Memín es incriminado de robarle al padre de un “amigo” y es encarcelado. Eso lo dice todo.
Memín se reúne temprano en el callejón con Carlangas y Ernestillo, quienes le recuerdan que se viene el cumpleaños de Ricardo. Comentan sobre que le regalarán y Memín anda pensando en darle un balón de futbol aunque no tenga los fondos necesarios. En eso, llega Ricardo y se ponen a jugar una partida de béisbol (no dura ni dos cuadros pero que aburrido se volvió ya verlos jugando a eso). Ricardo se retira preguntándose porque llegarían temprano (¿hasta después de que se han despedido se lo pregunta?).
Sin más preámbulos, se presenta a Bruno que se entera que ese mismo día su grupo favorito, “Maña” (parodia de Maná, supongo), va a dar un concierto que no quiere perderse. Con esta tercera aparición Bruno se convierte en el personaje nuevo que más ha salido en la revista desde que inicia su nueva y muy nefasta época (su familia apenas si cuenta), pero sacarlo así de la nada después de varios numeros tras la ultima vez indica una desatención a lectores que ni se han de acordar, asi como ha sucedido con Trifón o Don Venancio, aunque podría ser peor si de repente les diera por hacer volver sin explicación a Chispitas o Fernando Arteaga.
Volviendo con Bruno, como no tiene dinero, piensa pedírselo a su amigo Ramiro, llamándolo por teléfono. Éste le cuelga sin dudarlo, reconociendo que es un abusivo y sólo quiere lana para despilfarrarla en conciertos de grupos chafas. Bruno trata de pensar que puede hacer cuando divisa a Memín, y se le ocurre una idea maquiavélica. Aprovechándose de su ingenuidad, lo saluda y le pide que le ayude con su tarea, halagándolo por tomarlo como el más inteligente de los cuatro y asegurándole que su hermana Diana (quien no reaparece en este arco) piensa igual.
Eso basta para convencer a Memín, que no disimula en entrar a la casa corriendo y llamar a la niña, hasta que Bruno le aclara que anda con su madre en el extranjero. El negrito se dispone a irse habiendo perdido interés, pero Bruno le ofrece un balón de futbol a cambio de su ayuda y como es justo lo que él necesita, acepta. Así que los dos se ponen a trabajar en las fracciones, y Memín repite por tercera vez en la revista el chiste de sumar cuartos para decir que resulta un hotel (que falta de creatividad). Bruno lo deja distraído con el trabajo mientras él se mete al cuarto de su padre, que a esas horas suele tomar una siesta. Sustrae la cantidad que necesita de su cartera y baja disimuladamente para volver con Memín, quien ya sugiere que mejor pidan ayuda “al” (se que en este país es común que se llame a las personas anteponiendo artículos a los nombres, pero como en esta revista nunca se ha hecho antes y menos entre Memín y sus amigos, suena fatal) Ernestillo con esa tarea. Bruno no le da importancia y le dice que su padre quiere saludarlo. Memín acude arriba pero en el camino se tropieza con una pelota que hace que caiga justo en el regazo del señor, despertándolo al instante. El padre de Bruno se acuerda del negrito y deja que se acomode (más de lo que debería, la actitud de Memín de subirse al sillón más cómodo y servirse palomitas raya en la descortesía) a su gusto. Bruno se reúne con ellos, comentando de lo bien que se entienden (brrrr, eso sonó aun peor). Anuncia que va a salir y luego acabará la tarea, apresurándose para ir al concierto. Cuando Bruno se ha ido, Memín recuerda que no ha hecho su tarea por andar ayudándole a Bruno y se retira, aunque al poco rato regresa por el balón que Bruno le prometió para Ricardo. Regresa a casa para mostrárselo a Eufrosina pero le da flojera explicar como lo consiguió.
Pasa una escena corta nomás para mostrar los preparativos que hacen en la casa de los Arcaraz para celebrar el cumpleaños de Ricardo.
En el concierto, Bruno soporta una fila de otros tontos que hasta ultima hora van a comprar su boleto, y ya después le toca sentarse al frente para ver la interpretación de “Maña”. Ramiro, desde su casa, mira el concierto en vivo aunque no le gusta ese grupo, pero no hay nada más en televisión (pues que la apague y haga otra cosa). Bruno es elegido para que suba con la banda y se eche una de sus canciones, pero suena tan desafinado que molesta en extremo al público y a los de “Maña”.
