jueves, 24 de abril de 2014

El gran final....¿por ultima vez?

Una vez más (y por ultima vez) recordamos a Memín Pinguín como un personaje inmortalizado en la historieta mexicana.
 Y en esta ocasión, nos remitimos a lo que es su final, de nueva cuenta...
Con la conclusión de la primera reimpresión continuada de su versión a todo color en 2010, la segunda (Edición Homenaje) ha repetido y terminado el mismo ciclo al principio de este año.
 El mismo "final" indigno con la pésima excusa de trama que todos conocemos...
¡Pues es que no se saben otro!
 Y para no cambiar la costumbre, el final de "Edición Homenaje" implicó otro reinicio, la tercera reimpresión, denominada “Edición 50 Aniversario”. Exactamente lo mismo, pero utilizando las portadas (con un excelente trabajo de entintado) de la antigua versión de la revista (durante su primera repetición donde la numeración prosiguió inalterable).
Calma, Doña Eufrosina, ahorita llegamos al punto. Si, la situación de Vid sigue tan mal que necesitan que dos revistas de Memin continúen circulando en el mercado (por un tiempo, lo intentaron con distintos títulos de Lagrimas, Risas y Amor pero parece que eso también ya se terminó, una pena).
 De comprar más, quizá habrían continuado. Y la mala suerte de Vid no termina puesto que recientemente se ha anunciado que Memin Pinguin Regresa no se publicará más en el formato tradicional, pasando al digital (y no por respeto a los arboles sino porque aparentemente ya se les acabó el papel). Si la nueva “Edición 50 Aniversario” compartirá su negro destino es algo que no tardaremos en descubrir...
Da igual tomando en cuenta que sólo siguen y siguen con el monótono ciclo repetitivo (empeorando porque ahora también tienen que repetir las pésimas tramas “originales” que Doña Yolanda nunca hubiera autorizado).
 Si, ya lo creo que aprenderán su lección pero de un modo u otro, Memin sobrevivirá y se mantendrá por siempre en el recuerdo de aquellos que por tanto tiempo disfrutamos de sus peculiares aventuras y bravuconadas.
¿Tienes algo que decir, Memìn?
 Estoy seguro de que tu creadora apreciara mucho eso (por algo tuvo que darte ese “final” que te mantendría vivo y a la vez la liberaba a ella de ti para siempre, je, je, je).
Para celebrar esta ocasión (la segunda “conclusión” de Memín a todo color que dentro de algunos años se repetirá un par de veces más), repasemos algunos de los grandes momentos de la historia de este simpático negrito.
Y no nos olvidemos de la época clásica…
¿Hay algo más que quisieras compartir con nosotros, Memìn?
 Ups, parece que el negrito consumió algo que no debía. Pero no creo que vaya a tener repercusiones graves ¿verdad?
Sin comentarios...
¿Tienen algo que decir los amigos de Memìn?
Huy, esto se pone feo.
Bueno, basta ya de tanto pleito. Se supone que estamos haciéndole la despedida a nuestro amigo Memìn. Por favor, muchachos, apéguense al guion y denle lo que se merece.
En fin… ¡Eso es todo, amigos! Gracias por su apoyo y seguir este blog. Ha sido un placer compartir con ustedes el contenido de Memín Pinguín pero me parece que esta es nuestra despedida definitiva. 
¡Arrivederchiiii!


martes, 13 de septiembre de 2011

¡El final de Memín!

Este blog ha llegado a su conclusión definitiva en cuanto a su producción de entradas de la revista y material relacionado (digno de mención, ni crean que voy a molestarme en hacer de la revista de Memín para colorear que fue pura cosa para párvulos, ni tampoco sus calendarios temáticos que ni al caso).
Sin embargo, una pregunta persiste: ¿Qué ha pasado con Memín? ¿Qué fue de ese negrito simpaticón que tanto nos entretuvo con sus aventuras después de que éstas llegaron a un abrupto final? Por supuesto, todos nos fuimos con la idea de que es eterno y vive en una realidad que permanece igual donde no le pasan los años en un círculo que no deja de girar. No obstante…
Existen rumores sobre las razones por las que dejó de aparecer en las historietas, disimulando su ausencia con repeticiones contantes de los eventos que no tienen para cuando terminar. Uno de estos indica que Memín finalmente llegó a un punto en que no aguantaba su apariencia física, por lo que se apuntó para que le aplicaran toda una serie de complicados procedimientos de cirugía plástica (financiados por el padre de Ricardo tras hacerle la barba durante semanas), los cuales lograron hacer que le creciera cabello, se blanqueara su piel e incluso aumentara su estatura. Por desgracia, estos tuvieron efectos secundarios que alteraron su mente, desarrollando una conducta extraña que lo hizo más apegado a sus amigos que nunca, lo que lejos de agradarles, les empezó a incomodar sobremanera, al grado de que tuvieron que levantar cargos para que le pusieran una orden de restricción. Por desgracia, les salió el tiro por la culata, ya que Memín se librò, los demandó y se quedó con el dinero de los Arcaraz para comprarle un rancho a Eufrosina.

