lunes, 1 de agosto de 2011

Memin Pinguín #428-430


Presionado por Memín, Carlangas se inscribe en un torneo de artes marciales, contando con el negrito como su improvisado “sensei, llevando a una serie de situaciones jocosas y desabridas muy típicas.

Memín y sus amigos se encuentran en casa de Ricardo para ver la lucha libre en su televisión. El negrito no pierde tiempo en atascarse con las botanas, ofendiendose ante las quejas de sus amigos, todavía atreviéndose a criticar al “servicio”. Carlangas le baja los humos con una zancadilla, y Memín se disgusta tanto que voltea su silla, negándose a ver las luchas con ellos. Ellos no le insisten y dirigen su atención al televisor, mientras el negrito sufre y se hace fuerte para resistir la tentación (todavía hasta rezándole a Dios…si, estoy seguro de que a El le preocupa mucho ayudarnos a proteger nuestro orgullo por razones estúpidas). Predeciblemente, no aguanta y brinca para unirse a ellos. 
De pronto, la televisión deja de transmitir y Memín se apunta para repararla del modo tradicional: darle un golpe. Sus amigos lo reprenden pero desisten al ver que su método ha dado buenos resultados, aunque instantes después los de la transmisión indican que tienen una falla técnica. En lo que esta se arregla, Ernestillo y Carlangas le sugieren a Ricardo ver que hay en otros canales y terminan poniéndole a una exhibición de peleas de artes marciales. Memín no comparte su emoción, considerando que las “artes marcianas” no tienen mucho chiste. La objeción de Carlangas lo pone a la defensiva e inician una pelea donde el negrito trata de lucirse, conectándole una patada voladora a la tele por accidente. Alega que no ha pasado nada y solicita su ayuda para levantar el aparato, disponiéndose a intentar arreglarla con sus dudosos conocimientos del funcionamiento de las teles que el cree que todavia ocupan fusibles. 
La compone de chiripa pero recibe una descarga eléctrica y queda atorado. Carlangas intenta jalarlo y se electrocuta también, hasta que Ricardo desconecta el cable para salvarlos. Ernestillo ignora su dolor y les indica poner atención al anuncio del presentador, aclarando que lo que estaban viendo era una película de artes marciales (¿una con trama o la grabación de un torneo pasado? Eso no queda claro), como parte de la publicidad para la apertura de un “Gran Torneo Anual de Artes Marciales y Karate” en el que podrán participar todas las escuelas de la ciudad, ofreciendo como premio un hermoso trofeo (el cual debe ser tan apantallador que ni una imagen de este nos pueden mostrar, basta con ver las expresiones de Memín y sus amigos). Memín se emociona junto con ellos pero no por el trofeo sino por la feria que van a ganar, hasta que ellos le aclaran que el locutor no mencionó tal cosa. El negrito vuelve a su arrogancia al considerar que ganarse un mugre trofeo es muy poca motivación, irritando a Ernestillo y a Ricardo. Carlangas se limita a hacerles ver que no hay quien represente a su escuela de todos modos. Memín cambia de parecer en un segundo sin razón aparente, indicándoles que si hay un peleador perfecto para participar en el torneo. Por supuesto, se refiere a Carlangas, que no lo capta al principio. Debido a su falta de experiencia en las artes marciales, se niega a involucrarse, temiendo que lo aniquilen. 
Memín promete dejarle flores en su tumba y Carlangas sale corriendo como un gallina.
La cosa se pone aun más infantil conforme pasan los días y Memín se le aparece a Carlangas en todos lados, insistiendo en presionarlo hasta volverlo loco. No puede más y grita en la clase de Romero (tras recibí una insistente nota de Memín), aceptando y comprometiéndose públicamente por accidente. En el recreo, Carlangas se lanza contra Memín, pero sus amigos lo tranquilizan. El negrito persiste en demostrar que su amigo tiene aptitud, procediendo a arrojarle piedras, que este bloquea con rápidos reflejos de manos y pies. Sus amigos quedan impresionados y el mismo Carlangas debe admitir que Memín tenía razón sobre su capacidad como peleador. 
Aun así, Ricardo les hace ver que existen dos requisitos a cumplir para los que se quieran inscribir al torneo: pagar una cuota de inscripción (que el mismo Ricardo ofrece pagarle a Carlangas) y contar con un entrenador calificado. Carlangas se inquieta al no conocer a nadie y Memín lo desconcierta al ofrecerse en el puesto (pese a no estar calificado ni como estudiante).
La sangronerìa insoportable de Memín no se hace esperar, atreviéndose a cobrarle a su amigo por sus “honorarios” pero ofreciendo una “rebaja”. Ernestillo y Ricardo se unen a la indignación de Carlangas, dándole un ultimátum a Memín para que haga algo en lugar de andarse haciendo el payaso, dejándolo preocupado durante la clase. Bastante exagerado, Memín ya se anda dando por muerto pero ve como librar su situación cometiendo insolencia tras insolencia, ganándose que Romero lo saque del salón (primera vez que este actúa más como el educador que es, pero sin molestarse en dar sermones ni inmiscuirse en el problema del negrito con sus amigos).
