domingo, 5 de julio de 2009

Memín Pinguín #32-36

Isabel decide sacrificarse por el bien de Carlangas, haciendo lo posible para que la desprecie y se vaya a vivir con su padre.
Carlangas se esfuerza por disimular la tensión de los últimos días. Con sus amigos, logran dominar la bicicleta, y un día, tiene la ocurrencia de que formen una pirámide sobre ella. Por lo visto, no aprenden su lección después de lo que pasó la última vez en que la montaron juntos. Logran adoptar la formación, manteniéndola lo suficiente para salir a la calle. A Memín le toca ir justo arriba, y después de una frenada repentina, es arrojado hacia el interior de un camión de basura. Al percatarse de su desaparición, sus amigos se desconciertan, asumiendo la explicación más lógica: Memín se ha vaporizado en el aire, sin razón alguna (¿es lo mejor que se les ocurre? Aun para estar en sexto de primaria, por momentos parecen ser no muy aplicados que digamos). Memín es llevado hasta el basurero, donde es arrojado en medio de un montón de yeso, y al salir de entre los escombros, queda completamente blanco. Recorre las calles, ignorando la impresión que su apariencia causa sobre la gente. Mientras, sus amigos, que ya lo dan por muerto, van a informárselo a Eufrosina, muy a su pesar. Cuando entran a la casa, ella nota de inmediato que algo anda mal y exige una explicación de lo que pasó con su retoño, pero le dan la misma conclusión inverosímil a la que han llegado. Los cuatro lloran amargamente por la inexplicable e improbable “muerte” de Memín, quien llega justo en ese momento. Como sigue cubierto de yeso, ellos creen que es un fantasma (otra vez, se convirtió improvisadamente en fantasma diurno). Carlangas trata de ahuyentarlo con la señal de la cruz, pero sólo consigue que le muerda la mano. Eufrosina la exige al “fantasma” de su Memín que se vaya, y ante su rechazo, el negrito blanqueado derrama lagrimas que empiezan a despintarlo. Así, comprueba que no es un fantasma y Eufrosina ya puede estrecharlo entre sus brazos, dejando atrás la angustia de hace rato. Sus amigos se despiden y más tarde, Memín duerme tranquilamente después de que Eufrosina le ha dado un buen baño para terminar de despintarlo.
Los “vikingos bravos” siguen entreteniéndose, jugando béisbol con otras pandillas de mozalbetes. Durante un encuentro, surge una disputa con los rivales que pone a Memín muy agresivo. Acaba “ponchando” a uno que lo había molestado administrándole un batazo en las rodillas (ejemplo de un mal deportista). En la casa Arozamena, el padre de Carlangas lamenta ante su madre el no haber podido lograr que su hijo fuera a vivir con ellos. Siente que quedará completamente solo cuando ella le falte, y no le queda ninguna otra ilusión en su existencia solitaria. La anciana decide tomar cartas en el asunto. Ella misma va a visitar a Isabel, no perdiendo tiempo en echarle en cara la miseria en que pretende criar al muchacho. Isabel se defiende de sus argumentos poniendo adelante el amor que le tiene su hijo y que es mayor a cualquier cosa que quieran ofrecerles, pero Doña Candelaria replica que, siendo un niño inexperto, no entiende lo que hace, y que eventualmente le reprochara a ella por mantenerlo así. Agrega que las madres que aman a sus hijos se sacrifican por ellos (sin incluirse así misma, claro, que no dejó a su hijo casarse con la mujer que él amaba). Habiendo sembrado la duda en su corazón, la anciana se retira.
