a pagar cinco asientos, uno de ellos no podrá ir. Memín opta por envolver al “tio” con periodico y mandarlo en calidad de equipaje. El viaje a Veracruz transcurre sin problemas, fuera de los gritos del “tio” empaquetado ante cada parada brusca. Eufrosina se emociona por volver a su tierra natal (¿cuando dijeron que ella era veracruzana?) y se suelta llorando. Habiendo llegado a su destino, les dan su paquete, que al abrirse y revelar al aturdido “tio”, Eufrosina regaña a Memín por su acción tan tonta. Despues de eso, viajan en taxi, pero como saben a donde deben ir, el conductor se indigna y se pone a leer al periodico hasta que por fin el “tio” reacciona, guiandolos al malecón. Conduciendo como loco, los lleva hasta ahí, y el “tio” señala al faro, indicando que es el punto donde recibirian la herencia. Creo que a estas alturas es obvio que el señor no está bien de la cabeza, pero los amigos de Memín son tan tontos que suponen que ahí pudo haber escondido el dinero. Piensan en como llegar y el negrito sugiere que vayan nadando, pero ellos sólo señalan su estupidez, espetandole que él ni sabe nadar (ERROR DE CONTINUIDAD, hemos visto a Memín nadar en varias ocasiones, pero es obvio que el argumentista no). El “tio” consigue un bote para que lo aborden, y los cuatro suben, mientras Eufrosina se queda descansando, con sombrilla y gafas de sol que quien sabe de donde sacó. Al arrancar el motor del bote, Memín hace que el “tio” se caiga, pero ellos no se detienen a volver por él y siguen rumbo al faro, despidiendose de Eufrosina (quien no vio nada o es muy tonta al dejar ir a cuatro niños en un bote sin supervisión adulta).
Ahora, una secuencia muy secuencial de estupideces cometidas por Memín. Para empezar, insiste que lo dejen manejar, y ocasiona que la cosa se desprenda y queden varados en el mar, quedando muy retirados como para que alguien venga en su ayuda, a merced del sol, la subsecuente sed, y los tiburones acechando. Despues de lloriquear un rato por la falta de agua y con sus amigos impidiendole tomar del agua del mar, Memín encuentra una botella con agua purificada, creyendo haber encontrado la salvación. La riega de inmediato, y literalmente, vaciando su contenido en el mar, para usar la botella para enviar un mensaje de ayuda (ese metodo nunca funciona, la ayuda puede tardar años en llegar y no sirve si no dan las coordenadas). Sus amigos se echan sobre él, reptiendo una escenita tipica de nubecita de polvo mientras se lo suenan por ser tan tarado. Y no termina ahí. Memín revela tener papel y pluma para enviar el mensaje que quien sabe de donde sacó, pero la pluma se le escapa de las manos y cae al agua. Insiste en ir a recogerla, y sus amigos no pueden detenerlo, mortificados porque no sabe nadar y se acercan los tiburones. Para no saber nadar, Memín logra llegar al fondo por la pluma, pero le sale un tiburón, que recibe el golpe de un zapato arrojado por sus amigos (creo que el ignorante argumentista no sabe que arrojar objetos de ese tamaño no implica un golpe contundente ante la presión del agua en la profundidad, no a menos que lo arrojaran con una fuerza descomunal, que no podria ejecutar ninguno de los muchachos). Logran alejar a los demàs tiburones y Memín sube a la superficie, aunque recibe el golpe del ancla sobre su cabeza (eso si hubiera alejado a un tiburón). Ernestillo procede a escribir el mensaje, pero la pluma queda inservible por la mojada.
Ahora consideran usar un remo, y viendo a Memín, lo agarran, utilizandolo como tal, hasta que consiguen regresar al malecón, donde la ingenua Eufrosina los esperaba. Sacuden y exprimen a Memín para sacarle el agua de mar que bebió cuando lo usaban como remo, y deciden no contarle nada de su peligrosa (e inutil) travesia a Eufrosina. El “tio” se ha quedado congelado en su lugar, señalando al faro. Entonces, llegan miembros de un hospital psiquiatrico para llevarselo, revelando que era un interno que siempre se anda escapando y arrastrando a la gente con su cuento de la “herencia”. Segùn esto, nunca habia llegado tan lejos (¿del DF al Veracruz? ¿Un paciente mental fugitivo? Huy, eso si es insólito, y muy irreal como todo lo que pasò en esta trama absurda si me lo preguntan), y que ellos rondaban por ahí porque saben que le gusta pasarse horas contemplando el faro.
Eufrosina lamenta no haberlo reconocido, pero en verdad su memoria es pesima aun para acordarse de la familia de su esposo. A pesar de todo, ven el lado bueno de que pudieron viajar ahi y permitirse el conocer esa tierra. Asi que deciden turistear y pasarsela bien hasta que toca regresar a la ciudad. Tras despedirse de sus amigos, Memín asegura que le basta con tener a su má linda y no necesita más familiares (¿pero que no habia sido todo por el dinero? mira con el chaparro interesado, no le importaba saber más de su padre).

