jueves, 4 de agosto de 2011

Memín Pinguín #431-433

Accidentalmente, Memín acaba acompañando al padre de Carlangas hasta Cuba, viviendo una serie de aventuras a su particular estilo de meterse en problemas a causa de su imprudencia innata.

Después de otro típico día de clases, Memín y sus amigos regresan a sus casas. En el hogar de Carlangas, Isabel atiende la llamada de una mujer llamada Georgina que busca a su marido, lo que la pone muy insegura durante un buen rato. Carlangas lo comenta con sus amigos más tarde y Memín inmediatamente adivina la situación, alegando que ella era ex novia de Carlos y quiere volver con él. A su vez, Carlos tranquiliza a Isabel, contándole que Georgina sólo lo llamó para pedirle viajar hasta Cuba y revisar un edificio que ella ha diseñado puesto que también se dedica a la ingeniería. Para el viaje le indicó que podía realizarlo con su familia, pero Isabel excusa quedar con Carlangas por cosas de las boletas de calificaciones, confiando en Carlos para que vaya solo.
Llegue el día de la partida y todos se reúnen para despedirlo en el aeropuerto. A Memín le entra por conocer lo que él supone es la zona de las aeromozas, metiéndose al compartimiento donde se guardan las llantas del avión, quedándose atrapado cuando retiran las escaleras. El avión despega y Memín se va en calidad de polizón accidental (¿cómo pudo meterse en ese predicamento si él ya ha viajado en aviones en varias ocasiones?).
En el aeropuerto, sus amigos e Isabel se percatan de su desaparición y consigan que les permitan llamarlo por los altavoces, pero él ya está fuera de su alcance. Dentro del avión, el ingeniero Arozamena traba conversación con su compañero de asiento, un gordinflón llamado Miguel al que dicen “El Flaco” (personaje irrelevante ¿para que molestarse en darle nombre?), que se esmera en hacerle platica mundana.
Mientras, los amigos de Memín deciden que ha de haberse ido a su casa, y van para allá, acabando por angustiar a Eufrosina.
En Cuba, el avión arriba al aeropuerto y hasta entonces descubren a Memìn, casi muerto de frio por su incomodo “camarote”. “El Flaco” resulta ser medico (ni tenia la pinta) y se ofrece para atenderlo pero Memín se recupera enseguida. A Carlos no le queda otra opción que cargar con él.
Isabel informa a Eufrosina que ya llamaron a las televisoras para comunicar la desaparición de Memín (¿no deben haber pasado 48 horas para eso y todavía más para recurrir a los medios de comunicación?) pero Carlos llama por teléfono, notificándoles de la situación del negrito. Como no puede enviarlo de regreso solo, tendrá que mantenerlo a su lado hasta el regreso, con lo que Eufrosina ya queda tranquila.
En Cuba, Carlos y Memín se dirigen a su hotel, tomando un guagua para que los transporte. Memín confunde el concepto con un perro y ya anda pensando que las cosas ahí tienen nombres de animales.
Dentro del guagua, un hombre observa a Memín y le pregunta si es de Camagüey (¿a poco el acento de Memín suena como para que sea originario de ahí?). El negrito responde criticando que ese es un nombre horrible para un lugar, provocando la furia del hombre que oportunamente es aplacada por Carlos, excusando que Memín está cansado y no sabe lo que dice.
Al poco rato, se encuentran en un restaurante, donde Memín se hace el ignorante cuando les preguntan que van a ordenar, comentando si se encuentran en un cuartel (como si fuera la primera vez que va a un restaurante, además creo que ese chiste ya lo usó en el pasado). Para evitarse problemas, Carlos le tapa la boca y ordena que empiecen por servirles agua.
En México, Eufrosina, Isabel y los amigos de Memin celebran que ambos hayan llegado con bien a Cuba, por lo que Isabel siente la necesidad de hacer un brindis. Eufrosina protesta creyendo que es licor pero Isabel asegura que es pura agua. Sobra decir que esta escena es muy irrelevante para la historia…
Ahora si, Carlos y Memín ocupan su habitación en el hotel. Carlos llama a Georgina para reportar su llegada, pero Memín le arrebata el auricular, creyendo que habla con Eufrosina, hasta que se lo arrebata y ya sigue hablando tranquilamente con su “vieja amiga”. Una vez que cuelga, Memín le comenta de su suposición de que ella es su ex, y Carlos confirma que en efecto, así es. Como Eufrosina andaba en la casa de los Arozamena, Memín ya no pudo comunicarse con ella (no les avisaron cuando hablaron con Isabel) pero poco le afectò. Empleados vienen a colocar una cama extra para Memìn, aprovechando para bromear que están poniendo al “tigre”. Carlos les da su propina y deja que Memín se eche un baño de burbujas, tomándose un respiro y comprendiendo que Carlangas no ha exagerado sobre lo difícil que es aguantarlo. Después del baño, Memín siente que sus tenis están muy sucios y utiliza el cepillo de dientes de Carlos para limpiarlos (por supuesto, sin haberle perdido permiso y Carlos ni se entera cuando siente asco en la boca mientras cepilla sus dientes) y al poco rato se disponen a dormir. A Memín no le dura mucho el sueño y le pide a Carlos que lo ayude cantándole una canción, pero él le sale con una de cuna. Memín le da un ejemplo de las canciones que le gustan, echándose un repertorio muy desafinado de canciones con las que acaba por quedarse dormido.
