domingo, 7 de agosto de 2011

Memín Pinguín Bicentenario

Para conmemorar el aniversario de la Independencia de México, Editorial Vid ofrece una edición especial de Memín de 64 páginas, publicada para ofrecerse gratuitamente en la compra de respectivos ejemplares de los periódicos El Sol de México, La Prensa, y Esto (indicando algún tipo de acuerdo que beneficiaria a todas las partes aunque parece que no fue una oferta valida en todo el país, probablemente debido a un tiraje limitado).

Con un estilo diferente en argumento y dibujo, se nos presenta esta curiosa historia especial de Memín con el único objetivo de repasar la historia de cómo México obtuvo su independencia.
Después de un día normal de clases, Memìn, se entusiasma exageradamente con los datos que les cuenta Romero, al grado de que a la salida, declina la oportunidad de echarse una cascarita con sus amigos para irse rápido a su casa. Intrigados, Carlangas, Ernestillo y Ricardo lo siguen, en lo que Memín va tan a la carrera que provoca molestias al cruzar la calle infestada de tráfico y todavía propicia que un perro lo correteé. Entra y cierra la puerta antes de que el perro lo agarre, y sin saludar siquiera, abruma a Eufrosina con su palabrería, empezando a contarle sobre los antecedentes de independencia que hubo en algunos sectores de Nueva España, los cuales fueron atribuidos a los negros (no me gusta usar esa denominación para la gente de color pero el mismo Memín lo dice de esa manera, así que él sabrá).
Involucrándose el mismo en la historia, entra en dar referencias falsas (¿leones en America?), prontamente corregidas por sus amigos que entran sin avisar ni pedir permiso (¿cómo le hicieron para pasar por el perro?).
Comprendiendo que el entusiasmo de Memín se debe al orgullo de su color y el impulso de compartir lo aprendido con Eufrosina, lo dejan seguir, pero hay una breve interrupción cuando Memín abre la puerta por accidente y sale el perro (¿es un perro racista acaso? ya que ignoró a los otros y se espero a que Memín volviera a salir…), sobresaltándolo justo en el momento en que fanfarronea sobre lo valientes que eran sus antepasados al luchar sin armas contra fieras salvajes.
La historia de los antepasados negros de Memín prosigue y concluye, dando pie a Carlangas que ahora nos relata otra revuelta con fines de independencia con una trayectoria que Ricardo y Ernestillo continúan por turnos, ahora refiriendo a los indígenas. Hacen énfasis en la discriminación contra negros, indígenas y todo tipo de mestizos (incluso nos dan una lista completa con todas las diferentes mezclas de aquel entonces, y el mismo Memín revela ser un “cambujo”, o sea producto de la unión de raza india con los mestizos denominados zambaigo).
Conforme avanza la narración, los niños se van indignando al señalar todas esas injusticias que inspiraron la revolución, ya emocionándose cuando entran a la parte que todos conocemos, al empezar a involucrarse a Miguel Hidalgo y compañía. Se hace otra pausa al referirse a los reyes nomas para comparar su actitud con la que Ricardo ostentaba en un principio, consiguiendo que se ponga rojo de la vergüenza, aclarando que él ya cambió de opinión (¿cuál opinión? más bien quiso decir actitud ¿no?).
Continúan narrando la parte de la conspiración y entran al interminable debate entre las fechas del 15 de septiembre y el 2 de octubre (revisen las razones de esta confusión si no las conocen, aquí no nos dicen mucho y yo no soy ningún historiador). Todos se emocionan como nunca en la escena e inolvidable del Grito de Independencia, y se meten (imaginariamente) en la historia, uniéndose a la lucha, mostrándonos escenas inconcebibles de acción en una historia normal de Memín (bueno, no es de extrañar que Memín pelee con el arma más fuerte que conoce: la tabla con clavo, pero ¿Ricardo empuñando un arma de fuego? y todavía Carlangas peleando con sus puños, muy valiente pero en la lucha de verdad en esa época dudo que le sirviera de algo).
Pasan a las emocionantes primeras batallas, la quema de la Alhóndiga, y muchas otras partes claves de la historia (incluso señalan algunos factores negativos que normalmente eluden en las clases de historias en las primarias, como el pillaje desenfrenado de los revolucionarios que Hidalgo y sus aliados no podían controlar ya que estaba justificado aunque no lo aprobaban). Los ánimos bajan un poco al pasar por la parte de la ejecución de Hidalgo (¿por qué tenían que mostrar una ilustración de su cabeza decapitada en exhibición? es un detalle escabroso pero irrelevante para la historia).
Siguen con las participaciones de José María Morelos, y todas las iniciativas con que su lucha fue beneficiándose y concretando cada vez más el alcance de su objetivo (Ernestillo hasta presenta los principales puntos de la declaración en Documentos de la nación). Por supuesto, vuelven a entristecerse al referir su posterior captura y ejecución, pero la historia continua con los avances de Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide (Carlangas no pierde oportunidad de señalar los tres principios que ellos acordaron que regirían en México). Finalmente llegan a la Independencia, aunque todavía pasaron algunos incidentes más antes de que fuera respetada. Memín sigue entusiasmado y ardido de odio contra los españoles por lo que hicieron, tomando la resolución de desquitarse con Don Venancio (todavía es recordado este insufrible personaje), que además de ser español, le sube a los precios en su tienda (eso ya es culpa de la crisis) pero Eufrosina le advierte que lo deje por la paz. Habiendo terminado con la lección improvisada de historia para Eufrosina, a ella le da por recompensarlos con un pastel recién horneado (¿cómo puede estar recién horneado? todo lo que dijeron debió haberles tomado más de dos horas ¿acaso ella estaba cocinando todo el tiempo mientras ellos hablaban? apenas la vimos sirviendo comida como sì desde el principio contaba con que iban a caerles visitas).
Un epilogo es presentado al día siguiente cuando Romero lleva a sus alumnos (aunque Memín y sus amigos son los únicos presentes, haciendo suponer que a los demás les vale o hay favoritismos y ya los cuatro son sus unicos alumnos calificados para ir a excursiones) al Paseo de la Reforma, señalando al Ángel de la Independencia y la zona donde guardan los restos de los héroes de la patria (hasta ese momento se les ocurre cuestionar la existencia del mítico india “El Pípila” cuando bien pudieron hacerlo mientras contaban su respectiva participación en el resumen histórico del día anterior). Memín quiere visitar a los cadáveres pero Romero le indica que lo mejor es dejarlos descansar en paz. Eso no desanima al negrito y propone que les canten el himno nacional, dando un solemne fin de esta manera a esta historia reflexiva sobre la historia misma.
Después de haberse trabado tanto en ediciones de pésima calidad de Memín Pinguìn, en esta ocasión podemos alabar a Editorial Vid por brindarnos (aunque nos quieran hacer comprar el periódico) una historia digna y memorable, tanto para las celebraciones de la patria como la misma revista (que acababa de “cerrar” y relanzarse desde el principio pero ya explicamos eso).
Una edición altamente recomendable al igual que la sucesiva en la que tocaría celebrar el Centenario de la Revolución Mexicana.

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