Memín y sus amigos regresan a la escuela despuès de su desastroso debut como banda musical, de nuevo a las aburridas clases de Romero. El portero, que quien sabe si siga siendo el viejo Melquiades que raras veces salía o si al fin lo cambiaron, se perturba ante la llegada de una rubia impresionante, que se dirige a la direcciòn sin esperar una invitaciòn. El director la recibe, igualmente impresionado, y ella se presenta como la nueva maestra, Laura (ni apellido dijo), excusando su llegada tardia por el trafico. Mientras tanto, la clase de Romero sigue, con Memín importunando a Ernestillo. El director y la maestra Laura tocan a la puerta, interrumpiendo la clase de Romero sólo para presentarla (lo que parece muy impropio, por más que se haya tardado no se interrumpen clases para presentar maestros nuevos, ni que fuera inspectora escolar o un cargo de verdad importante). Todos los chicos quedan cautivados por su belleza, en especial Ricardo, al grado de andarse distrayendo en la clase cuando Romero la reanuda y se gana un buen regaño. Llega la hora del recreo y todos se van a jugar, menos Ricardo, que deja volar su imaginaciòn. Sigue una corta pero aburrida secuencia de fantasia en que a su princesa (la maestra) ya la reclamó una ridicula parodia de Memín, quien precisamente le habla en ese momento, devolviendolo a la realidad. Declina la invitaciòn de unirseles a jugar, nomás para seguir pensando en la rubia. Romero se entretiene en el salòn adelantado su siguiente clase, cuando la maestra Laura va a interrumpirlo, coqueteando descaradamente, pero la rehuye sin pensarlo mucho (y con una brusquedad que no caracteriza al Romero que soliamos conocer, pero en fin, hay que aceptar que ese no va a volver nunca). La rubia toma el rechazo como un reto y una invitaciòn a seducirlo por puro orgullo.
Pasan los dias y hasta ahora los amigos de Ricardo se preguntan que pasa con él porque ya casi no pasa tiempo con ellos. Carlangas propone que lo visiten en su casa y a eso mismo día van, encontrandolo bien inspirado, escribiendole poemas a la maestra Laura. Intenta disimularlo, pero al final, acaba admitiendo que está prendado de ella, y ellos mejor le preguntan sobre como va con los versos en vez de hacerle ver la imposibilidad de que una mujer asi pueda fijarse en un mocoso (por no decir que si lo hiciera, seria una relaciòn ilegal y ella acabaria en prisiòn). Como Ricardo solo pudo componer una linea, propone copiar versos de poetas de verdad, y sus amigos se le unen, seleccionando una cada quien de diferentes autores a ver que resulta (¡pero eso es plagio!). Todo esto está como que ni al caso, aunque sirve para hacer referencia a poetas celebres. Memín escoge uno de Gonzales Martinez que suena más a una amenaza que una declaración de amor y lo reprenden. Ricardo lee el que escogió, supuestamente compuesto por el señor Arcaraz y dedicado a Mercedes (aunque como dice que se lo “escuchó” me sorprende su buena memoria). Sus amigos lo aplauden, dejando de lado la etica de que hacer uso de algo dedicado a alguien más, menos Memín, que se queda curioseando los estantes de libros y ni le puso atención.
Al dia siguiente, la maestra Laura llega tarde por culpa del transporte publico, esperando que al casarse con Romero, el le compre un coche (si pudiera darse ese lujo, no seria profesor, ademas, ya deberia saber que él conduce una carcacha). El director se ve obligado a ocupar su lugar en el salón y la reprende por su tardanza, echandole en cara su irresponsabilidad, apuntando que ni un solo día ha podido llegar temprano. Ricardo anda nervioso en el recreo, preparandose para entregarle el papel donde escribio su poema, y sus amigos lo animan (cuando deberian desalentarlo). En su respectivo salón, ella se arreglaba para ir a coqueterarle de nuevo a Romero, pero se fuerza a ser amable y recibir al impertinente mocoso, detectando de inmediato que está enamorado de ella y puede usar eso a su favor. Con sutileza, logra que él le diga que Romero no está disponible sino bien casado, pero igual es una mujer sin escrupulos, y la información la anima a buscarlo más. Ricardo entrega el papel y sale corriendo, reuniendose con sus amigos, sólo para ver que en vez del poema plagiado, le dio su tarea, que era la descripción de una bruja (¿que clase de tarea para niños de sexto de primaria es esa?). Así que a la rubia le toca leer una descripción nada que ver con ella, al menos esteticamente. No le da importancia, consciente de que el chico se equivocó, y cuando vuelve finge no haber leido nada, preguntandole su nombre y dejandole leer en voz alta su poema para darle confianza, invitandolo a volverse a pasar por ahí al día siguiente. Hasta la hora de la salida Ricardo pone al tanto a sus amigos, muy emocionado y sin sospechar de las maldades que planea esa mujer. Ella trata de treparse en el coche de Romero, pero él la manda de paseo otra vez. La rubia se indigna, empeñada en que lo conquistará, sin importarle que sea pobre y casado. Despues siguen unos cuadros para mostrar lo feliz que es Romero con su esposa y su hijo (¡aburrido y cursi!).