Desde entonces, Isabel no puede estar tranquila, y comienza a darle la razón a sus palabras. Memín va a visitar a Carlangas, y mientras éste se arregla, aprovecha para hablar con Isabel, y acaba diciendo de más, como siempre. De ese modo, ella se entera de una excursión a la que todos los de la clase fueron, por la que debían pagar cierta cantidad, pero Carlangas no le dijo nada, y Memín da a entender que si tenia deseos de acompañarlos. También menciona un día en que fueron a una pista de patinaje, donde a él se le dio muy bien, pero tampoco siguieron yendo por el costo de admisión. Todas estas cosas hacen que Isabel comprenda que su hijo no disfruta de la vida (¿sólo por prescindir de algunos lujos? no es para tanto). Al día siguiente, Isabel sale de casa, dejando una nota para Carlangas indicando que llegará muy tarde. Lo primero que le viene a la cabeza es que ha vuelto al cabaret, pero se esfuerza por desechar ese pensamiento. Al regresar Isabel, pretende estar embriagada, alegando que sintió deseos de ir a divertirse un rato con unas amigas. Esto tiene mal efecto en Carlangas, siendo ésta la intención de Isabel, que aunque sufre por dentro, pide fuerzas al cielo para poder seguir adelante, hasta lograr forzarlo a alejarse de su lado.
Carlangas anda decaído por lo sucedido, pero lo oculta cuando sus amigos le preguntan que tiene, aunque no puede evitar ponerse de mal humor, sobretodo con quien ya supondrán. Después, Memín les comenta a Ernestillo y Ricardo que probablemente todo se debe al asunto del padre reencontrado de Carlangas, volviendo a referirse al encuentro fuera de cuadro que tuvo con él. Me parece que, la primera vez que contó eso, no mencionó nada sobre que el señor le dijera que fuera el padre de Carlangas. ¿Estará haciendo suposiciones muy acertadas o se confundió un poco el argumento? El caso que Memín les sugiere que deben apoyar a su amigo, pero al final, prefieren distraerse con un partido de béisbol. La tensión aumenta en casa de Carlangas al volver. Isabel le comunica sus deseos de dejar el trabajo de lavandera y volver al cabaret para no pasar miserias, insinuándole que si no le parece, puede irse a vivir con su padre rico. La rotunda negativa del muchacho hace que desista temporalmente, asegurando que irá a vivir en la calle antes que con su padre, y decide seguir lavando, incitándolo a salir a jugar con sus amigos. Carlangas se reúne con un resentido Memín por la contestación de hace rato (¿pues que no estaba preocupado por él?), pero no lo toma en serio y al rato ya están jugando los cuatro. Memín maneja el bat, imitando el sostenimiento de una raqueta de tenis, lo que increiblemente le produce buenos resultados. Eso, considerando que no es conveniente manipular un bat de béisbol con un sólo brazo sin correr el riesgo de dislocación y tomando en cuenta lo durisimas que son esas pelotas, que es lo que alguien debería de aconsejarle. Isabel se comunica con Arozamena para ponerlo al tanto de sus planes, dándole una hora predeterminada en que hará que su hijo salga de casa para que éste pueda aprovechar e intentar disuadirlo de que se quede con él. Después, Isabel reza ante la Virgen para seguir resistiendo, y se dirige a casa de una vieja amiga para pasar la noche.
Al ponerse oscuro, los “vikingos bravos” suspenden su partido. Se dirigen a sus casas y Carlangas vuelve a angustiarse al no encontrar a su madre, que esta vez ni nota dejó. Hace lo posible por distraerse, pero acaba consternado y sale para distraerse. Se sienta a descansar en un parque, y Arozamena no tarda en salir a su encuentro, alegando haberlo encontrado por “casualidad”. Platica un poco con él, diciendo haber oído rumores de que su madre ha vuelto al cabaret, pero Carlangas los niega, asegurando que salió para refrescarse y nada más, mientras su madre anda descansando en casa. Arozamena le propone que se citen al día siguiente para que pueda ir a la casa otra vez y saludar a su abuela, pero Carlangas no promete nada. Ofrece llevarlo a su humilde vivienda en su auto, y en el trayecto, usa psicología inversa para que se atenga los deseos de su madre. Carlangas se deja caer en la cama y se queda dormido.