A la mañana siguiente, por fin van al despacho de Georgina, quien se ve completamente dispuesta a tirarle los perros a Carlos. Deja a Memín en un parque infantil para que se distraiga y lleva a Carlos a un centro nocturno que ofrece un espectáculo de exóticas bailarinas para que empiece a entrar en “ambiente” (¿si es nocturno porque está abierto a esas horas de la mañana o el tiempo en verdad ha pasado tan rápido?). Memín se aburre en el parque y se reúne con ellos, acabando por participar en el espectáculo de las bailarinas. Georgina se molesta ya que interrumpe el momento justo en que iba a declarársele a Carlos.
En el trayecto hacia el edificio que quiere que Carlos revise, la presencia y cháchara de Memín la irritan tanto que prende la radio, sintonizando una estación de canciones que ponen al negrito a cantar y bailar, empeorando el humor de la mujer.
Finalmente llegan al edificio de trece pisos, teniendo que subir las escaleras al no funcionar el elevador, para pesar del flojonazo de Memìn, prosiguiendo con la inspección del pent-house.
Ahí, Georgina hace más obvias sus intenciones de ligarse a Carlos, llegando incluso a pedirle matrimonio (si él ya le explicó que está felizmente casado, que descarada). Memín se distrae siguiendo a una araña, llegando hasta la cornisa, donde no tarda en percatarse de su precaria situación. Carlos escucha sus gritos de auxilio, justo cuando estaba por rechazar los avances de Georgina, y se mete a la cornisa para ayudarlo, olvidándose de que es muy grande para darse la vuelta, complicando el problema. Georgina llama a los bomberos, quienes tienen problemas para realizar su labor al encontrar varios errores de diseño en el edificio, pero consiguen poner una lona para salvar a Carlos mientras que a Memín lo tienen que cachar al aire (dramáticamente, al mismo tiempo que Eufrosina se inquietaba y le rezaba a la Virgen, recuperándose inmediatamente después, presintiendo que le quitaron ese mal presentimiento).
Los bomberos se marchan y Georgina llora con amargura, considerando el renunciar a su profesión, revelando que ese era su primer edificio ya que su ex esposo no le permitió ejercer su carrera antes. Carlos la anima a no darse por vencida y comenzar corrigiendo todos los errores en el diseño del edificio. A su vez, Memín sugiere poner insecticida para que no haya bichos que atraigan a los niños a las peligrosas cornisas (como que para eso sólo se necesita no ser tan estúpido ¿no?).
Habiendo cumplido su cometido, los dos regresan a México, teniendo un aun más difícil viaje de regreso, todo por culpa de Memín y sus ocurrencias. Para empezar, se pega a la azafata para colarse a la cabina del piloto, y como éste anda muy distraído pensando como le hizo para meterse, se sube encima de él y toma los controles, poniendo en riesgo a los pasajeros al caer en picada. La azafata lo saca de ahí y todo vuelve a estar en calma, hasta que más adelante les toca vérselas con una bolsa de aire. Memín iba al baño cuando ésta lo toma por sorpresa y la azafata tiene que llevarlo de vuelta al asiento.
A Carlos le da por ponerse a comentar de que siente tener el “Síndrome de Jamaicón”, pero Memín lo malinterpreta a su gusto por un equipo de futbol, declarando a todo pulmón su apoyo hacia el Atlante. La azafata se exaspera de nuevo, poniéndose en vergüenza ante los demás pasajeros. Carlos termina de contar su comparación, alegando que al igual que aquel jugador del Guadalajara, él tampoco aguanta más de dos días lejos de casa. Hasta entonces le da por preguntarle si no tomó su cepillo de dientes aquella noche, pero por supuesto que el negrito lo niega.
Ya de vuelta en México, a la hora de despedir a los pasajeros, la azafata excluye a Memín de decirle que vuelva pronto, sino dentro de un par de siglos. Tienen lugar las reuniones de las familias, donde la que más llama la atención, como siempre, es la de Memín y Eufrosina. Tras apapacharlo, ella pide prestado una tabla a un empleado y procede a corretearlo para darle su buena tunda fuera de cuadro (no creo que sea buena idea hacerlo en un lugar publico, no seria difícil que la detuvieran ahí mismo por maltrato infantil). De regreso en su casa, Eufrosina le sirve a Memín un frugal alimento, provocando que en la mañana se despierte con mucha hambre y se pone a buscar algo para comer en la alacena.

Y con el hambre de Memìn, inicia otro arco y éste termina. Presentar a Cuba como escenario para variar no fue para tanto y en cierto modo se limitaron, pero con los demás elementos de la trama, tampoco diría que nos dieron una historia fuera de lugar (por esta vez) asi que es aceptable.

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