En la tele, Ramiro lo reconoce y más por su horrible cantar, preguntándose como le hizo para asistir ahí. La banda se toma un descanso y ya le andan echando en cara los otros por haber hecho subir a un chico que canta tan feo (esos son los riesgos que ya deberían saber de andarse dejando que sus fans se les unan en la cantada, no pueden esperar que sean profesionales como ellos).
Bruno vuelva a casa muy complacido de si mismo y al recibirlo su padre e inquirir de su tardanza, miente sobre que fue a casa de un amigo para que lo ayudara con algo de tarea que podrá resolver en cinco minutos (¿y tuvo que estar como dos horas fuera para eso? muy cuestionable historia). Su padre se lo traga y pasamos al siguiente día.
El señor Arcaraz recoge a Ricardo y a sus amigos para festejar su cumpleaños, llevándolos a una pista de go carts. Los cuatro hacen una amistosa carrera en la que Memín es el ganador, pero le da un calambre y lleva el carrito más allá de la pista, saliéndose a la calle. Casi atropella a un anciano y pasa por debajo de un camión agachándose a tiempo, para acabar “estacionando” el carro frente a una mesa de restaurante en que el esposo iba a darle a su mujer un auto (y ella supone que se refiere al go cart…admito que esa estuvo buena ¡ja, ja!). Sus amigos lo encuentran y ya Ricardo anda presintiendo que su cumpleaños será un día ajetreado.
Para entonces, el padre de Bruno ha descubierto los 2000 pesos faltantes en su cartera y Bruno no pierde tiempo en acusar a Memín, animándolo a que vayan a su casa para reclamarle su fechoría.
Como Memín quedó muy sucio por el lío, tiene que ir a su casa a cambiarse de ropa y le dan raite hacia allá. Pero en cuanto entra, ya lo andan esperando Bruno y su padre, después de enterar a Eufrosina del robo, quien no podría estar más enojada y decepcionada. Memín asegura que no tomó nada más que el balón pero nadie le cree y se lo llevan en el auto para que lo encarcelen por robo.
Los amigos de Memín ven como pasa todo sin intervenir hasta que ya se lo han llevado y cuando Eufrosina les cuenta, deducen que sin duda Bruno lo incriminó, porque ese es su estilo. Rápidamente, informan al señor Arcaraz. Ricardo no quiere seguir festejando sabiendo que Memín está preso y Rogelio se compromete a ayudar para dejarlo en libertad y hace llamadas a sus contactos en la abogacía que les echen le mano, pero todos están ocupados. En la delegación, les permiten ver a Memín, quien ya anda demacrado y tiene puesto el traje a rayas de los presos (pero es menor de edad, ni siquiera debería estar en la cárcel sino en un reformatorio ¿qué no? y no veo porque estaría demacrado habiendo pasado… ¿cuanto? ¿un par de horas desde que lo metieron al bote?). A Rogelio no le queda más que contratar al licenciado Tulio Terroba, quien tiene muy mala reputación (el apellido lo delata). Lo ponen al tanto de los hechos y éste hace que el señor Arcaraz firme un documento antes de tomar medidas y ni se molesta en leerlo. Van a casa de Bruno para hablar con su padre, pero nadie les abre y tienen que esperar para mañana. Eufrosina y los tres amigos no concilian el sueño, preocupados por la suerte de Memín. Como de costumbre, Eufrosina le reza a la Virgen, y hasta le parece verla sonriendo desde el cuadro (oh, por favor, estos no son asuntos en que se supone que ella debe intervenir, son puras chiquilladas, estas referencias constantes de “La Rosa de Guadalupe” son tan indignantes). Con todos ellos atribulados, Bruno está de lo más relajado, habiéndose ido con su padre a la última función del cine, sin sentir una gota de arrepentimiento por lo que le hizo al negrito.
En la cárcel, Memín es molestado por sus compañeros de celda y hace que uno de ellos se enoje y amenace con golpearlo. Otro interviene a su favor, a tiempo para que los descubra un guardia y meta al prisionero a una celda aislada, mientras profiere juramentos de venganza (no lo veremos más). El defensor hace migas con Memín aunque ni su nombre nos dicen, solo se entiende que también fue inculpado por algo.
El licenciado Terroba actúa de volada, entrando a primera hora en la casa del padre de Bruno en cuanto éste abre la puerta. El señor Arcaraz y los amigos de Memín lo respaldan y Bruno oye todo desde las escaleras.
