miércoles, 14 de julio de 2010

Memín Pinguín #404-406


Memín debe cubrir una deuda trabajando como ayudante de peluquero. “Accidentalmente”, cree haber encontrado una cura para la calvicie y sin confirmación alguna, decide promover su “producto milagroso” con ayuda de sus amigos, metiéndose en problemas.

Para variar las cosas, Memín y sus amigos andan jugando béisbol, y el juego está tan aburrido, que el negrito ya se anda durmiendo, pero aun en ese estado, se las arregla para atrapar la bola. Ernestillo le discute que fue pura chiripada, y Memín se pone pesado y presumido, como siempre.

Lo ponen a batear para bajarle los humos, y después de fallar los primeros lanzamientos, logra el tercero, pero rompe una ventana (esto ya está muy choteado, tanto para esta revista, como en cualquier otra cosa, y a estas alturas ya debería quedar claro que no se debe jugar béisbol en lotes baldíos ¡por favor, si están en el D.F! ¿no pueden ir a una chancha de verdad?). Los irresponsables salen corriendo, menos Memín que se queda papando moscas, sin entender nada, hasta que aparece Don Beto, el peluquero, dueño del estableciendo donde cayó la pelota. Memín la pide de vuelta, pero claro que él no se la da, advirtiéndole que debe pagar por el vidrio, y que si no, informará a su madre. Le ofrece al negrito trabajar para él durante el resto del verano. A Memín no le parece un trato muy justo y dice que se lo va a pensar. No pasan muchos cuadros en que lo hace, temiendo que Eufrosina se entere y viendo las ventajas de que él también le entre al negocio y acabe cortándole el cabello a la gente. Entra corriendo a la peluquería, sobresaltando a Don Beto, que casi corta lo que no debe al cliente del que se encargaba. Viendo que el negrito acepta el trato, lo pone a barrar los cabellos en el piso, y él se queja ya que quería hacer lo mismo que él, haciéndole ver que se necesita mucha practica para ello. Memín importuna al siguiente cliente, esperando recibir una propina, ya que al parecer, no entiende que no se le paga de ese modo a los “chicharos” (termino que el mismo cliente ahí indica que así se les dice a los ayudantes de peluqueros). Para ser alguien a quien le acaban de romper un vidrio que da mala imagen a su local, Don Beto se la pasa molestando a Memín haciéndolo malas bromas a su costa, como el típico adulto relajado, y todavía lo deja a cargo de la peluquería mientras se va a recoger unas tijeras que mandó afilar. En verdad a este hombre no le preocupa mucho su negocio.

