martes, 25 de mayo de 2010

Memín Pinguín #386-387

Para conseguir dinero rápido innecesariamente, Memín arrastra consigo a Trifón a una competencia de lucha libre (ojala eso lo dijera todo pero no)

Memín vuelve a casa después de clases, y se detiene afuera de la puerta al oír a un cobrador dándole un ultimátum a Eufrosina para pagar la renta o tendrán que largarse. La reacción del negrito es retirarse para no ver la escena, volviendo cuando el susodicho cobrador se ha ido, y se sube a la azotea, muy apesadumbrado. Esto es increíblemente incongruente y desconsiderado. ¿No debería primero ir a reportarse con Eufrosina y apoyarla en esta situación tan improvisada? Tsk tsk. Después, Memín pasa a pensar en lo que le haría al cobrador por hacer sufrir a su madre (si está haciendo su trabajo ¿Qué no?). Simbólicamente arroja una piedra a la distancia, la cual golpea en la cabeza a Ernestillo, que casualmente andaba por ahí, derribándolo. Memín lloriquea, dándolo por muerto y preocupándose porque acabara en prisión por asesinato. Ernestillo reacciona y se acerca para inquirir la razón de su llanto, y en cuanto a Memín le cae el veinte de que está vivo, acaba confesándose el responsable del golpe. Recibe un merecido empujón, y se excusa, contándole del estado en que lo ponen sus problemas. Ernestillo lo compadece y aguanta la impertinencia del negrito tocándole el chichón que le hizo, para luego revelar la razón de su presencia, simplemente el querer devolverle una revista de lucha libre que dejó en su casa. Memín agradece y encuentra en la revista un póster de su luchador favorito, Mano Negra (mencionado algunas secuencias atrás). Ernestillo lo toma para cobrarse el favor y el accidente, y le deja el resto de la revista. Memín encuentra algo más en ella, un anuncio que ofrece un cuantioso premio en efectivo al que aguante dos caídas en la lucha libre (y es todo lo que dice, no dice donde o hasta cuando es valido ni los requisitos, algo tan sacado de la manga como aquella tonta carrera de bicicletas). Decide entrarle a eso para solucionar sus problemas y le pide a Ernestillo que lo entrene, pero éste se niega, no confiando en que ese reto esté a la altura del negrito. Intenta halagarlo por su habilidad para pelear, a lo que replica comentando que lo mismo le diría a Carlangas, y eso es justo lo que Memín hace en el siguiente plano (¿mismo día? ¿Sigue posponiendo el regreso a casa para irse hasta con Carlangas? No tiene ninguna prisa por ver a su madre desahuciada). Por supuesto, Carlangas también se niega a entrenarlo y le advierte que renuncie. Casualmente, pasaban cercas de un gimnasio con ring y todo, en el que Memín divisa al famoso Mano Negra. Memín hace que Carlangas lo siga para meterse (¿estaba a la vista del publico así nomás, con un luchador profesional en el gimnasio?) y saludarlo. Memín ofrece su mano al luchador, cuando éste se cae de repente, y ahora los dos andan pensando si se habrá muerto y les conviene irse de ahí. Un hombre (¿empleado del lugar o su entrenador? No nos dicen) se acerca, asegurándoles que se encuentra bien, y es un síntoma de alcoholismo, ya que Mano Negra ha degenerado en un vicioso y está indispuesto casi todo el tiempo, culpando a la fama. Le quita la mascara y le echa agua para reanimarlo, y luego los chicos, muy decepcionados por lo que ha sido de su ídolo, se apuran a irse. Finalmente, Memín llega a casa para abrazar a Eufrosina, y apoyarla. Todo en un solo cuadro que no nos deja ver la replica ni el desconcierto de la mujer, mucho menos contarle de sus planes de conseguir dinero. Pasan al día siguiente en que Memín va a inscribirse en lo de la lucha, pero el encargado le hace ver que hay un requisito de peso, y él no alcanza a cubrirlo. Memín lamenta durante el recreo que ni con su glotonería consigue pesar lo suficiente, y sus amigos van a consolarlo. La respuesta del negrito es alejarse, y recibe un balonazo en la cabeza que lo hace caer de cola. Trifón se acerca para reírse de él inocentemente, y trata de ayudarlo a incorporarse, pero a Memín nomás lo molesta y se aparta. El gordito le devuelve la revista que dejó tirada y hasta entonces le cae el veinte de que ha encontrado la solución, abrazando efusivamente a Trifón para fraguar su plan.
