Eufrosina decide hacerse la liposucción con resultados desastrosos
que ponen en riesgo su vida. ¡Ahora si lo he visto todo!
El partido de beisbol entre los cuatro amigos termina
y pasan a otro día, justo al final de otro partido. Memín sale con sus
tonterías antes de despedirse y largarse a su casa. Encuentra a Eufrosina
viendo a la modelo “Ninel Duque” por televisión, envidiando su figura al
sentirse menos (¿o más?) en comparación.
Demandando comida, su retoño consigue que se olvide de momento de
su tribulación.
En casa de Carlangas, Isabel está por terminar de limpiar cuando
es interrumpida por Mercedes, invitándola a una pasarela de modas del famoso
modista Pierre Cárdenas que estará únicamente ese día en la ciudad. Isabel deja
un recado para Carlos y se une a ella para asistir al evento, decidiendo que
primero pasarán por Eufrosina. Como de costumbre, ella se encuentra lavando la
ropa de una clienta (la Dra. Lemus, a quien luego conoceremos). Le cuentan como está
la cosa y la invitan pero Eufrosina vacila al considerar que no tendrán ropa
que le quede o la haga lucir bien, excusando que tiene que terminar su trabajo.
Mercedes le deja una tarjeta para que pueda entrar si cambia de parecer (pese a
que el evento está por comenzar en una hora, tienen cuidado de indicar que el
tal Pierre Cárdenas suele ser impuntual). Necia, Eufrosina las ve irse y sigue
trabajando aunque no deja de sentir curiosidad por ver el desfile de moda.
Pasamos a Memín que se despide de sus amigos tras echarse una
cascarita, recordando que tiene que hacer la tarea. Inmediatamente, nos llevan
a la casa de los Arozamena donde Carlos encuentra el recado de Isabel y
Carlangas no tarda en llegar, anunciando que él ya fue enterado porque (fuera
de escena) Mercedes había ido a buscar a las otras madres a la escuela. Creo
que está explicación de más, desperdicia una página entera que ni al caso.
De vuelta con Memín, como ya sabe sobre la pasarela,
asume que Eufrosina andará por allá, sorprendiéndose al encontrarla limpiando.
Acomedido como suele ser cuando se trata de su má linda, Memín ofrece terminar
de lavar la ropa para que se de el lujo de asistir (y todavía darse un baño
¿Cuánto tiempo ha perdido ya vacilando?).
Conmovida, Eufrosina le agradece y se alista con su mejor vestido que
compró en Nueva York (al menos se acuerdan de ese clásico evento). Memín ya está
listo para acompañarle pero ella le advierte que esos eventos son sólo para
mujeres (y para ciertos “hombres” ¿no?), conformándose con conducirla (más bien
empujarla) al camión.
En el evento, Mercedes e Isabel se impacientan cuando por fin el
modista se digna a aparecer (pero si ya tenía esa fama, deberían de habérselo
esperado). Por supuesto, es el típico francés con acento remarcado y toda la
cosa (pero que no se sabe ni una palabra de francés). Al mismo tiempo,
Eufrosina entrega su tarjeta en la entrada para que la dejen pasar. El
encargado la admite pero se traslucen sus maliciosos pensamientos sobre su desconocimiento de exhibiciones de balones playeros en el lugar.
De vuelta con Pierre, está por salir la primer modelo
pero en su lugar es Eufrosina quien se pasea por la pasarela, despertando risas
y comentarios burlones de parte de las asistentes.
Muy avergonzada (aunque no tanto como el modista por el breve momento en que parecía haber bajado considerablemente los estándares de sus modelos), toma asiento con sus amigas y disfrutan del resto del evento. No nos muestran mucho, apenas un minivestido para lucir en la discoteca (¡Wow! Ese modista si que está super anticuado). Mercedes e Isabel se entusiasman ante tantos vestidos y prendas que les sentarían increíbles mientras que Eufrosina sigue lamentando no tener la figura apropiada. Ellas la animan en el regreso, comentando que hay prendas para todas las tallas y con modos de pago muy accesibles.
Al día siguiente, Memín y sus amigos comparten impresiones sobre
el entusiasmo de sus madres por la ropa (para que hablen de esto, quiere decir
que se les acabaron los temas de conversación). Sólo Memín no tiene nada que
decir ya que Eufrosina se abstuvo de comentar, lo que de algún modo da pie a
que Ernestillo imagine como luciría su madre con ropa como esa (okay, es
oficial, el chiquillo está traumado porque estoy seguro que si me acordara de
mi madre muerta, lo que menos imaginaria de ella es como lucirìa con ropa de modista).