Pasamos al dia siguiente, y Ricardo se viene muy elegante a la escuela, apestando a loción, decidido a declararsele a la maestra que no es nada pedofila. Sus amigos miran todo desde la ventana, y Ricardo se pone a hacerle platica y ella le pide que la tutee porque no es tan vieja. Al poco rato le pide de casualidad la dirección de Romero para que la oriente con unas cosas que no sabe por ser nueva y eso, y tontamente, Ricardo le escribe la dirección. La maestra Laura lo invita a a un helado al día siguiente, una aparente “cita” en que los amigos de Ricardo insisten en andar de mitoteros. Precisamente, Memín echa a perder el “momento romantico” de la declaración de Ricardo al estornudar cuando estaba a punto. Pasan días con la maestra que ya hasta da clases extracurriculares a Ricardo (¿con que objeto? Ya consiguió lo que queria). Tambien se ve que ella ha estudiado los habitos de Patricia, lo que le deja ver su oportunidad de encontrar solo a Romero en casa a la hora en que ella suele salir llevandose al niño. Ricardo se extraña de no hallarla en el salón un día equis. Tomando un taxi, Laura llega a tiempo para cumplir su empresa, y asi se le echa al maestro, dandole un beso ante los ojos de Patricia, que había regresado. Por supuesto, ella malinterpreta la situación, toma al niño, y abandona la casa. La rubia pierde completamente su compostura, mostrandose patetica al mendigar el amor de Romero, y acaba yendose bien indignada. Toda esta semana se me hace fusilada de cualquier telenovela, pero los dialogos son tan torpes, que no dan mucha emoción que digamos.
Pasan los dias y hasta ahora los amigos de Ricardo se preguntan que pasa con él porque ya casi no pasa tiempo con ellos. Carlangas propone que lo visiten en su casa y a eso mismo día van, encontrandolo bien inspirado, escribiendole poemas a la maestra Laura. Intenta disimularlo, pero al final, acaba admitiendo que está prendado de ella, y ellos mejor le preguntan sobre como va con los versos en vez de hacerle ver la imposibilidad de que una mujer asi pueda fijarse en un mocoso (por no decir que si lo hiciera, seria una relaciòn ilegal y ella acabaria en prisiòn). Como Ricardo solo pudo componer una linea, propone copiar versos de poetas de verdad, y sus amigos se le unen, seleccionando una cada quien de diferentes autores a ver que resulta (¡pero eso es plagio!). Todo esto está como que ni al caso, aunque sirve para hacer referencia a poetas celebres. Memín escoge uno de Gonzales Martinez que suena más a una amenaza que una declaración de amor y lo reprenden. Ricardo lee el que escogió, supuestamente compuesto por el señor Arcaraz y dedicado a Mercedes (aunque como dice que se lo “escuchó” me sorprende su buena memoria). Sus amigos lo aplauden, dejando de lado la etica de que hacer uso de algo dedicado a alguien más, menos Memín, que se queda curioseando los estantes de libros y ni le puso atención.
Al dia siguiente, la maestra Laura llega tarde por culpa del transporte publico, esperando que al casarse con Romero, el le compre un coche (si pudiera darse ese lujo, no seria profesor, ademas, ya deberia saber que él conduce una carcacha). El director se ve obligado a ocupar su lugar en el salón y la reprende por su tardanza, echandole en cara su irresponsabilidad, apuntando que ni un solo día ha podido llegar temprano. Ricardo anda nervioso en el recreo, preparandose para entregarle el papel donde escribio su poema, y sus amigos lo animan (cuando deberian desalentarlo). En su respectivo salón, ella se arreglaba para ir a coqueterarle de nuevo a Romero, pero se fuerza a ser amable y recibir al impertinente mocoso, detectando de inmediato que está enamorado de ella y puede usar eso a su favor. Con sutileza, logra que él le diga que Romero no está disponible sino bien casado, pero igual es una mujer sin escrupulos, y la información la anima a buscarlo más. Ricardo entrega el papel y sale corriendo, reuniendose con sus amigos, sólo para ver que en vez del poema plagiado, le dio su tarea, que era la descripción de una bruja (¿que clase de tarea para niños de sexto de primaria es esa?). Así que a la rubia le toca leer una descripción nada que ver con ella, al menos esteticamente. No le da importancia, consciente de que el chico se equivocó, y cuando vuelve finge no haber leido nada, preguntandole su nombre y dejandole leer en voz alta su poema para darle confianza, invitandolo a volverse a pasar por ahí al día siguiente. Hasta la hora de la salida Ricardo pone al tanto a sus amigos, muy emocionado y sin sospechar de las maldades que planea esa mujer. Ella trata de treparse en el coche de Romero, pero él la manda de paseo otra vez. La rubia se indigna, empeñada en que lo conquistará, sin importarle que sea pobre y casado. Despues siguen unos cuadros para mostrar lo feliz que es Romero con su esposa y su hijo (¡aburrido y cursi!).