El licenciado encuentra el boleto del concierto, prueba suficiente de la culpabilidad de Bruno, quien en vez de defenderse, huye estúpidamente. El padre de Bruno solloza, comentando que no la primera vez que su hijo le roba pero quería creer que no era así. De inmediato se dispone a sacar a Memín de prisión (¿para qué lo fue a meter ahí en primer lugar? por 2000 pesos, mejor lo hubiera puesto a trabajar o algo así). Así que no pasa mucho para que Eufrosina salga de la cárcel con Memín, dejándolo con sus amigos para que el señor Arcaraz los conduzca a la escuela, donde el maestro ya se percató de su ausencia (se supone que no se les permite a los alumnos entrar tan tarde).
Bruno se ha ido con Ramiro, quejándose por no haberse deshecho del boleto pero su amigo le recuerda que igual todo mundo lo vio en el concierto por haber cantando con la banda y tarde o temprano lo cacharían. El padre de Bruno llega ahí (¿tampoco esperaba que lo encontrara en la casa de su amigo? este chico es un idiota) y más que nunca sabe que debe castigarlo, por robar e incriminar, así que Bruno es ahora el encarcelado, rechazando al preso buena onda que ayudó a Memín cuando le da la bienvenida. En realidad, su padre sólo pretende dejarlo ahí por una noche, esperando que sea suficiente escarmiento (si, como no).
Con los cuatro de vuelta en la escuela (luego de que Memín se ha quejado de que debieron liberarlo un poco más tarde), se pasa el día hasta que ya se han reunido otra vez en la casa de los Arcaraz. Continúan con el festejo suspendido y se hace la entrega de regalos. Memín se ha olvidado del balón y pide que le dejen ir a casa para traerlo, cuando interrumpe el licenciado Terroba, exigiendo el pago de sus honorarios. Al mencionar que van a ser cien mil pesos, Rogelio se espanta ante tal abuso, pero nada puede hacer, pues firmó el documento y Terroba amenaza con enviarlo a prisión por incumplimiento si no paga en dos días. Memín y sus amigos escuchan todo a escondidas y cuando Terroba aborda su vehiculo, Carlangas tiene una idea y los anima a ocultarse en la parte trasera y seguirlo (¿cómo se metieron sin ser descubiertos en un lapso tan breve?). Creyendo que andan acompañando a Memín para ir por el balón, los padres ni se enteran. Terroba pasa a visitar a una mujer, prometiéndole regarle un auto y desde la ventana, los amigos espían, pero vuelven a meterse en el auto (en serio ¿cómo le hacen?). Más tarde, Terroba llega a lo que parece ser su casa y es recibido por su esposa e hijos. Los cuatro amigos salen por fin y Carlangas se apodera del portafolio del abusivo, amenazando con decirle a su esposa sobre la amante si no les da el documento con el que tranzeó al señor Arcaraz. Como su familia esta presente, Terroba no puede replicar y ellos hurgan entre sus papeles hasta que lo encuentran y le dan una ultima amenaza. Regresan a la casa y Memín es el único que no entendió que rayos estaban haciendo.
Todo esto estuvo increíblemente improvisado y mal manejado. ¿Cómo hizo Carlangas todas esas deducciones en tan poco tiempo? Además, estaba apostando demasiado a las probabilidades de que un estafador como ese tuviese familia y usara el dinero para dar regalos a su amante. Fácilmente podría no tener a nadie y gastarse solo el dinero. Por no decir la forma furtiva en que pudieron seguirlo y apostar a que, precisamente después de la estafa, iría a visitarla a ella y luego a la esposa. Muy incoherente.
Los cuatro amigos vuelven, quitando de preocupaciones a Rogelio al darle el documento y ya pueden seguir celebrando. Pero Memín siguió olvidando el balón, y corre para ir a traerlo. Carlangas lo taclea, decidiendo que así los tendrá esperando toda la vida y es mejor que se lo de al día siguiente en la escuela. Finalmente, siguen con el canto de las mañanitas y el soplo de las velas del pastel, junto con la clásica mordida en que Memín hunde de más la cara de Ricardo en el pastel.
Memín se disculpa con Ricardo y se compromete a hacer lo que quiera para recompensarlo. Ricardo le toma la palabra y le susurra lo que necesita de él.
A Memín le parece exagerado pero acepta y queda para hacerlo a la mañana siguiente, o más bien, para la próxima secuencia.
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