Eufrosina va a su habitación y despuès de que le caen encima las cosas del viejo ropero, decide darle su limpiada al día siguiente, o más bien, en la próxima secuencia.

lunes, 7 de junio de 2010

Memín Pinguín #389-391

Una nueva maestra en la escuela ocasiona problemas a Romero mientras Ricardo trata en vano de consquistarla. Aburrido.


Memín y sus amigos regresan a la escuela despuès de su desastroso debut como banda musical, de nuevo a las aburridas clases de Romero. El portero, que quien sabe si siga siendo el viejo Melquiades que raras veces salía o si al fin lo cambiaron, se perturba ante la llegada de una rubia impresionante, que se dirige a la direcciòn sin esperar una invitaciòn. El director la recibe, igualmente impresionado, y ella se presenta como la nueva maestra, Laura (ni apellido dijo), excusando su llegada tardia por el trafico. Mientras tanto, la clase de Romero sigue, con Memín importunando a Ernestillo. El director y la maestra Laura tocan a la puerta, interrumpiendo la clase de Romero sólo para presentarla (lo que parece muy impropio, por más que se haya tardado no se interrumpen clases para presentar maestros nuevos, ni que fuera inspectora escolar o un cargo de verdad importante). Todos los chicos quedan cautivados por su belleza, en especial Ricardo, al grado de andarse distrayendo en la clase cuando Romero la reanuda y se gana un buen regaño. Llega la hora del recreo y todos se van a jugar, menos Ricardo, que deja volar su imaginaciòn. Sigue una corta pero aburrida secuencia de fantasia en que a su princesa (la maestra) ya la reclamó una ridicula parodia de Memín, quien precisamente le habla en ese momento, devolviendolo a la realidad. Declina la invitaciòn de unirseles a jugar, nomás para seguir pensando en la rubia. Romero se entretiene en el salòn adelantado su siguiente clase, cuando la maestra Laura va a interrumpirlo, coqueteando descaradamente, pero la rehuye sin pensarlo mucho (y con una brusquedad que no caracteriza al Romero que soliamos conocer, pero en fin, hay que aceptar que ese no va a volver nunca). La rubia toma el rechazo como un reto y una invitaciòn a seducirlo por puro orgullo.
Pasan los dias y hasta ahora los amigos de Ricardo se preguntan que pasa con él porque ya casi no pasa tiempo con ellos. Carlangas propone que lo visiten en su casa y a eso mismo día van, encontrandolo bien inspirado, escribiendole poemas a la maestra Laura. Intenta disimularlo, pero al final, acaba admitiendo que está prendado de ella, y ellos mejor le preguntan sobre como va con los versos en vez de hacerle ver la imposibilidad de que una mujer asi pueda fijarse en un mocoso (por no decir que si lo hiciera, seria una relaciòn ilegal y ella acabaria en prisiòn). Como Ricardo solo pudo componer una linea, propone copiar versos de poetas de verdad, y sus amigos se le unen, seleccionando una cada quien de diferentes autores a ver que resulta (¡pero eso es plagio!). Todo esto está como que ni al caso, aunque sirve para hacer referencia a poetas celebres. Memín escoge uno de Gonzales Martinez que suena más a una amenaza que una declaración de amor y lo reprenden. Ricardo lee el que escogió, supuestamente compuesto por el señor Arcaraz y dedicado a Mercedes (aunque como dice que se lo “escuchó” me sorprende su buena memoria). Sus amigos lo aplauden, dejando de lado la etica de que hacer uso de algo dedicado a alguien más, menos Memín, que se queda curioseando los estantes de libros y ni le puso atención.
Al dia siguiente, la maestra Laura llega tarde por culpa del transporte publico, esperando que al casarse con Romero, el le compre un coche (si pudiera darse ese lujo, no seria profesor, ademas, ya deberia saber que él conduce una carcacha). El director se ve obligado a ocupar su lugar en el salón y la reprende por su tardanza, echandole en cara su irresponsabilidad, apuntando que ni un solo día ha podido llegar temprano. Ricardo anda nervioso en el recreo, preparandose para entregarle el papel donde escribio su poema, y sus amigos lo animan (cuando deberian desalentarlo). En su respectivo salón, ella se arreglaba para ir a coqueterarle de nuevo a Romero, pero se fuerza a ser amable y recibir al impertinente mocoso, detectando de inmediato que está enamorado de ella y puede usar eso a su favor. Con sutileza, logra que él le diga que Romero no está disponible sino bien casado, pero igual es una mujer sin escrupulos, y la información la anima a buscarlo más. Ricardo entrega el papel y sale corriendo, reuniendose con sus amigos, sólo para ver que en vez del poema plagiado, le dio su tarea, que era la descripción de una bruja (¿que clase de tarea para niños de sexto de primaria es esa?). Así que a la rubia le toca leer una descripción nada que ver con ella, al menos esteticamente. No le da importancia, consciente de que el chico se equivocó, y cuando vuelve finge no haber leido nada, preguntandole su nombre y dejandole leer en voz alta su poema para darle confianza, invitandolo a volverse a pasar por ahí al día siguiente. Hasta la hora de la salida Ricardo pone al tanto a sus amigos, muy emocionado y sin sospechar de las maldades que planea esa mujer. Ella trata de treparse en el coche de Romero, pero él la manda de paseo otra vez. La rubia se indigna, empeñada en que lo conquistará, sin importarle que sea pobre y casado. Despues siguen unos cuadros para mostrar lo feliz que es Romero con su esposa y su hijo (¡aburrido y cursi!).
