sábado, 13 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #210-213

Carne de Ébano: Quinta Parte

Capítulos 71-74

Porque debe haber un final. La lucha de Bogar por la libertad termina, llegándole la hora de volver a casa, pero no sin antes pasar por una dura prueba de la vida al reencontrarse con su peor enemiga que se encuentra en el peor estado posible.

Habiendo dejado a Albert cuidando a su padre moribundo, el batallón de Bogar avanza, cosechando nuevas victorias. Tras conseguir una de éstas, algunos de sus hombres se quejan de haber sido repudiados en una casa de mala nota a la que fueron a celebrar. Bogar va para allá para hacer valer sus derechos, descubriendo que la dueña es ni más ni menos que Elizabeth, que al reconocerlo, enseguida vuelve a tratar de seducirlo, en un intento por tomarlo desprevenido y atacarlo con un puñal. Bogar le arrebata el arma y se entretiene poniéndola en su lugar para que pague todas sus culpas, pero le informan que están siendo cercados por el enemigo, y la deja ahí, prometiéndole terminar lo que empezó algún día.
La lucha de Bogar dura dos años, terminando sus días de batalla, súbitamente, después de haber sido herido en una pierna durante la misión de detener un convoy. Bogar es hospitalizado y debe pasar por una larga recuperación, resintiendo su estado, pero recibiendo apoyo (el cual desdeña en un principio) por parte de la Madre Angustias, una joven amable y firme en sus convicciones. Entera a Bogar del estado de una paciente cuyo rostro se quemó durante un incendio, la cual no quiere dar su nombre, y al poco tiempo, él hace el intento de hablar con ella. Su platica provoca una reacción en la mujer, provocando que lo rehúya por unos días, pero finalmente acepta su compañía. Bogar la compadece y persiste en acercársele, contándole sobre su vida y en especial, aquel rencor contra cierta mujer, que la Madre Angustias reprueba.
Cuando llega el momento de que le quiten los vendajes, la mujer pide a Bogar estar presente, descubriendo un rostro irreconocible, sin labios ni nariz. Ella revela una cicatriz provocada por la agresión en su último encuentro con Bogar, y a éste por fin le cae el veinte de que se trata de Elizabeth. Impresionanado y comprendiendo el nivel equivalente de castigo que el cielo ha hecho caer sobre Elizabeth para pagar por los males que hizo, rechaza la insistente petición de ella de matarla y terminar con su miseria.
Considerando que su presencia la altera, se apresura a tomar sus cosas, ya habiendo concluido desde antes su recuperación, para volver a casa. Agradece las atenciones de la Madre Angustias y se despide ella pero inmediatamente después se enteran de que Elizabeth, no queriendo vivir como un monstruo, se ha suicidado, arrojándose por la ventana. La alguna vez hermosa y perversa mujer es sepultada y Bogar parte, apesadumbrado.
La guerra ha terminado y los rebeldes han sido derrotados, haciendo respetar finalmente la aboliciòn de la esclavitud. Bogar regresa a su hacienda abandonada, encontrandola en ruinas, temiendo lo peor, pero pronto aparece Dydia, presentándole a la hija que nació en su ausencia, a la que Bogar decide poner el nombre de Yama. Divisan la llegada de Albert en la distancia, informando que su padre murió y no le queda nada más en la vida.
Bogar le ofrece quedarse y junto con él, dirigir la hacienda, abriéndose a un futuro optimista en el que se invoca la imagen de su madre y con quien iniciara toda esta cautivadora historia, Yama, siendo justo que con ella le pongan punto final.

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