Memín se pone cómodo en la silla, cuando llegan sus amigos. Carlangas grita su nombre y lo hace saltar de la silla, y dar vueltas en la hélice del ventilador del techo, y todavía cae encima del tocador, derribando varias botellas. Al parecer, sus amigos nunca han pisado una peluquería, curioseando el lugar, y poco a poco les cae el veinte de lo que Memín hace ahí. Viendo que él anda bien asentado y no hay más repercusiones por romper el vidrio, ellos se van a gozar de las vacaciones, pero Memín les suplica que se queden para hacerle compañía. Ofrece hacerle un corte de cabello gratis a Ricardo y se apresura a sentarlo, asegurando que ha aprendido mucho del oficio en sus…. ¿treinta minutos de trabajo? Estúpidamente, Ricardo acepta, quedando a merced de sus tijeras, y Memín le hace un pésimo corte moderno. Enojado, lo persigue y le arroja una taza, que rompe un espejo. Los otros se burlan de que va a deber mucho más, pero Memín halla fácil con sólo barrer los vidrios para no dejar evidencia y que Don Beto crea que el espejo desapareció y ya. Carlangas y Ernestillo toman al encolerizado Ricardo y lo sacan de ahí, dejando al sinvergüenza quejándose de que son unos ingratos, y vuelve a ponerse a barrer como si nada. Llega otro cliente, decepcionado al no encontrar a Don Beto, pero Memín se pone insistente en que él puede atenderlo, y se lo permite. El hombre está casi calvo, así que no tiene mucho cabello y no veo porque pierde el tiempo en una peluquería ya que estando así, con cualquiera que le haga el favor bastaría. Memín lo despoja del cabello que le quedaba, y el hombre se enfurece, exigiéndole que se lo devuelva. Memín no sabe que hacer, pero se le prende el foco y se pone a mezclar las botellas que encuentra, produciendo una mezcla que echa sobre su cabeza, provocándole ardores. Después de que le echa agua, el hombre se marcha furioso, advirtiéndole que si no le ha crecido para mañana, lo pagará (y por supuesto que no le paga por el servicio). Carlangas regresa a saludar a su amigo, hallándolo consternado por lo que hizo y lo que le harán, además de que no tendrá descanso para terminar de pagarle a Don Beto (¿apenas empezó y ya se está quejando?). Carlangas lo anima a que tome un descanso y salen de ahí, olvidando que le dejaron encargado la peluquería y que sólo Don Beto le diría cuando acaba la jornada. Memín divisa a un hombre idéntico al que dejó rapado, luciendo una lustrosa cabellera, y hace una deducción lógica. Arrastrando consigo a Carlangas, sigue al hombre, nomás para verlo de cerca, ni le dirige la palabra. Carlangas se exaspera, no entendiendo lo que Memín quiere decir, y él se echa todo un choro para indicar que ha inventado una cura milagrosa para hacer crecer el cabello rápidamente y ese tipo es la prueba viviente de ello. Carlangas no le cree nada y amenaza con golpearlo, pero Memín se compromete a hacerle una demostración y busca a Ricardo, a quien ya se le pasó el coraje por su mal corte y lo saluda como si nada. Memín lo lleva de nuevo a la peluquería, y antes de que Carlangas pueda impedirlo (y porque Ricardo es un idiota), termina de raparlo. Ricardo se enoja y lloriquea por lo feo que se ve ahora, y al intervenir Carlangas, discuten y se pelean.
Memín es golpeado por ambos al tratar de detenerlos, pero pronto se repone y empieza con la mezcladera de botellas, esperando obtener el mismo resultado con la “formula mágica”: Se la echa a Ricardo en la cabeza, que brinca de lo mucho que le arde y se le aplaca al sumergirla en el agua, pero no tiene nada de cabello. Se queja de que quedará calvo por el resto de su vida (le cortaron el cabello, no se le cayó, así que volverá a crecer, que imbécil).
Llega Ernestillo y Memín se le ocurre utilizarlo para lo que sigue. Para entonces, Don Beto ha llegado, y encuentra los desperfectos en su local, pero los cuatro se escapan. Van hasta la casa de Ricardo y como Ernestillo es muy listo, Memín lo pone a cargo de analizar su formula para volverla a preparar. En las primarias el plan de estudios incluye química muy básica, pero lo que hizo no es gran ciencia, así que Ernestillo ayuda, poniéndose bata y lentes para darse seriedad, mientras el tonto de Ricardo sigue llorando por su cabello perdido. Ernestillo termina de prepararla, y Memín le da un toque final acercándole un cerillo, provocando una explosión de gas. Todos sobreviven, incluyendo Memín, por desgracia, que acabó debajo de la cama. Lo sacan de ahí y los tres lo golpean, repitiendo por tercera vez el caricaturesco (y muy fuera de lugar en esta revista) efecto de la nubecita de humo.
A pesar de los guamazos, Memín se reanima, señalando un único cabello en la cabeza de Ricardo, que indica que su formula funciona, aunque con ese efecto retardado, él cree que lo recuperara en mil años (¡que el cabello cortado vuelve a crecer, tarado!). Memín decide usar la formula para hacerse millonario, y solicita la asistencia de todos sus amigos, que le cuestionan la falta de evidencias sobre su efectividad. Memín está confiado en que sirve a la perfección (o más bien, está cegado por la avaricia). Ricardo da su consentimiento por no tener nada que perder y los demás acceden. Van a la carpintería para fabricar lo que necesitarán, construyendo con trabajo, uno de esos puestos ambulantes de exhibición, con cortinas y todo. Ricardo advierte que no le ha salido más cabello, pero Memín no hace caso y sigue necio con su absurdo proyecto. Les dice que no se fijen en los detalles y se instalan en una feria local. Ahí, se encuentra el tipo al que dejó calvo, junto con su hermano gemelo, que es el de la cabellera, así que de inmediato nos queda clara la confusión de Memín. Ellos son carteristas abusados, y escuchan a Ernestillo pregonando sobre el producto milagroso para hacer crecer el cabello del “Doctor Pinguín”.
