Ernestillo representa a la escuela en un concurso de Geografía cargando con la presión del apoyo de todo el reparto regular. Tan emocionante como se oye (sarcasmo).
Un día en la escuela, a la hora del recreo, Ricardo les habla en secreto a Memín y a Carlangas sólo para mostrarles el periódico que anuncia algo sobre un concurso nacional de geografía para niños menores de 12 años, indicando que es muy conveniente para Ernestillo. Al informar que el ganador se lleva 50, 000 pesos de premio, Memín ya se emociona pensando en embolsárselos para sacar a su má linda de vacaciones (¿en verdad los pobres no pueden ganar de sopetón fuertes cantidades de dinero sin pensar a la primera en el despilfarro?). Ricardo le espeta que sólo los que tengan promedio de 9 pueden participar, uno al que ni ellos llegan y menos el negrito que se queda en 6, aunque esto sólo lo anima a sugerir que podría voltear su boleta para que parezca 9 (ya reprobó por insultar la inteligencia de los patrocinadores). Ernestillo se les acerca para inquirir sobre que están hablando y Memín sale con un cuento chino de la foto en el periódico de una marciana en un concurso de belleza (ya había salido con una patraña parecida secuencias atrás, ¿que se trae con los alienígenas?). Los otros ya pensaban decirle la verdad, pero no hace falta, porque llega Romero y anuncia que él ya inscribió a Ernestillo en el dichoso concurso. Ernestillo queda aturdido ante la confianza del maestro y sus amigos de que pueda ganar, por lo que acepta gustoso.
Desde entonces, estudia con más ahínco que nunca, sacrificando los clásicos partidos de beis por las tardes con sus amigos. El narrador nos permite ver que Ernestillo se empeña en obtener la feria para renovar la modesta carpintería (ya la había renovado desde hace mucho ¿tan pronto y se volvió a deteriorar?). Hasta el señor Vargas se sorprende ante la determinación del chico, estudiando como burro. Pasa el tiempo y les envían boletos para asistir al concurso en Guanajuato (¿no se supone que hay preliminares o algo así a nivel regional antes de que empiecen a congregarse por el premio mayor? Porque si no es así, ya parece que les van a andar pagando los pasajes).
Tan pronto que apenas pasaron unas pocas paginas de preparación, llega el día del concurso y todos están pendientes sus casas para ver a Ernestillo en la tele. ¿Un concurso de geografía entre estudiantes de primaria televisado? No creo que sea la idea de entretenimiento de nadie, la gente prefiere ver estúpidos programas de concursos donde le hacen más al payaso que nadie con ciudadanos promedios. No hay motivos para televisar algo asi nacionalmente, pero el argumentista piensa lo contrario, al parecer. Aprovechando las muchas teles de los Arcaraz, los amigos de Ernestillo, sus padres y sus madres, andan emocionados (un poco demasiado diría yo). Eufrosina e Isabel hasta se ufanan de haberle rezado mucho a la Virgen por el triunfo de Ernesto, lo que es muy exagerado ya que no se reza por motivos tan tontos como ese, incurriendo en el egoísmo a la máxima potencia y se supone que estos son pruebas para medir la capacidad y el esfuerzo de uno mismo (si, se que estoy echando un sermón, ¡pero es que así es!). Memín se manda, como siempre, acaparando más sándwiches de los que debería, pero Mercedes es demasiado amable y mejor le ordena a la criada que haga más.
Ahorrándonos el tiempo en que se eliminaron a la mayoría de los cien concursantes, de inmediato pasan a los tres finalistas, a quienes ahora les pondrán preguntas cerradas en vez de opción múltiple. Ricardo y Carlangas divisan al señor Carlangas entre el publico mientras Memín se atasca de sándwiches, sin enterarse de nada.
