Durante la clase, Memín tiene una loca y desorbitada fantasía en la que él y sus amigos son astronautas y viven las experiencias “típicas”.
Memín llega tarde a clase, pero Romero se la deja pasar y empieza a darles una lección sobre la historica fecha en que el hombre pisara la luna por primera vez. Por alguna razón, el negrito se va quedando dormido, y entre lo que su subconsciente capta de lo que cuenta el maestro, comienza a soñar y fantasear. Romero ni se percata de ello y sigue, conforme Memín va visualizándose a él y sus amigos, convertidos en astronautas de la MASA (aparentemente, una subdivisión mexicana de la NASA, que no podría existir desde que anda mandando a cuatro niños al espacio). Una importante misión se les ha encomendado y abordan la nave, siguiendo el clásico conteo del despegue, la presión atmosférica y el efecto de la microgravedad.
Al producirse una avería afuera de la nave, deciden jugar a ver quien saca el número más chico para que salga a repararla, y Memín es tan tonto que trata de sacar algo más chico que 1. Extrañamente (o más bien gracias a la magia de la fantasía), el negrito logra reparar el daño, pero una de las herramientas se le va volando por la microgravedad, y ya se imagina que ésta llegue a la Tierra y le caiga a Eufrosina en la cabeza. Después, viene el punto clave de la misión, que era reparar un satélite artificial, y otra vez hacen que Memín se encargue, ahora indicando que lo haga el más valiente y el tonto no deja de apuntarse el titulo. Luego se desquita, asomándose por la ventana para asustarlos al hacerles creer que es alienígena. Lo regañan pero no llegan a darle sus clásicos coscorrones, entusiasmados por volver a casa ya que han cumplido la misión, mas la aparición de un aerolito que se dirige hacia la nave los pone en un predicamento. El choque es inminente, pero de repente, desaparecen. Suponen que han sido capturados por un hoyo negro (los cuales se supone que se producen por las explosiones de las estrellas o algo así, y como ahí todo se ve muy calmado, es muy ilógico, pero como es un sueño mafufo….). Las cosas empeoran cuando empieza a fallar un motor. Le toca a Ricardo ser el que lo repare, y ya luego se las arreglan para impulsarse al máximo y salir antes de caer en el centro del agujero. Desde la base, los supervisores de la misión, que han estado monitoreando todo, se sorprenden de su imposible escape (en realidad no hacen naves espaciales lo suficientemente avanzadas como para repeler la fuerza de un agujero negro, así que es un milagro y más por ser de la “MASA”).
Los chicos celebran el haberse librado. Una pausa muestra como Romero sigue su lección hablando del sol como el centro de su sistema solar, lo que se agrega a la fantasía de Memín. Un momento. ¿De donde sacó el negrito la información de cómo funcionan y que son los agujeros negros? Si Romero estaba hablando de la luna, no tiene sentido que se fuera hasta lo de los agujeros, eso ya es otro tema que tocaría después del sistema solar. Que pésima clase, puros datos aleatorios…
En el sueño los problemas no terminan. Ahora, vislumbran como Mercurio y Venus se han alineado anormalmente (y en unos instantes) acercándose al sol. Memín hace un chiste muy malo al señalar que sus amigos deben ver a un “ojologo” (oftalmólogo), pero ni le hacen caso, notando que los demás planetas toman el mismo rumbo. Según Ernestillo, el fenómeno que observan es un “aceleramiento colosal del universo”, que sigue a la dichosa teoría del universo que se acelera hacia dentro, lo que significa que están en peligro (¿solo ellos? Todo el planeta Tierra morirá). Tontamente, tratan de escapar de esa fuerza de atracción, luego de ver desaparecer a Mercurio. Los de la MASA, ven todo y esperan que se salven (¡si no se salvará nadie!), mientras que entre los habitantes del D.F., Eufrosina, Isabel y Trifón, resienten los efectos del intenso e inesperado calor que se abate por la cercanía del sol. Venus es consumido del mismo modo, y los cuatro astronautas se andan sofocando de calor. Memín se quita el traje a pesar de las advertencias de Carlangas, mas Ernestillo asegura que no les hará falta, siguiendo la Tierra su marcha hacia la erradicación. El negrito despierta, pero en consecuencias del vivido sueño, se anda quitando la ropa en plena clase, provocando la burla de sus compañeros y un regaño de Romero, aunque él también se anda riendo. Memín le cuenta lo que pasó en su sueño, y el maestro le hace ver lo absurdo de que manden niños al espacio (lo verdaderamente preocupante es que lo manden a él al espacio, con su mera presencia si seria capaz de provocar ese dichoso aceleramiento colosal planetario, por su tendencia a que le pasen las más inesperadas desgracias). Un compañero pelirrojo se ríe apuntando lo volado que está Memín y Carlangas por poco y se la parte, cuando sueña la campa del recreo. Romero les advierte que no pelean y al quedarse en el salón, piensa que seguramente Memín mezcló su imaginación con lo que decía (noooooo ¿en serio? Deveras que el nuevo argumentista ha convertido a Romero en el educador más mediocre que ha habido). En el recreo, sus amigos siguen riéndose de que casi acaba de desnudarse por completo (¡por favor, no!).
El regreso al salón ya viene dirigiéndose hacia una nueva secuencia que protagonizará el mismo Romero. Nada bueno resultará de ello, les diré.