El sábado, los amigos de Memín se encuentran en la arena para ver una función de lucha libre. Lamentan que él no esté ahí, pero como no pudieron encontrarlo, tuvieron que ir solos los tres (¿sin supervisión adulta?). Ricardo observa que en el programa, primero deberán soportar el tonto concurso de los retadores por la feria. El presentador anuncia a Memín, que muy presumido, entra luciendo su atuendo de luchador. Sus amigos no lo aprueban y tratan de convencerlo de renunciar, pero el negrito se hace el sordo y sube al ring. Lo agarran de las patas para que desista, haciendo todo un show que despierta quejas entre en publico (¿Dónde están los de seguridad para encargarse de los alborotadores?). Memín se ríe, aclarándoles que él viene de “second” y es otro el que va a pelear por el dinero. Al ver que éste es Trfión, se enojan aun más con él, pero es muy tarde para detenerlos. Se presente a su contrincante, El Cavernícola, quien de inmediato eleva a Trfión por los aires, le hace una llave y lo plancha sobre la lona. Sus amigos se horrorizan al ver la paliza que le están propinando al gordinflón, exigiendo a Memín que se responsabilice y le ayude. Lo arrojan al ring y el negrito pone la toalla sobre la cabeza del Cavernícola, pero éste reacciona tomándolo y poniendo a dar vueltas en el aire. Trifón salta para salvarlo, y el luchador lo aplasta cayendo de espaldas. Se sube al poste para brincarles encima a sus oponentes caídos, deteniéndose al oír la voz de Mano Negra, que ha llegado a su rescate.
Muy bien, así terminaba el numero 386, y para el siguiente, ahora el Cavernícola está sujetando por el cuello a Memín y a Trifón, y Mano Negra ya no tiene la capa que ostentaba al hacer su sorprende aparición en el anterior (¿he de suponer que en el tiempo que tardó en quitársela el otro luchador ignoró su amenaza y siguió desquitándose con los niños?). El aprovechado suelta a sus victimas, y se enfrenta a Mano Negra. Una lucha muy corta, en la que claro, el técnico gana. Memín y Trifón celebran con él la victoria, hasta que el negrito se da cuenta que ellos no fueron quienes ganaron, así que no tendrán el dinero del premio. Se enoja ingratamente con el luchador, que ni se entera y los invita a todos a su camerino. Le preguntan cuando volvió a las luchas (¿cuando dijeron que había renunciado? No por andar de briago iba a dejar de pelear o ellos ni lo habrían reconocido), y explica que aquel día, aunque ni hablaron, pudo darse cuenta que había decepcionado a sus admiradores, y por eso tomó la determinación de abandonar la bebida. Les habla la versión corta pero choteada de que la fama lo corrompió, poniendose emotivo hasta las lagrimas y toda la cosa. A Memín le vale todo eso, pero se entusiasma cuando les ofrece un premio especial, que no es más que mostrarles su rostro bajo la mascara, olvidando que Memín y Carlangas ya se lo habían visto cuando lo encontraron borracho, y el negrito se decepciona al encontrarlo muy feo. Por lo visto, los otros también se decepcionaron, aunque ellos tuvieron el buen gusto de disimular su impresión, apurándose a retirarse después de regañar a Memín. Un grupo de periodistas salen a entrevistar a Memín a la salida, como si fuera un luchador oficial y no un retador que técnicamente ni iba a pelear y que no cumplió el requisito de peso. Memín aprovecha para acercarse el importante, anunciando su retiro y dando gracias al manager (¿cual?) y a la Virgen.
En el camino, sugiere que vayan a jugar béisbol pero a sus amigos no les parece, considerando que sigue teniendo problemas económicos. Trata de correr al buen Trifón, recibiendo coscorrones por parte de Carlangas por cortarlo una vez que ha terminado de usarlo (como siempre). El gordito prefiere irse a descansar, y los cuatro se van a la casa de Memín. Entran y no hallan a Eufrosina. Escuchan voces detrás de su cuarto, que son justo las del cobrador que ya la anda echando, haciéndola llorar y todo. Memín se angustia al sentirla sufrir y sus amigos lo respaldan, abriendo por la fuerza la puerta atrancada para enfrentarse al abusivo cobrador (¿Por qué éste andaría corriéndola en su recamara? Como no se esté cobrando en una forma inapropiada…). La misma Eufrosina abre la puerta en ese momento, y los cuatro se caen. Buscan al cobrador, pero ni rastros de éste. Eufrosina está desconcertada, pero cuando le dicen lo que creen que pasa, ríe abiertamente, aclarando que eso era una radionovela que gustaba de escuchar. Así es, todo fue por el idiota de Memín anduvo sacando conclusiones precipitadamente, al igual que el ritmo de la trama para esta secuencia. Quedando el asunto aclarado, Eufrosina les tiene una sorpresa, que Memín toma por una indicación de que en el cajón anda escondido el cobrador. Eufrosina lo aparta y muestra unos pases para ir a un programa de radio. Memín alega estar confundido de que ese señor los quiera correr para luego darles ese regalo, pasándose de tarado. Eufrosina explica que fue porque ella acertó una trívia de radionovelas. Así como así, los invita a que la acompañen, porque el programa está por comenzar.
Esto abre la siguiente secuencia.

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