La chica finalista es eliminada a la primera al no poder responder en que continente se encuentra el Río Po (oh, por favor, cualquiera con sentido común sabe eso). Ahora sólo quedan Ernestillo y un tal Roberto para disputarse la victoria. Romero y su familia ven también desde su casa como se desarrolla todo, echándole porras a Ernestillo. El conductor explica como procederán a partir de ahora (tratándose de dos concursantes deberían ser reglas simples, pero le hace tanto rollo que las hace sonar muy complicadas). Como sea, prosigue haciéndole una pregunta realmente difícil a Roberto: ¿Qué cantidad de carreteras transitables existían en Mongolia en 1963? ¿Queeeeee? ¿De verdad espera que un mocoso de primaria sepa algo así? Incluso es información completamente irrelevante. Memín ya celebra la derrota del chico, pero sorpresivamente, éste le atina, dando la respuesta correcta (me huele a que el concurso está arreglado). El conductor sigue haciéndole a Ernestillo otra pregunta difícil sobre la formación de la montaña al sur de Polonia (repetición de mi expresión anterior). Todos se ponen nerviosos, pero Ernestillo responde correctamente aludiendo materiales de los que al menos yo no tengo la menor idea ni he escuchado jamás en la vida. Eufrosina ya compara su emoción con el estar en la montaña rusa (pues que poco ha experimentado en la vida). Ahora, el conductor se va por lo más sencillo del mundo en cuestión de geografía: nombres de capitales de países. Ernestillo la riega en cuanto le ponen la de Hungría, únicamente por errar el nombre de Budapest, tornándolo en “Bucarest”. Sus amigos se desaniman en cuanto comprenden que ha perdido y Romero hasta golpea la mesa en frustración. Roberto es proclamado como el ganador y recibe el premio con su madre, quien comenta sobre lo orgullosa que está de su hijo (yo no veo por donde, si ganó nomás porque el otro falló en el nombre y este era un concurso de conocimientos geográficos, no ortográficos). A Ernestillo nomás le dan felicitaciones por su esfuerzo y decepcionado, va a reunirse con su padre, lamentando el haberlo defraudado y no conseguir ese dinero, pero el señor Vargas implica que el aspecto de su negocio no es lo que cuenta sino la dedicación y el servicio hacia los clientes. De regreso en el avión, trata de hacerle e ver el lado amable, que fue el permitirles ir a Guanajuato, pero el chico sigue desanimado, considerando abandonar los estudios y ayudarlo más con la carpintería. Juan le aclara que esa posibilidad sólo la contemplaría si no supiera bien que él ama aprender y todo eso, animándolo a continuar.
Los amigos de Memín comentan cercas de un parque sobre lo que pasó. Ricardo y Carlangas concuerdan en que lo presionaron, aunque Memín no deja de hacer mofa de la metida de pata de Ernestillo, haciéndose merecedor a un coscorrón, pero la llegada de Romero lo salva. Romero escucha otro comentario despectivo del atolondrado negrito, refriéndolo, para luego sugerir algo que pueden hacer por su amigo en cuanto regrese. Ernestillo reflexiona el fin de semana, decidido que, a pesar de todo, dejará de estudiar, y va a la escuela el lunes nomás para despedirse de todos. Al llegar, no ve a nadie y le da la impresión de que es muy temprano o se equivocó de día, pero pronto le sale todo el alumnado, Romero y hasta su padre, con un pastel para felicitarlo y hacerle ver que para ellos siempre será el numero uno. Conmovido, Ernestillo acepta seguir en la escuela y no darse por vencido. A distancia, incluso el director, serio y aburrido (y al que desde que entró el nuevo dibujante le cambiaron su diseño), indica haber aprobado el pequeño festejo.
Quien sabe cuanto tiempo celebran, cuando Memín se pierde de vista, y es a partir de ahí que se abre otra secuencia, continuando algo que se dejó pendiente en una de las anteriores.
Un día en la escuela, a la hora del recreo, Ricardo les habla en secreto a Memín y a Carlangas sólo para mostrarles el periódico que anuncia algo sobre un concurso nacional de geografía para niños menores de 12 años, indicando que es muy conveniente para Ernestillo. Al informar que el ganador se lleva 50, 000 pesos de premio, Memín ya se emociona pensando en embolsárselos para sacar a su má linda de vacaciones (¿en verdad los pobres no pueden ganar de sopetón fuertes cantidades de dinero sin pensar a la primera en el despilfarro?). Ricardo le espeta que sólo los que tengan promedio de 9 pueden participar, uno al que ni ellos llegan y menos el negrito que se queda en 6, aunque esto sólo lo anima a sugerir que podría voltear su boleta para que parezca 9 (ya reprobó por insultar la inteligencia de los patrocinadores). Ernestillo se les acerca para inquirir sobre que están hablando y Memín sale con un cuento chino de la foto en el periódico de una marciana en un concurso de belleza (ya había salido con una patraña parecida secuencias atrás, ¿que se trae con los alienígenas?). Los otros ya pensaban decirle la verdad, pero no hace falta, porque llega Romero y anuncia que él ya inscribió a Ernestillo en el dichoso concurso. Ernestillo queda aturdido ante la confianza del maestro y sus amigos de que pueda ganar, por lo que acepta gustoso.
Desde entonces, estudia con más ahínco que nunca, sacrificando los clásicos partidos de beis por las tardes con sus amigos. El narrador nos permite ver que Ernestillo se empeña en obtener la feria para renovar la modesta carpintería (ya la había renovado desde hace mucho ¿tan pronto y se volvió a deteriorar?). Hasta el señor Vargas se sorprende ante la determinación del chico, estudiando como burro. Pasa el tiempo y les envían boletos para asistir al concurso en Guanajuato (¿no se supone que hay preliminares o algo así a nivel regional antes de que empiecen a congregarse por el premio mayor? Porque si no es así, ya parece que les van a andar pagando los pasajes).