Memín llega tarde a clase, pero Romero se la deja pasar y empieza a darles una lección sobre la historica fecha en que el hombre pisara la luna por primera vez. Por alguna razón, el negrito se va quedando dormido, y entre lo que su subconsciente capta de lo que cuenta el maestro, comienza a soñar y fantasear. Romero ni se percata de ello y sigue, conforme Memín va visualizándose a él y sus amigos, convertidos en astronautas de la MASA (aparentemente, una subdivisión mexicana de la NASA, que no podría existir desde que anda mandando a cuatro niños al espacio). Una importante misión se les ha encomendado y abordan la nave, siguiendo el clásico conteo del despegue, la presión atmosférica y el efecto de la microgravedad.
Al producirse una avería afuera de la nave, deciden jugar a ver quien saca el número más chico para que salga a repararla, y Memín es tan tonto que trata de sacar algo más chico que 1. Extrañamente (o más bien gracias a la magia de la fantasía), el negrito logra reparar el daño, pero una de las herramientas se le va volando por la microgravedad, y ya se imagina que ésta llegue a la Tierra y le caiga a Eufrosina en la cabeza. Después, viene el punto clave de la misión, que era reparar un satélite artificial, y otra vez hacen que Memín se encargue, ahora indicando que lo haga el más valiente y el tonto no deja de apuntarse el titulo. Luego se desquita, asomándose por la ventana para asustarlos al hacerles creer que es alienígena. Lo regañan pero no llegan a darle sus clásicos coscorrones, entusiasmados por volver a casa ya que han cumplido la misión, mas la aparición de un aerolito que se dirige hacia la nave los pone en un predicamento. El choque es inminente, pero de repente, desaparecen. Suponen que han sido capturados por un hoyo negro (los cuales se supone que se producen por las explosiones de las estrellas o algo así, y como ahí todo se ve muy calmado, es muy ilógico, pero como es un sueño mafufo….). Las cosas empeoran cuando empieza a fallar un motor. Le toca a Ricardo ser el que lo repare, y ya luego se las arreglan para impulsarse al máximo y salir antes de caer en el centro del agujero. Desde la base, los supervisores de la misión, que han estado monitoreando todo, se sorprenden de su imposible escape (en realidad no hacen naves espaciales lo suficientemente avanzadas como para repeler la fuerza de un agujero negro, así que es un milagro y más por ser de la “MASA”).
Los chicos celebran el haberse librado. Una pausa muestra como Romero sigue su lección hablando del sol como el centro de su sistema solar, lo que se agrega a la fantasía de Memín. Un momento. ¿De donde sacó el negrito la información de cómo funcionan y que son los agujeros negros? Si Romero estaba hablando de la luna, no tiene sentido que se fuera hasta lo de los agujeros, eso ya es otro tema que tocaría después del sistema solar. Que pésima clase, puros datos aleatorios…
En el sueño los problemas no terminan. Ahora, vislumbran como Mercurio y Venus se han alineado anormalmente (y en unos instantes) acercándose al sol. Memín hace un chiste muy malo al señalar que sus amigos deben ver a un “ojologo” (oftalmólogo), pero ni le hacen caso, notando que los demás planetas toman el mismo rumbo. Según Ernestillo, el fenómeno que observan es un “aceleramiento colosal del universo”, que sigue a la dichosa teoría del universo que se acelera hacia dentro, lo que significa que están en peligro (¿solo ellos? Todo el planeta Tierra morirá). Tontamente, tratan de escapar de esa fuerza de atracción, luego de ver desaparecer a Mercurio. Los de la MASA, ven todo y esperan que se salven (¡si no se salvará nadie!), mientras que entre los habitantes del D.F., Eufrosina, Isabel y Trifón, resienten los efectos del intenso e inesperado calor que se abate por la cercanía del sol. Venus es consumido del mismo modo, y los cuatro astronautas se andan sofocando de calor. Memín se quita el traje a pesar de las advertencias de Carlangas, mas Ernestillo asegura que no les hará falta, siguiendo la Tierra su marcha hacia la erradicación. El negrito despierta, pero en consecuencias del vivido sueño, se anda quitando la ropa en plena clase, provocando la burla de sus compañeros y un regaño de Romero, aunque él también se anda riendo. Memín le cuenta lo que pasó en su sueño, y el maestro le hace ver lo absurdo de que manden niños al espacio (lo verdaderamente preocupante es que lo manden a él al espacio, con su mera presencia si seria capaz de provocar ese dichoso aceleramiento colosal planetario, por su tendencia a que le pasen las más inesperadas desgracias). Un compañero pelirrojo se ríe apuntando lo volado que está Memín y Carlangas por poco y se la parte, cuando sueña la campa del recreo. Romero les advierte que no pelean y al quedarse en el salón, piensa que seguramente Memín mezcló su imaginación con lo que decía (noooooo ¿en serio? Deveras que el nuevo argumentista ha convertido a Romero en el educador más mediocre que ha habido). En el recreo, sus amigos siguen riéndose de que casi acaba de desnudarse por completo (¡por favor, no!).
El regreso al salón ya viene dirigiéndose hacia una nueva secuencia que protagonizará el mismo Romero. Nada bueno resultará de ello, les diré.
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