Presentan a la Dra. Lemus, la cual no está muy contenta al ver el
mal estado en que dejaron su ropa, decidida a quejarse en la cara de Eufrosina,
ignorante del lio que hizo sin querer su retoño (¿acaso no se molestó en checar
la ropa antes de entregarla?).
De regreso con los mocosos, estos ahora se acuerdan de
Diana, creyendo que sería una excelente modelo. Memín trata de bajarles los
humos a sus amigos al señalar que las modelos son mayores de edad pero Ricardo
señala que también existen los desfiles de modas infantiles.
Memín se imagina en voz alta a si mismo de la mano con Diana en
uno de esos eventos, logrando que Carlangas y Ernestillo se burlen al
considerar lo ridículo que se vería (y que lo digan).
La Dra. Lemus llega con Eufrosina, recibiendo las quejas y dándole
una sentida disculpa. A la lavandera le da por ponerse a divagar, contándole a
la mujer lo que hizo y lo ingenua que fue al ilusionarse con ropa que nunca
será para ella. Lemus tiene una idea diabólica y la ofrece ayudarla haciéndole
una liposucción, alegando tener la habilidad para efectuar ese tipo de
operaciones. Tras explicarle en que consiste, Eufrosina se imagina a si misma
delgada con una figura envidiable (no creo que las lipos funcionen así,
solamente extraen la grasa pero no pueden realzar la figura que normalmente se
obtiene con ejercicio moderado y una buena alimentación) pero no lo cree
posible al carecer de los medios para costearlo. La Dra. Lemus le ofrece una
“cuota honoraria” y en eso, son interrumpidas por la aparición de Memín. Eufrosina
la toma contra él, tomando la tabla para castigarlo por su descuido.
Pasan los días y la Dra. Lemus hace los preparativos, contratando
los servicios de Sonia, un amiga suya, para que la asista en su operación
clandestina.
Llega el gran día y Eufrosina no deja de irradiar felicidad en la
mañana, extrañando a Memín, al que prácticamente echa de la casa para que se
vaya a la escuela, negándose a dar explicaciones.
Ernestillo saluda (o más bien asusta) a Memín en la
escuela cuando éste anda ensimismado en sus pensamientos, preguntándose que
asunto tendrá tan feliz a su mà linda que implica ir con la Dra. Lemus.
Comienzan las clases en un cuadro que nos da la vista exterior de la escuela y
al siguiente, ya terminaron (ni vimos a Romero ni el salón) y los cuatro amigos
andan echándose un partido de beisbol con algunos extras.
Distraído, Memín ocasiona que su equipo pierda y sus amigos le
reclaman pero ni así consiguen que les ponga atención. Hasta entonces, revisa
su reloj (¿desde cuando este chaparro tiene reloj de pulsera y como puede
pagarlo?), viendo que ya es la hora en que Eufrosina dijo que iría con la
doctora. Sale corriendo y tras considerar que su amigo anda muy raro, los otros
deciden seguirlo.
Mientras, Eufrosina es recibida por la doctora y su asistente,
invitándola a pasar para dar inicio a la operación. Desde la ventana, Memín
alcanza a escuchar y se vuelve al ver a sus preocupados amigos. Les cuenta de
que trata el asunto, habiendo escuchado apenas la palabra “operación” que
Ricardo interpreta como que le aplicaran crema para las arrugas. Memín intenta
decir que tiene una corazonada de algo anda mal pero no le sale la palabra y
prefiere seguir espiando. Sus amigos se dan por vencidos y regresan al callejón
para aventarse otro partido con sus rivales.
Eufrosina se saca de onda con el hecho de que la vayan a operar en
una casa en lugar de en un hospital como se debe pero la Dra. Lemus le asegura
que las dos son profesionales. La recuestan y se disponen a proceder. Memín se alarma
al escuchar la palabra “hospital”, golpeando la puerta para que lo dejen
entrar. Sonia abre la puerta, creyendo que es un vendedor y el negrito entra
corriendo. Cuestiona a Eufrosina sobre lo que están haciendo pero ella sólo se
molesta y pronto lo echan afuera. Sin más, le aplican la anestesia para
comenzar.
En el callejón, Memín llega a tiempo para echar a perder el
partido para sus amigos, ignorando su enojo para contarles lo que están
haciéndole a su madre. Intrigados, abandonan y van con él para ver que sucede.
