martes, 2 de marzo de 2010

Memín Pinguín #362

Memín y sus amigos van a celebrar su triunfo en los exámenes yendo a comer mariscos. Ernestillo acaba intoxicado y en peligro de muerte, contando como única esperanza los improvisados rezos de los demás para su curación.

Continuando la secuencia anterior, Memín y Ricardo llegan a la escuela, justo a tiempo para que Romero les ponga el examen, sin esperar a que le digan la razón de su retraso. Al parecer, sólo era un parcial, el cual todos los alumnos resuelven y son calificados, en el mismo día (más bien todo esto pasó en un solo cuadro). Romero asegura que todos lo pasaron, aunque haya unos (énfasis en Memín Pinguín) que apenitas lo lograron. Memín da un brinco de alegria, sin captar la indirecta, y a la salida, siguen deliberando entre los cuatro. Carlangas sugiere ir a una pescadería para que ahí Memín y Ricardo les cuenten lo que pasó con la perrita, y luego se ponen a hablar de los mariscos que pedirán. A Ernestillo se le antoja una pata de mula, un concepto que Memín no comprende y hace burla al respecto todo lo que puede durante esa secuencia (que bueno que nomás dura un número, pero yo tampoco se que es una pata de mula y ni dibujaron el platillo, ahora si caería bien un poco de información cultural gastronómica). Así que se meten a la pescadería “Pimpo”, que según es el nombre del dueño, mismo que los atiende y al inquirir sobre lo que desean ordenar, Memín se lo toma literalmente para “ordenarle” que saque a algún comensal que le cae mal a primera vista. Se retracta y se une a los demás para pedir cada quien lo quieren, y ya ni los vemos comer, porque al siguiente cuadro ya han terminado (y también de contarles sobre la devolución de la perra, que ya ni importa), cuando a Ernestillo le empieza a caer mal lo que comió. Carlangas y Ricardo se preocupan por su amigo, mientras que Memín se acuerda de que no ha vuelto a casa desde la noche y Eufrosina estará que echa chispas. Precisamente, así se encuentra la lavandera, debatiéndose entre ir a buscarlo o esperarlo por si regresa sin descuidar la próxima entrega de ropa. Memín está a punto de marcharse, pero se detiene al ver que Ernestillo se ha desmayado. Pimpo llama a la ambulancia de inmediato, y uno de los comensales resulta ser doctor y se ofrece a revisar a Ernestillo. El diagnostico: Intoxicación. Memín no capta y sigue creyendo que una pata de mula es una pata de mula, y que se atragantó con ella.
La ambulancia viene en camino, así como Trifón, quien hace su triunfal, pero inoportuno, inesperado y desabrido, retorno al elenco de personajes en esta revista. Simplemente, justo en ese momento, le dan ganas de ir a ver al negrito y…eso es todo. No hay más que decir, salvo criticar al argumentista por este giro tan tonto y fuera de contexto. ¿Debo decir que se va a poner peor? Ernestillo es llevado en camilla y Pimpo se ofrece a acompañarlos al hospital. Carlangas comisiona a Memín para informarle al señor Vargas. El negrito se pone en camino, errando el rumbo y acabando en su propia casa, donde Trifón lo recibe muy contento. Manda al gordito a volar (y ni le pregunta cuando volvió de su estancia en Monterrey, aunque está claro que esa fue amnesia y/o ignorancia del argumentista) y entra a su casa, hablándole a Eufrosina atropelladamente sobre lo sucedido a Ernestillo. En vez de enredarse en palabras, Memín acaba balbuceando como si estuviera inventando todo, pero Eufrosina lo apremia a ir rápido con el señor Vargas, mientras ella hace lo que mejor sabe hacer: arrodillarse y rezarle a la Virgen (¿así nada más? No le dio una explicación muy convincente que digamos y ponerse a rezar así como así cuando no la ponen al tanto de todos los detalles, habla más de una conducta compulsiva que devoción religiosa). Trifón estuvo de testigo sin que nadie le hiciera caso y al ver a Eufrosina orando, se le ocurre seguir su ejemplo, marchando hacia la catedral, aunque todo indica que no conoce el rumbo.