Memín y Eufrosina también duermen, cuando de pronto, el primero se levanta de la cama, aparentando estar sonámbulo. Eufrosina se da cuenta, asustada, temiendo que le pase algo como suele sucederle a los sonámbulos cuando se les despierta repentinamente. Lo observa prepararse una torta de miel y comérsela. Al volver a la cama, Memín la saluda como si nada, revelando que no estaba caminando dormido en realidad y que sólo tenia hambre. Eufrosina se apodera de la tabla para enseñarle a no andar vacilandola. Como que esto no venia al caso, pero había que apartar la atención a la familia de Carlangas por un rato, supongo. Isabel regresa a casa en la mañana, y en cuanto ve a Carlangas, hace comentarios burlones sobre que él no cumplió su palabra de irse si ella volvía al cabaret. Es más de lo que él puede soportar y se va para no volver. Isabel intenta retenerlo, pero se contiene, sabiendo que es lo mejor.
En casa de Arozamena, éste expresa a su madre su preocupación porque la estrategia de Isabel no resulte y el chico falte a la cita, pero ella confía en que triunfarán. Carlangas se dispone a ir a la escuela, pero al recordar que ya no tiene casa a cual volver, no le ve el sentido, y da la vuelta, justo después de ver a Memín eludir espectacularmente a un auto que casi lo atropella. Se acuerda de su padre, pero se muestra renuente a ir con él. No obstante, pronto cambia de parecer y se dirige al punto de reunión. Ahí, Arozamena ya está esperándolo y vuelve a ofrecerle que vaya a vivir con él, aunque sea una temporada, para ver si puede ambientarse. Carlangas acepta, alegando que Isabel está de acuerdo, ocultando lo que sucede, soltando una mentira de que ella tomará un trabajo temporal fuera de la ciudad y no puede llevarlo consigo. Sabiendo lo que en realidad ocurrió, Arozamena guarda silencio y no hace ningún comentario. Lo lleva a comprar ropa nueva y a comer, esforzándose por ganar su confianza y pidiéndole que lo tutee de ahora en adelante y lo llame “papa”, a lo que Carlangas accede. Lo lleva a casa para mostrarle de nueva cuenta lo que ahora será su hogar, mostrándole el cuarto que ya le prepararon. Saluda a su abuela, quien no está contenta con que la idea de que sea temporal, pero espera que poco a poco logren conquistarlo. La anciana acaba expresando su pena al saber del sacrificio que tuvo que hacer Isabel (aunque fuera justo lo misma que ella le recomendó y ya debia esperar ese resultado de antemano) y promete tratarlo bien.
Isabel sufre terriblemente, concentrada en su trabajo, pero resintiendo la ausencia de su hijo, tratando de convencerse a si misma de que hizo lo correcto.En la escuela, sus amigos y el profesor Romero están preocupados por la falta de Carlangas. El maestro propone llevarlos a su casa después de clases para ver que sucede. Al llegar ahí, encuentran la vivienda vacía. Una vecina les dice que no sabe nada de que se hayan mudado, por lo que quedan desconcertados. Memín supone que posiblemente han hecho lo mismo que él y Eufrosina suelen hacer para no pagar la renta, mudarse de barrio en plena noche para que no los pesquen (¿ahora resulta que son embaucadores?). Tanto sus amigos como el profesor se escandalizan, pero se guardan su opinión. Regresan al coche, decidiendo esperar al día siguiente, a ver si para entonces Carlangas vuelve a clases. El maestro lleva a todos a sus casas, menos a Memín, a quien ofrece darle una clase extra para explicarle bien lo que no ha comprendido. Así se la pasan hasta que Memín siente cansancio y el profesor da la lección por terminada.

Y con el nuevo cambio de vida y los incidentes jocosos de Memín, llegamos a al fin de otro segmento en esta larga trama.

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