De vuelta en la comodidad de su casa, Memín cree haberse salvado de la furia de sus amigos (por favor, peores cosas les ha hecho y no le ha ido tan mal) pero ellos no tardan en tocar la puerta, luego de pasar otra escena en que saca a Eufrosina de sus casillas al tratarla de sirvienta. 
Memín intenta que Eufrosina les prohíba el paso pero en su terquedad, ella los deja entrar. Eufrosina se va al mercado para que jueguen a gusto y en cuanto se va, los tres le ponen una guamiza a Memín que no vean (así es, sólo ponen los efectos de sonido tras la puerta, no vemos nada). Con esto, logran “convencerlo” de cooperar y Memín los cita en el callejón, negándose en darles detalles sobre lo que planea para ayudar a Carlangas, desconcertándolos y sacándolos por la puerta (¿no acababan de pegarle entre los tres?).
Al día siguiente, Memín llega tarde y se hace el misterioso en lo que los encamina a una casa abandonada que ha acondicionado como “centro de entrenamiento” improvisado, empezando con poner a prueba los reflejos de Carlangas cuando les cae encima un espejo (poniendo a todos en peligro, incluyéndolo a él mismo). Después, Memín le ofrece a Carlangas su traje de karateca, el cual tomó "prestado" de un vecino (incluyendo una cinta negra sacada de los resortes de su ropa interior para evitar que se le caigan los pantalones ya que no es de su talla). 
Carlangas comienza a entrenar con entusiasmo, soportando las indicaciones de Memín, que consisten a ponerlo a hacer puras cosas básicas, presumiendo de que todo lo que sabe lo aprendió viendo películas (por lo que prácticamente no sabe nada más que clichés). La mayor prueba es la clásica faena de romper la tabla de un cabezazo (normalmente con la mano pero con el “sensei” Memín no se discute).
Tras varios días e intentos, Carlangas por fin rompe la tabla (¿no se habrá roto la cabeza antes?) y con eso, según Memín, ya está listo para la competencia, que es justamente al día siguiente. 
Y así, un cuadro después, ya todos están ahí, incluyendo a sus padres, Romero y su esposa, entre el publico asistente. ¿Cómo se supone que lograron cumplir el requisito de la inscripción sobre contar un entrenador calificado? Al parecer, cortaron la parte en que falsificaban las credenciales de Memín o contrataron a alguien para que fingiera ser el entrenador. Quien sabe ya con las babosadas que vemos en este revista, lo único que les importa es irse rápido con la historia (todo por desperdiciar el tiempo con las constantes vaciladas de Memín).
Memín demuestra no tener nada de fe en las habilidades de Carlangas (ya dándolo por muerto) pero éste gana su primer combate rápidamente y así con todos los demás, llegando a la final contra un oponente de nombre bastante ridículo (¿Jaimito Eguisastegui? Wow, eso es casi abuso infantil). Memín  y sus amigos ya la ven regalada, contando con tener ese trofeo (decídanse ¿quieren el trofeo o dejar en alto el nombre de la escuela? En todo caso, hablan como si todos ellos contaran cuando Carlangas es el único que está peleando). Pero como siempre, Memín  echa todo a perder en el ultimo momento, entrando sin avisar y golpeando a Carlangas con la puerta, dejándolo demasiado aturdido como para poder pelear. 
Memín sugiere que Ernestillo lo sustituya pero éste solo se enoja para después calmarse y aceptar que perderán por default. En lo que él y Ricardo se van para reportar que su amigo no peleará, Memín, inspirado por su deseo de obtener reconocimiento (ya soñando con una primera plana en el periódico donde lo nombran el mejor entrenador de karate de la historia), se pone ocurrente y se envuelve la cabeza para hacerse pasar por Carlangas. Francamente, no sè quien es más estúpido, si él por creer que con ese disfraz engañará a cualquiera, sus amigos por creer que es Carlangas milagrosamente recuperado o todos los asistentes (porque nadie parece notar que Carlangas ha tomado un bronceado extremo en tiempo record y que su estatura ha bajado considerablemente). El presentador señala que no debe pelear enmascarado pero Memín alega que las reglas no indican nada de eso y recibe el apoyo del publico corto de vista, logrando poner fin a la objeciòn para dar pie al combate. Ignorando lo del tradicional saludo inicial, Memín aprovecha para patear a su oponente cuando se inclina, perdiendo puntos por adelantarse. 