En un par de cuadros, Memín le da la mala noticia al señor Vargas con muy poco tacto. A la vez, en el restaurante, algunos clientes andan quejándose de lo sucedido, exigiéndole a la jefa de las meseras, Olivia (¿tiene caso ponerle nombre a personajes que salen una sola vez y casi ni hacen nada?) que les diga que comió el niño. Ella vacila, excusando que no está autorizada a responder, pero acaba cediendo ante la presión y aclarando que fue algo que nadie más había pedido (eso sólo me dice que no quería manchar la reputación del negocio y anda dejando a otros incautos en riesgo de intoxicarse con esa porquería). En el hospital, Ernestillo se ha puesto hinchado y es rodeado por sus preocupados amigos y el dueño que sufre complejo de culpa, esperando a que se les unan su padre y Memín. De milagro, Trifón logra dar con la catedral principal, y al entrar, anda diciendo que no debe gritar por el silencio imperante (pero esto lo dice en voz alta y con signos de exclamación, así que al final si estuvo gritando). Cree que los demás andan orando por Ernestillo y se les une.
Memín y el señor Vargas hablan con el convaleciente Ernestillo, mientras los otros esperan afuera. Pimpo anda aburriendo a Ricardo y Carlangas con la anécdota detrás de su sobrenombre, pero son salvados por Memín, quien les anuncia que Ernestillo está por colgar los tesis. El medico y la enfermera acuden rápido, desesperados por impedir su muerte, al mismo tiempo en que Trifón, Eufrosina y sus amigos, andan orando con fervor, para hacer parecer que cuando se salva, es un “milagro” (argumento barato para telenovelas y programas como La Rosa de Guadalupe, completamente fuera de lugar en este caso). Al ser notificados que Ernestillo sobrevivió y se recuperará, Memín brinca sobre el doctor, agradeciéndole exageradamente. Después sigue la enternecedora reunión con su padre y amigos, todos aliviados por esta angustiante, pero fugaz y olvidable incidente. Memín le va a dar la noticia a Pimpo, pronunciando mal su nombre, para no perder la costumbre. Después, él acude con el medico y el señor Vargas, aceptando de antemano cualquier denuncia que quieran echarle. Asegura al medico que no quiso causar daño pero a raíz de esto, pondrá fuera de su negocio la comida marina, y éste se lo aprueba, ya que obviamente eso fue la causa de todo. Memín se siente aliviado, pensando que casi se le ocurría pedir eso, y se aprovecha de Pimpo para que les regrese el dinero de la comida (descarado ¿no ve que ese hombre posiblemente puede quedar en la quiebra sin importar si no vuelve a vender mariscos porque la noticia correrá como pólvora, provocando desconfianza en sus clientes de antes y después?).
Al cabo de unas horas, ya están dejando el hospital, y Ernestillo lamenta que faltará a la escuela al día siguiente para terminar de recuperarse, por ordenes del medico. Memín, flojonazo como siempre será, lamenta no haber pedido la “pata de burro”, y justo en ese momento, divisa a Eufrosina. Lo primero que hace ella es darle un abrazo a Ernestillo para señalarle cuanto oró por él, para después agarrar a Memín de la oreja, dispuesta a castigarlo por estar de vago en la casa.

¡Que trama tan fumada para haber durado tan poquito! En serio cada número de Memín, es un homenaje a la ocurrencia y la falta de plantación. Toda esta situación fue tan incongruente, un mal intento de poner drama con una historia de que la “fe” resuelve cualquier problema. Se pasan, no tengo nada contra las oraciones por curación y eso, pero es muy absurdo ponerla así, en automático, con algo que acaba de pasar y que se termina en ese mismo día. Habría sido más conveniente de haber durado días, pero vamos. ¿Ernestillo no tuvo ni una hora desde que se intoxicó y ya están orándole todos al mismo tiempo, hasta los que ni vieron como se puso? ¡Púdranse! Y como eso justamente es lo que hacen y seguirán haciendo, supongo que no tengo que decírlo.

1 comentario:

  1. Por lo que estuve leyendo pata de mula es un tipo de cebiche de ostra gigante, el cual se prepara igual que el cebiche de pescado crudo, con la diferencia que este puede cocinarse un poco en vapor, de una sola ostra se puede obtener todo un plato de ceviche. Creo que a la trama de la intoxicación se le pudo sacar mucho más y darle algo más de dramatismo, tanto para Ernestillo como para Pimpo.

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