Pasamos al dia siguiente, y Ricardo se viene muy elegante a la escuela, apestando a loción, decidido a declararsele a la maestra que no es nada pedofila. Sus amigos miran todo desde la ventana, y Ricardo se pone a hacerle platica y ella le pide que la tutee porque no es tan vieja. Al poco rato le pide de casualidad la dirección de Romero para que la oriente con unas cosas que no sabe por ser nueva y eso, y tontamente, Ricardo le escribe la dirección. La maestra Laura lo invita a a un helado al día siguiente, una aparente “cita” en que los amigos de Ricardo insisten en andar de mitoteros. Precisamente, Memín echa a perder el “momento romantico” de la declaración de Ricardo al estornudar cuando estaba a punto. Pasan días con la maestra que ya hasta da clases extracurriculares a Ricardo (¿con que objeto? Ya consiguió lo que queria). Tambien se ve que ella ha estudiado los habitos de Patricia, lo que le deja ver su oportunidad de encontrar solo a Romero en casa a la hora en que ella suele salir llevandose al niño. Ricardo se extraña de no hallarla en el salón un día equis. Tomando un taxi, Laura llega a tiempo para cumplir su empresa, y asi se le echa al maestro, dandole un beso ante los ojos de Patricia, que había regresado. Por supuesto, ella malinterpreta la situación, toma al niño, y abandona la casa. La rubia pierde completamente su compostura, mostrandose patetica al mendigar el amor de Romero, y acaba yendose bien indignada. Toda esta semana se me hace fusilada de cualquier telenovela, pero los dialogos son tan torpes, que no dan mucha emoción que digamos.
Los cuatro amigos batallan con las matematicas, y Ricardo sugiere que de paso vayan con Romero para que les explique, y a él le de consejos para conquistar a Laura (lo que le aconsejaria es alejarse de ella o la meterá en problemas). Encuentran al maestro muy abatido y ni las tonterías que dice Memín aligeran la tension. Sollozando, Romero les cuenta que Patricia lo ha dejado, y procede a narrarles como todo es por culpa de la coquetaría descarada de Laura. Hasta ahora le cae el veinte a Ricardo que ella lo usó y que jamás se iba a enamorar de un mozalbete. Romero lo anima, ya que apenas le fueron con el chisme de que andaba tras ella, y despuès de eso, pasan a ver que pueden hacer para que Patricia se contente. Memín encuentra el numero de la casa de la suegra, y la llama, logrando que le pase a Patricia, pero como ella supone que Romero lo mandó, no hace más que enfadarse más. A pesar de todo, Romero los invita a comer para no desperdiciar nada. Memín se trepa a la cuna del pequeño Rubén, envidiando la vida de los bebes y se echa una siesta, teniendo un absurdo sueño. En éste, el negrito sale como un personaje de cuentos, comiendo la casa de chocolate de una bruja, que en venganza, lo convierte en niño de chocolate. Despues, se transforma en hada madrina (con la imagen de la maestra Laura) e invita a las versiones de sus amigos a comerselo. Carlangas va a darle la primera mordida y Memín acaba gritando, y sus amigos responden, sacandolo del sueño. Después, viendo que es tarde, deciden irse a sus casas. En el camino, de casualidad, hallan a Laura en una cafeteria, platicando con una amiga. Improvisadamente, se les ocurre una idea. Dejan a Memín vigilando mientras los otros corren a casa de Ricardo para hacerse con la grabadora, y asi poder grabar las palabras de la mujer al ufanarse de haber destruido la familia de Romero (hasta llama “amigui” a su amiga para hacerla ver más como una frivola mujerzuela). Con su confesión grabada, corren a darle la buena nueva a Romero, y luego a Patricia, y encima planean algo más. Al dia siguiente. Memín entrega un recado a Laura de parte de Romero en el que le pide que se vean, y ella cree que al fin cayó, pero no, todo era un plan para humillarla, enseñandole una foto amplificada de él besando a su esposa. Indignada de nueva cuenta, la zorra sale de cuadro y ya no la vemos más en la revista. Este “plan” para humillarla lo planearon demasiado para ser algo tan simple y obviamente sacado de la manga. Romero y Patricia les dan las gracias por haberles ayudado, hasta que se dan cuenta que Memín no anda, ya que según Ernestillo tenia algo que hacer. Ellos consideran que es lo mejor, porque no quieren que se entere de una cosa.
Y dejandonos con la intriga de a que se refieren, se dan los indicios para la siguiente secuencia.
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