Tan pronto que apenas pasaron unas pocas paginas de preparación, llega el día del concurso y todos están pendientes sus casas para ver a Ernestillo en la tele. ¿Un concurso de geografía entre estudiantes de primaria televisado? No creo que sea la idea de entretenimiento de nadie, la gente prefiere ver estúpidos programas de concursos donde le hacen más al payaso que nadie con ciudadanos promedios. No hay motivos para televisar algo asi nacionalmente, pero el argumentista piensa lo contrario, al parecer. Aprovechando las muchas teles de los Arcaraz, los amigos de Ernestillo, sus padres y sus madres, andan emocionados (un poco demasiado diría yo). Eufrosina e Isabel hasta se ufanan de haberle rezado mucho a la Virgen por el triunfo de Ernesto, lo que es muy exagerado ya que no se reza por motivos tan tontos como ese, incurriendo en el egoísmo a la máxima potencia y se supone que estos son pruebas para medir la capacidad y el esfuerzo de uno mismo (si, se que estoy echando un sermón, ¡pero es que así es!). Memín se manda, como siempre, acaparando más sándwiches de los que debería, pero Mercedes es demasiado amable y mejor le ordena a la criada que haga más.
Ahorrándonos el tiempo en que se eliminaron a la mayoría de los cien concursantes, de inmediato pasan a los tres finalistas, a quienes ahora les pondrán preguntas cerradas en vez de opción múltiple. Ricardo y Carlangas divisan al señor Carlangas entre el publico mientras Memín se atasca de sándwiches, sin enterarse de nada.
La chica finalista es eliminada a la primera al no poder responder en que continente se encuentra el Río Po (oh, por favor, cualquiera con sentido común sabe eso). Ahora sólo quedan Ernestillo y un tal Roberto para disputarse la victoria. Romero y su familia ven también desde su casa como se desarrolla todo, echándole porras a Ernestillo. El conductor explica como procederán a partir de ahora (tratándose de dos concursantes deberían ser reglas simples, pero le hace tanto rollo que las hace sonar muy complicadas). Como sea, prosigue haciéndole una pregunta realmente difícil a Roberto: ¿Qué cantidad de carreteras transitables existían en Mongolia en 1963? ¿Queeeeee? ¿De verdad espera que un mocoso de primaria sepa algo así? Incluso es información completamente irrelevante. Memín ya celebra la derrota del chico, pero sorpresivamente, éste le atina, dando la respuesta correcta (me huele a que el concurso está arreglado). El conductor sigue haciéndole a Ernestillo otra pregunta difícil sobre la formación de la montaña al sur de Polonia (repetición de mi expresión anterior). Todos se ponen nerviosos, pero Ernestillo responde correctamente aludiendo materiales de los que al menos yo no tengo la menor idea ni he escuchado jamás en la vida. Eufrosina ya compara su emoción con el estar en la montaña rusa (pues que poco ha experimentado en la vida). Ahora, el conductor se va por lo más sencillo del mundo en cuestión de geografía: nombres de capitales de países. Ernestillo la riega en cuanto le ponen la de Hungría, únicamente por errar el nombre de Budapest, tornándolo en “Bucarest”. Sus amigos se desaniman en cuanto comprenden que ha perdido y Romero hasta golpea la mesa en frustración. Roberto es proclamado como el ganador y recibe el premio con su madre, quien comenta sobre lo orgullosa que está de su hijo (yo no veo por donde, si ganó nomás porque el otro falló en el nombre y este era un concurso de conocimientos geográficos, no ortográficos). A Ernestillo nomás le dan felicitaciones por su esfuerzo y decepcionado, va a reunirse con su padre, lamentando el haberlo defraudado y no conseguir ese dinero, pero el señor Vargas implica que el aspecto de su negocio no es lo que cuenta sino la dedicación y el servicio hacia los clientes. De regreso en el avión, trata de hacerle e ver el lado amable, que fue el permitirles ir a Guanajuato, pero el chico sigue desanimado, considerando abandonar los estudios y ayudarlo más con la carpintería. Juan le aclara que esa posibilidad sólo la contemplaría si no supiera bien que él ama aprender y todo eso, animándolo a continuar.
Los amigos de Memín comentan cercas de un parque sobre lo que pasó. Ricardo y Carlangas concuerdan en que lo presionaron, aunque Memín no deja de hacer mofa de la metida de pata de Ernestillo, haciéndose merecedor a un coscorrón, pero la llegada de Romero lo salva. Romero escucha otro comentario despectivo del atolondrado negrito, refriéndolo, para luego sugerir algo que pueden hacer por su amigo en cuanto regrese. Ernestillo reflexiona el fin de semana, decidido que, a pesar de todo, dejará de estudiar, y va a la escuela el lunes nomás para despedirse de todos. Al llegar, no ve a nadie y le da la impresión de que es muy temprano o se equivocó de día, pero pronto le sale todo el alumnado, Romero y hasta su padre, con un pastel para felicitarlo y hacerle ver que para ellos siempre será el numero uno. Conmovido, Ernestillo acepta seguir en la escuela y no darse por vencido. A distancia, incluso el director, serio y aburrido (y al que desde que entró el nuevo dibujante le cambiaron su diseño), indica haber aprobado el pequeño festejo.
Quien sabe cuanto tiempo celebran, cuando Memín se pierde de vista, y es a partir de ahí que se abre otra secuencia, continuando algo que se dejó pendiente en una de las anteriores.