Pasamos al dia siguiente, y Ricardo se viene muy elegante a la escuela, apestando a loción, decidido a declararsele a la maestra que no es nada pedofila. Sus amigos miran todo desde la ventana, y Ricardo se pone a hacerle platica y ella le pide que la tutee porque no es tan vieja. Al poco rato le pide de casualidad la dirección de Romero para que la oriente con unas cosas que no sabe por ser nueva y eso, y tontamente, Ricardo le escribe la dirección. La maestra Laura lo invita a a un helado al día siguiente, una aparente “cita” en que los amigos de Ricardo insisten en andar de mitoteros. Precisamente, Memín echa a perder el “momento romantico” de la declaración de Ricardo al estornudar cuando estaba a punto. Pasan días con la maestra que ya hasta da clases extracurriculares a Ricardo (¿con que objeto? Ya consiguió lo que queria). Tambien se ve que ella ha estudiado los habitos de Patricia, lo que le deja ver su oportunidad de encontrar solo a Romero en casa a la hora en que ella suele salir llevandose al niño. Ricardo se extraña de no hallarla en el salón un día equis. Tomando un taxi, Laura llega a tiempo para cumplir su empresa, y asi se le echa al maestro, dandole un beso ante los ojos de Patricia, que había regresado. Por supuesto, ella malinterpreta la situación, toma al niño, y abandona la casa. La rubia pierde completamente su compostura, mostrandose patetica al mendigar el amor de Romero, y acaba yendose bien indignada. Toda esta semana se me hace fusilada de cualquier telenovela, pero los dialogos son tan torpes, que no dan mucha emoción que digamos.
Los cuatro amigos batallan con las matematicas, y Ricardo sugiere que de paso vayan con Romero para que les explique, y a él le de consejos para conquistar a Laura (lo que le aconsejaria es alejarse de ella o la meterá en problemas). Encuentran al maestro muy abatido y ni las tonterías que dice Memín aligeran la tension. Sollozando, Romero les cuenta que Patricia lo ha dejado, y procede a narrarles como todo es por culpa de la coquetaría descarada de Laura. Hasta ahora le cae el veinte a Ricardo que ella lo usó y que jamás se iba a enamorar de un mozalbete. Romero lo anima, ya que apenas le fueron con el chisme de que andaba tras ella, y despuès de eso, pasan a ver que pueden hacer para que Patricia se contente. Memín encuentra el numero de la casa de la suegra, y la llama, logrando que le pase a Patricia, pero como ella supone que Romero lo mandó, no hace más que enfadarse más. A pesar de todo, Romero los invita a comer para no desperdiciar nada. Memín se trepa a la cuna del pequeño Rubén, envidiando la vida de los bebes y se echa una siesta, teniendo un absurdo sueño. En éste, el negrito sale como un personaje de cuentos, comiendo la casa de chocolate de una bruja, que en venganza, lo convierte en niño de chocolate. Despues, se transforma en hada madrina (con la imagen de la maestra Laura) e invita a las versiones de sus amigos a comerselo. Carlangas va a darle la primera mordida y Memín acaba gritando, y sus amigos responden, sacandolo del sueño. Después, viendo que es tarde, deciden irse a sus casas. En el camino, de casualidad, hallan a Laura en una cafeteria, platicando con una amiga. Improvisadamente, se les ocurre una idea. Dejan a Memín vigilando mientras los otros corren a casa de Ricardo para hacerse con la grabadora, y asi poder grabar las palabras de la mujer al ufanarse de haber destruido la familia de Romero (hasta llama “amigui” a su amiga para hacerla ver más como una frivola mujerzuela). Con su confesión grabada, corren a darle la buena nueva a Romero, y luego a Patricia, y encima planean algo más. Al dia siguiente. Memín entrega un recado a Laura de parte de Romero en el que le pide que se vean, y ella cree que al fin cayó, pero no, todo era un plan para humillarla, enseñandole una foto amplificada de él besando a su esposa. Indignada de nueva cuenta, la zorra sale de cuadro y ya no la vemos más en la revista. Este “plan” para humillarla lo planearon demasiado para ser algo tan simple y obviamente sacado de la manga. Romero y Patricia les dan las gracias por haberles ayudado, hasta que se dan cuenta que Memín no anda, ya que según Ernestillo tenia algo que hacer. Ellos consideran que es lo mejor, porque no quieren que se entere de una cosa.

Y dejandonos con la intriga de a que se refieren, se dan los indicios para la siguiente secuencia.