Comienzan a repartirse los golpes y obviamente, el negrito lleva las de perder, ya que su oponente es un cinta negra experto (habiéndose confiado y tomandolo por alguien más débil que él por el simple hecho de tener un nombre ridículo… ¡Pero que baboso! ¿Si fuera tan débil como habría llegado hasta la final?). Ernestillo y Ricardo (muy tardíamente) se dan cuenta de lo que ha hecho Memín pero éste insiste en seguir con la pelea. Carlangas, habiéndose recuperado, aprovecha cuando al negrito lo arrojan de una patada a los vestidores, cambiando lugares con él, poniéndose la mascara para no levantar sospechas (así que, ¿el público asumirá que mágicamente modificó su apariencia durante esos segundos? Si son invidentes, seguro) y derrota a Jaimito sin problemas. Sus amigos lo levantan en hombros, celebrando su victoria y reciben el trofeo (un enorme pero muy poco espectacular trofeo), mismo que Carlangas entrega a Romero como le había prometido (fuera de escena). Como premio adicional, le obsequian a Carlangas cuatro boletos para representar al país en el torneo internacional que tendrá lugar en Japón. Memín tarda en comprender que eso significa que ellos lo acompañaràn (según porque el premio incluye a todo el equipo del campeón…así que, de toda su escuela, ¿nomas a ellos les importaba este torneo?).
Algunos cuadros después, sus padres los despiden en el aeropuerto (desconociendo el hecho de que no tendrán supervisión adulta esta vez), deseándoles lo mejor para poner en alto el nombre de la escuela en el torneo (aunque Memín se queje de que ya la pusieron suficientemente alto). Hubo una época en la que esto tenia sentido (ya saben, en lo del partido de Monterrey Vs Dallas, Texas) pero ahora ya son mafufadas sin emoción ni drama en que los chicos pueden ir a cualquier lado sin grandes expectativas y regresar sin que haya significado ninguna diferencia para sus monotonas vidas.
Durante el vuelo, Memín parece haber olvidado como funciona el servicio gratuito de comidas para los pasajeros, dándose el atracón en cuanto se lo aclaran, derramando el contenido del vaso en el rostro de Carlangas que ya presiente que les irá mal en el viaje.
El avión llega a Tokyo y son recibidos en el aeropuerto para conducirlos directamente al torneo. Sin embargo, al haber dos edificios similares con anuncios en japonés (traducción incluida pero a ambos les ponen: “Torneo Anual de Karate” cuando el otro debería decir algo diferente…). Memín deduce que les corresponde el que tiene el lugar más grande y con mejor aspecto (dudando que organizaran el torneo en el "cuchitril" con el que calificaba al otro edificio). Bueno, para ser un evento internacional està claro que a nadie le importan mucho esta clase de competencias, dejando a cuatro niños sin direcciòn ni nada (el que los recoge se va para recoger a otros participantes pero igual esto es muy irresponsable ¿que no tienen suficiente personal?). 
Los organizadores se ríen a carcajadas cuando llegan a inscribirse. 
Memín solo se indigna y escribe el nombre de Carlangas, yendo con sus amigos a los vestidores para prepararse. Se anuncia el primer combate y las risas se extienden al público (aunque al dibujante le dio flojera dibujar al público). Muy pronto se comprende el error de Memín cuando un luchador de sumo sale para pelear con Carlangas. Ernestillo y Ricardo le espetan su metida de pata aunque Memín se confía de que Carlangas puede dominar cualquier clase de lucha, tardando en captar que su oponente es el gordito del pañal que suponía parte de algún espectáculo al inicio del evento. El luchador de sumo aplasta a Carlangas y Memín ve hacia una toalla y una cubeta, que Ernestillo interpreta como que se le ha ocurrido “tirar la toalla” para salvar a su amigo. En vez de eso, el negrito tira la cubeta sobre la cabeza del luchador de sumo, enojando a sus compañeros, que se sienten “deshonrados”. 
Vuelven su ira contra los niños y los corretean, dando pie a una alocada persecución en que terminan haciendo desastres en unos puestos de fruta y abordan un vehículo tradicional para regresar al aeropuerto. 
No tienen mucho tiempo para celebrar en el avión cuando los sorprenden los luchadores de sumo y al parecer, durante el viaje de regreso se la pasan golpeándolos sin descanso.
Muy mareados por los golpes, regresan a México para ser recibidos con alegría por sus padres y el maestro, importándoles muy poco el hecho de que no quedarán en ningún lugar (pero ni preguntándoles que pasó exactamente), felices de que hayan tenido una nueva experiencia. Pero ni tiempo les dejan para compartir tal experiencia, recordándoles Romero que mañana las cosas volverán a la normalidad en la escuela. Memín se queja de que no les den vacaciones pero sus amigos son optimistas, asumiendo que podría esperarlos otra nueva aventura. Memín dice que no le entrará pero acabará siendo el único entre los cuatro que la disfrute esta vez.

Vaya insulto para las artes marciales y la cultura japonesa. Otra excusa más para exhibir las vaciladas innecesariamente largas de Memín y darle de nuevo otra pequeña oportunidad de medioprotagonizar algo a Carlangas (déjenlo descansar, ¿no acababa de librarse de aquello del boxeo?). Ah, que chistositos. 

2 comentarios:

  1. Con que Carlanagas ganara ese torneo era mas que suficiente ¿Por que tenian que agregar tambièn un viaje a Japòn?

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