lunes, 31 de mayo de 2010

Memín Pinguín #387-388


Una visita a una estación de radio acaba por presentar una oportunidad para Memín y sus amigos de ingresar al estrellato como una improvisada banda musical. Sobra decir que la fama no les dura ni un instante.

Habiendo resuelto (o más bien haber perdido el tiempo en) lo de la secuencia anterior. Eufrosina lleva a Memín y sus amigos a la estación XEW. Les dicen que se dirijan al estudio 6, pero en el camino, se separan de Eufrosina. Memín se pone sangrón y ya trataba de que Carlangas lo llevara de caballito, pero éste no tarda en arrojarlo al suelo. En un cuarto donde están al aire, los regañan, y Memín demuestra no estar enterado de cómo funcionan las estaciones y sus programas. Sus amigos le insisten a que alcancen a Eufrosina, y Memín se queja de que ya no puede caminar más (con lo poco que se valora la radio hoy en día, las estaciones no pueden ser así de amplias ¿o si?). Recorriendo los pasillos, Memín divisa a diferentes celebridades regionales. Perdonen mi ignorancia, pero si él los reconoce, yo no (solo uno que parece ser Pedro Infante), y no mencionan sus nombres, tal vez por no tener los derechos o no involucrarlos de más en esta basura de revista. Les dice a sus amigos que ahí no pasa el tiempo (¿eran fantasmas? Si reconociera a todos los que salieron podría decirlo, pero no, lo siento). Por fin llegan al estudio 6, pero están confundidos, inseguros sobre si será ahí o no, y se desconciertan más al ver que el programa es uno llamado “El aficionado”, patrocinado por un producto de jabón (que para acabar se llama “Espuma Feliz”). Como Eufrosina no está ahí, suponen que se equivocaron de estudio. Tratan de salir, pero el portero se los impide, ya que nadie sale hasta que el programa termine. Les aclara además que ese es el estudio 9, y que algún chistoso puso al revés el letrero. Memín se pone grosero, pero le tapan la boca y no les queda más que resignarse a ver el programa, que presenta a una serie de aspirantes a cantantes muy desafinados. A uno de ellos le toca cantar con el micrófono desconectado. Memín le ayuda conectándoselo, pero eso produce una descarga eléctrica que lo deja indispuesto para continuar (si no fuera porque Memín lo hizo no tendría sentido que uno se de toques así, pero cuando se es bueno para tener u ocasionar accidentes desafortunados…). El locutor pide a alguien del público reemplazarlo, justo cuando los amigos de Memín tratan de sacarlo, creyendo que matará a alguien. En su intento, lo lanzan sobre el escenario, y sin querer, lo comprometen a ser el sustituto del que casi muere electrocutado. Memín pide que lo anuncien como “Memín y su trío”, arrastrándose a sus amigos a esa vergonzosa presentación. Ellos se enfadan, pero no les queda más que tomar los instrumentos que tienen a la mano y tocar. Apenas y se ve lo que tocaran, cuando el locutor anuncia su triunfo en el siguiente cuadro, y de premio ganan una dotación de detergente, que para Memín es una gran recompensa para ahorrarle mucho a Eufrosina con lo que necesita para la lavada. Salen y se encuentran con Eufrosina, mortificada por haberlos perdido, pero ya se los llevaba para volver a casa. Un hombre los retiene, y Memín lo toma por un policía que descubrió su “intento de homicidio”, pero éste se presenta como Arturo López, un representante artístico interesado en ellos, ofreciéndoles un contrato. Eufrosina se niega a consentir que su hijo se dedique a eso. Entre los amigos de Memín intentando disuadirla y la presión del representante asegurando que podría acompañarlos en la gira, ella considera que con la oportunidad que ofrece de viajar, podría visitar a su pueblo añorado, logran convencerla de firmar.
La gira comienza…de inmediato, en la siguiente pagina (¿mismo día? Si es así, ya fue un día muy largo, ¿no creen?). A bordo de un camión y por un camino en malas condiciones, los chicos y la señora van a la primera presentación. A Memín se le sube la “fama” (que ni ha comenzado) a la cabeza muy rápido, y ya se cree y viste como estrella. Protesta ante el deteriorado lugar en el que tocaran, pero el representante no hace caso y les indica donde se hospedarán. Memín se aprovecha brincando en la cama y queriendo acaparar la ducha, al grado de que lo echan fuera. Llega la hora de la comida, donde Memín se manda, esperando que le sirvan caviar y champaña, conformándose con los huevos con jamón. Ricardo les decía a los otros que le tuvieran paciencia, pero él mismo pierde los estribos ante tanta impertinencia del negrito, demostrando que nadie puede aguantarlo mucho tiempo. Se alistan para la tocada, que no dura mucho y tiene muy pocos asistentes. Memín exagera al recibir las ovaciones y ante su actitud, Ricardo le arroja una maraca. Por hacer una reverencia, el negrito la elude y ésta golpea en la cara a un asistente, enfureciendo a sus amigos y se lanzan a darles su merecido a los músicos (parece que todo era un pueblo rural, con gusto por los pleitos). La turba enfurecida los obliga a correr junto con Eufrosina de regreso al camión, y sólo hasta que han vuelto a la ciudad, notan que dejaron varado allá al representante. No pierden tiempo preocupándose de ello (¿y que pensó Eufrosina de todo el asunto? ¡nada! ya ni se le vio hacer ni decir nada, en verdad que de pronto le dan un uso muy mediocre a este personaje en sus participaciones) y se van a casa, aunque Memín se queda embobado admirando a una bella mujer, que es un indicio de lo que sigue.

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