La operación sale mal cuando Eufrosina despierta (habiendo
escuchado que la doctora se refirió a ella como “elefanta”) al no haberle
puesto bien el anestésico, espantada al ver la sangrante abertura en su vientre
donde iban a extraerle la grasa. Desconcertadas, Lemus y Sonia echan a correr
en el auto, dejando a la lavandera a su suerte. No estoy seguro de que esto sea
muy buena idea…O sea ¿Operan a esa mujer en la casa de la doctora y la dejan
morir desangrada, sabiendo que ahí están todas las evidencias que necesita la policía
para determinar que estaban realizando una operación clandestina? Es un arresto
seguro y retiro inmediato de la licencia medica. La doctora parece ser
suficientemente inteligente como para saber que esto le va a estallar en la cara…Por
otro lado, para cubrir sus huellas teniendo una enorme mole de que encargarse…¡Quizá
si sea más conveniente darse a la fuga!
Prosiguen su camino y por fin llegan al hospital donde atienden enseguida a Eufrosina. Sin embargo, no tienen suficiente sangre para mantener las transfusiones necesarias para salvarla del peligro. Su única alternativa es recoger otra dote de un hospital en Guadalajara y el Sr. Arcaraz se apunta enseguida para traerla. Ricardo y Carlangas van con él mientras que Ernestillo y Memín se quedan en el hospital.
En la sala de espera, Memín se angustia ante la preocupación por
su madre, desquitándose con Ernestillo que intenta instigarlo a mantener el
optimismo. Al mencionar su falta de madre, Ernestillo se pone a llorar (¡supéralo
ya, mocoso!) y el negrito tiene que disculparse, conmoviendo a una mujer que también
andaba por ahí, admirando su solidaridad de amigos.
En el hospital, el tiempo se le acaba a Eufrosina y el
nerviosismo de todos aumenta. Carlangas y Ricardo entran corriendo con las
unidades de sangre y las entregan para que los médicos procedan inmediatamente.
En lo que estos se ocupan, Rogelio y Juan charlan casualmente sobre el trabajo
(quizá ya dejó de ser una emergencia pero no entiendo porque en medio de esa situación
deben irse por un tema tan irrelevante). La falta de sueño provoca que Memín
sufra uno de sus accidentes típicos cuando aparece el doctor para informar que
la operación fue un éxito y Eufrosina está fuera de peligro.
Memín se emociona y se echa sobre el doctor antes de salir correrriendo rumbo al cuarto
donde le dijeron que ella estaba descansando, mas la enfermera no le permite entrar.
Habiendo pasado la crisis, todos regresan a sus casas. Memín se
siente especialmente solo en la suya sin Eufrosina, consolándose con hablar con
un retrato de ella. Ricardo pasa a recogerlo para llevarlo con Eufrosina, habiendo
recibido el aviso de que ya puede recibir visitas. Memín no puede contener su alegría
(en especial cuando Ricardo informa que su padre pagará la cuenta del hospital…como
que a veces les da pena pedirle dinero para otras cosas, pero para esto no
¿verdad?) y un cuadro después ya está en brazos de su mà linda. Eufrosina se
disculpa por haberlo preocupado y actuar a sus espaldas. La enfermera advierte
que aun deberá tomarse unos días de reposo y aprueba la iniciativa de Carlangas
de ir a denunciar a la Dra. Lemus para prevenir que siga con sus practicas
inescrupulosas (ya debe haber salido del país para estas alturas, le dieron
demasiado tiempo). Memín no entiende esa parte y pide a la enfermera que vacune
a Eufrosina contra los "escrúpulos", desatando carcajadas generales.
Se disponen a llevar a Eufrosina a la casa y Memín le
agradece por todo a Rogelio. Ricardo, Carlangas y la enfermera batallan para
empujar la silla de ruedas de Eufrosina y Memín pide mano para demostrarles
como lo hace un “experto”, provocando que está se deslice por la calle y choque
con Rogelio (milagrosamente, ambos aterrizan sanos y salvo sobre los asientos
delanteros del coche).
Cortan la parte del reproche de sus amigos para irse directo a la
llegada a la vecindad. Un camión militar les estorba un momento para dejar a un
joven elemento (ocasión que aprovechan Carlangas y Ricardo para señalar como los
militares tienen permitido estacionarse donde les de la gana) y a Memín le da
por desear ser un soldado.
Un deseo que se cumplirá en la próxima y última secuencia de la
revista.
Sin comentarios. Para irse por una trama tan simplona como esta, diría
que se quedaron sin ideas pero eso era muy obvio desde hace tiempo. Al menos
trataron de dar un sabio mensaje: Di no a las lipos.
Diana cuando salio? Lo empece a leer (este blog) desde el 400) porque recuerdo que ahi deje de comprarlo.
ResponderEliminarhttp://todom3min.blogspot.mx/2010/01/memin-pinguin-352-354.html
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