Memín se hace el importante, no atendiendo las primeras tres llamadas de Ernestillo, arreglando su atuendo elegante, creyendo que el público lo aclama (¿por qué deberían si no lo conocen?) cuando en realidad se están quejando de que los hagan esperar.
A Carlangas le dan de tomatazos y obliga a Memín a salir, echándolo de cabeza. El negrito se recupera y empieza a presumir de su maravilloso producto, con puros cuentos chinos. Manda llamar a Ricardo, presentándolo como un niño enfermo de calvicie por desobedecer a sus padres o algo así, exagerando mucho todo. Le echa la sustancia en la cabeza, y lo pone detrás de las cortinas, ya que ese producto sólo funciona en la oscuridad (¿alguien dijo fraude?).
Sus amigos le ponen una peluca perteneciente a su madre (¿por qué Mercedes necesita peluca? no es tan vieja) y así vuelve a salir, logrando que el publico se trague sus patrañas y le compren en montón sus botellitas con la inútil sustancia mezclada. Muy bien, esto es oficialmente un caso de estafa.
Memín presume de su triunfo, y todavía le dice a Ricardo que su cabello puede tardar días, meses o años en volver a crecer, orillándolo a que lo estrangule. Sus amigos se retiran y Memín se ve en el espejo, admirándose por lucir como un magnate (no lo creo, si fuera magnate se haría cirugía plástica), y un par de manos lo atrapan. Sus amigos se cansan de su tardanza y descubren que ha desaparecido, así como el dinero y las botellas que quedaban. Suponen que se ha robado todo para no compartir con nadie, pero comprenden que él solo no pudo llevarse tanto, así que debió haber sido secuestrado. Después de alegar mucho innecesariamente, divisan a los dos pillos llevándose a Memín (pero no los veo cargar ni las botellas ni el dinero ¿dónde quedó eso?) y lo persiguen. Los pillos llevan a Memín a su vecindario, mostrándose como delincuentes tan respetables, que hasta saludan amablemente a los vecinos. Lo introducen a su hogar, admitiendo que no quieren el dinero, sino el secreto de la formula. El calvo amenaza a Memín con soltar la sopa, pero él admite que no sabe ni que puso en ésta (¿no la reprodujo una vez?). Sus amigos ya están viendo afuera, creyendo que lo torturan sobrealimentándolo, pero parece que en realidad los criminales estaban siendo hospitalarios. Luego, encierran a Memín en un cuarto del que no dejaran salir hasta que recuerde la formula.
Mientras tanto, Don Beto busca información sobre el paradero de los vándalos, y los que se la proporcionan en la feria, parecen estar de acuerdo en pedirle a cambio que les compre algo de lo que venden, haciendo que el señor se queje de que es una “mafia”. Sus amigos buscan policías que acudan en auxilio de Memín, quien ya se pone a trabajar, combinando sustancias. Don Beto se topa con los tres, y ellos echan a correr, siguiendo una absurda persecución, que hace que el peluquero choque con un policía. En compañía de éste, dan alcance a los muchachos, y tratan de explicarse, cuando escuchan una fuerte explosión. Los dos maleantes salen, pidiendo ayuda al policía, pero éste los reconoce como los carteristas del parque, y los arresta de inmediato. Memín sale muy campante, admitiendo haber causado la explosión (y ni le llaman la atención), y por fin confronta a Don Beto. Asegura tener dinero para pagarle gracias a su formula, pero el peluquero la revisa, aclarando que no es mas que agua con alcohol y perfume, y no hay modo de que hagan crecer el cabello.
Así que ni modo, tendrá que seguirle trabajando, y nomás pasa un mes para que liquide la deuda, al mismo tiempo que Ricardo ha recuperado su cabello, un cuadro después de otro en que otra vez se queja sobre quedar calvo de por vida (en serio que alguien debería explicarle a este mocoso que eso no era posible). Don Beto libera a Memín, que aunque se queja de que lo explotaron, siente que ha aprendido lo suficiente para hacerle cortes de cabello elegantes a Eufrosina (no hay modo de cortar el extraño cabello de esa mujer). Memín pide que le deje llevarse una revista, ya que no le va a pagar con dinero, y Don Beto acepta. Se supone que es una revista científica, que a Memín interesa únicamente por una ilustración impresionante de un dinosaurio y aprovechar la información porque al volver a clases tocaran temas relativos. Don Beto le ofrece aun más revistas y Memín vuelve muy contento a casa con buen material de aprendizaje.

Los lectores son los únicos que aprenderán, que esto es un indicio de una de las peores tramas entre las peores tramas que en si conforman toda esta nueva época de Memín. En serio, se viene una de las peores porquerías. Ya verán lo que digo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario