lunes, 27 de julio de 2009

Memín Pinguín #137-139

Memín vive la experiencia de ser mosquetero junto a sus amigos, a través de un alocado sueño. Cuando éste termina, debe afrontar la triste realidad y el castigo que recibirá por su imprudente acción.

Para haberse dormido con tanto pesar, al caer dentro de un sueño, la imaginación de Memín lo hace ver todo muy optimista. Con el pueblo de Francia como escenario, se muestra un paisaje deplorable. Éste se encuentra sitiado por el ejercito enemigo, sus habitantes mueren de hambre, mientras el rey egoísta se la pasa cómodamente en el castillo, alimentándose en demasía e impasible ante lo que sucede. Los que se atreven a protestar son eliminados, y la mayoría sólo puede resignarse ante tan triste situación. Los tres mosqueteros, Memín y sus amigos con los típicos atuendos y largas cabelleras (la de Memín es especialmente ridícula por ser rubia y con bucles), hablando constantemente en verso a lo largo de la fantástica parodia, acuden para ayudar a la gente de Paris. Al ver a los invasores, postrados ante las puertas, que impiden a los habitantes salir a buscar alimentos en el exterior para obligarlos a rendirse, se baten en duelo con estos. Tras matar y desarmar a algunos, encuentran la oportunidad de subir a la muralla, con lo que consiguen entrar e inspeccionar de cerca del pueblo hambriento y debilitado.
Deciden ir con el rey para exigirle hacer algo y empezar a alimentar a su gente. Viendo que éste se encuentra inmerso en su egoísmo y gula, le echan en cara la infamia que comete, enfureciéndolo e impulsándolo a ordenarles que se vayan. Pero apenas le dan la espalda cuando los guardias salen a apresarlos (debieron habérselo esperado), para luego sentenciarlos a la guillotina.
Memín consigue esconderse, y cuando uno de los consejeros comenta que faltó uno, el rey insiste en que no es posible si los mosqueteros son tres, y que al negrito lo imaginaron. Memín piensa que para salvar a sus amigos necesita la ayuda del pueblo. Se mete en una armadura para disfrazarse y así poder salir, lo que aterra a los guardias que se sorprender al verla caminar, aun después de cortarle la cabeza (la cabeza de Memín no llega al yelmo por su baja estatura, aunque eso no explica como sus cortas piernas si consiguieron hacerle andar, ni que fueran zancos). Al tratar de bajar las escaleras tropieza, y sale de la armadura para huir de los guardias. Al introducirse entre los mendigos muertos de hambre, desordena su cabello y tuerce los ojos para verse tan patético como ellos, logrando tantearlos. Pero los ojos se le quedan bizcos, poniéndolo en un aprieto, hasta que un mendigo se los endereza de un muletazo cuando lo importunaba. Memín atrae la atención de la gente gritando que tiene alimentos, y una vez que todos acuden, les hace ver que el rey tiene las alacenas repletas de comida que ellos mismos pagaron, por lo que les pertenece, incitándolos a asaltarlas. Un sujeto que ha enloquecido por el hambre, ataca a Memín, creyéndolo un pavo y está a punto de cocerlo, pero logra escabullírsele. Para ese momento, al rey le comunican que han vaciado sus reservas, y exige que todos sus soldados vayan a rescatar lo que puedan. Habiéndose quedado sin vigilancia el lugar, Memín sólo tiene que pasar por el carcelero dormido para liberar a sus amigos. Después de ver que su plan dio resultado y los soldados del rey no pueden con los pueblerinos enfurecidos, vuelven a convocarlos, ahora pidiéndoles que ayuden a socavar la invasión. Son aclamados y pronto los dirigen a la batalla, que se libra con rapidez, derrotando al ejército enemigo con relativa facilidad.
Llevan a los mosqueteros en hombros ante el rey, quien sufre ante la preocupación de morirse de hambre. Convencen a los pueblerinos de que lo sigan aceptando como su gobernante, y al comprobarlo, el rey se compadece, prometiendo repartir los alimentos justamente de ahora en adelante. En agradecimiento, les ofrece hospedaje a los mosqueteros en su palacio. En cuanto entran a su habitación asignado, a Memín le da por dar de brincos en la cama, y es entonces cuando el sueño termina y despierta a la realidad.
Eufrosina le llama la atención por andar brincando en la cama, para luego recordarle que tiene que ir a la escuela. Al acordarse del desastre que causó en la obra, Memín quiere quedarse, pero Eufrosina le indica ser valiente y aceptar cualquier clase de castigo o reprimenda que le pongan. Pide que ella lo acompañe, mas la lavandera reconoce que el ridículo en que se puso fue aun peor y no tiene caso que vaya (aunque técnicamente fue culpa suya por haber alentado a Memín a meterse a la fuerza). Casi atropellan a Memín en el camino, justo cuando estaba pensando que si eso pasara, a los otros les daría pena y lo perdonarían, pero acaba creyendo que esa no es la manera y se da ánimos a si mismo. En la escuela, sus amigos están furiosos con él, exigiendo que lo castiguen, pero Romero les recuerda que esa es su responsabilidad. Al llegar Memín, las burlas y miradas de desprecio lo bombardean. Romero lo llama por su nombre completo para resaltar su enfado y decepción, preguntándole la razón de su acto que le costó a sus compañeros haber desperdiciado su tiempo de preparación, por no decir la obra entera. Memín no tiene excusa y acepta merecer la horca.
Romero lo aprueba, pero prefiere expulsarlo del salón, mandándolo directamente al grupo de primer año, hasta que aprenda la lección. Memín, llorando y consiguiendo que sus amigos se apenen por él, recoge sus cosas y se despide. Romero se hace fuerte para no demostrar que también le aflige el castigarlo tan severamente, pero así tenia que ser, puesto que él se lo ha buscado. Estar entre niños de primer año, donde se encuentra Chemita (ultima vez que veremos al indito), es humillante para Memín. Un cuadro después, ha pasado suficiente tiempo y esta perdonado y el penoso incidente olvidado, volviendo todo a la normalidad. Todo a tiempo para otro episodio considerablemente largo.

2 comentarios:

  1. Mis respetos para el que hizo esta gran recopilacion

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    1. Gracias. Todo ha valido la pena para dar el mejor trato posible a esta historieta por mucho tiempo subestimada y relegada.

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