Su relación con sus amigos nunca volvió a ser la misma, dicen.
Otras fuentes alegan que Memín quedó tan impresionado luego de ver la película Daredevil, que tomò la resolución de que si un Kingpin afroamericano era capaz de hacerla en Nueva York, un “afromèxicano” podría hacerlo también. Pero no contaba con que el titulo ya le pertenecía al Kingpin caucásico original, por lo que tuvo que contratar los servicios del mismísimo Spider-man, para que se ocupara de poner en su lugar al gordinflón. Grave error. No sólo Spidey fracasó, sino que Kingpin se enteró de la ambición del negrito y no le hizo mucha gracia que un fuereño enano fuera tan pretencioso, ordenando inmediatamente que lo mataran.

A partir de entonces, las cosas empeoraron para Memín. Los sicarios de Kingpin allanaron su casa, hiriendo mortalmente a Eufrosina cuando intentaba proteger a su retoño de los balazos (pero con la tabla con clavo, despachó a todos los malosos). Desconsolado, Memín no pudo hacer nada más que acompañarla en su lecho de muerte, sintiéndose culpable al ser indirectamente responsable.
Por supuesto, una vez que lo hubo superado, Memín emprendió una cruzada para destruir el imperio de Kingpin y hacerle pagar por la muerte de su mà linda. Esta empresa no duró mucho (después de todo, por más que lo intentara, Memín no es Punisher), ya que casi enseguida los sicarios de Kingpin arreglaron el catre en que estaba durmiendo, y basta con decir que cuando el negrito se fue a costar, ya nunca volvió a despertar.
Y así, el infortunado Memín vio el final de sus días, con su cuerpo enterrado en algún paraje abandonado.
¿Qué habrá sido lo que realmente le sucedió a este gran personaje? Nadie lo sabe y tal vez nunca lo sepamos. Lo único que sabemos es que, aunque se haya ido para siempre o no podamos reconocerlo nunca más, seguirá viviendo en nuestros corazones tal y como lo recordamos y en las interminables repeticiones de sus aventuras por parte de Editorial Vid.
Adiós, Memín, y gracias por todo el entretenimiento y controversias que nos brindaste. ¡Nunca te olvidaremos! Y como seguramente tú dirías… ¡Arriveverchi y ai los vidrios!

sábado, 13 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #210-213

Carne de Ébano: Quinta Parte

Capítulos 71-74

Porque debe haber un final. La lucha de Bogar por la libertad termina, llegándole la hora de volver a casa, pero no sin antes pasar por una dura prueba de la vida al reencontrarse con su peor enemiga que se encuentra en el peor estado posible.

Habiendo dejado a Albert cuidando a su padre moribundo, el batallón de Bogar avanza, cosechando nuevas victorias. Tras conseguir una de éstas, algunos de sus hombres se quejan de haber sido repudiados en una casa de mala nota a la que fueron a celebrar. Bogar va para allá para hacer valer sus derechos, descubriendo que la dueña es ni más ni menos que Elizabeth, que al reconocerlo, enseguida vuelve a tratar de seducirlo, en un intento por tomarlo desprevenido y atacarlo con un puñal. Bogar le arrebata el arma y se entretiene poniéndola en su lugar para que pague todas sus culpas, pero le informan que están siendo cercados por el enemigo, y la deja ahí, prometiéndole terminar lo que empezó algún día.
La lucha de Bogar dura dos años, terminando sus días de batalla, súbitamente, después de haber sido herido en una pierna durante la misión de detener un convoy. Bogar es hospitalizado y debe pasar por una larga recuperación, resintiendo su estado, pero recibiendo apoyo (el cual desdeña en un principio) por parte de la Madre Angustias, una joven amable y firme en sus convicciones. Entera a Bogar del estado de una paciente cuyo rostro se quemó durante un incendio, la cual no quiere dar su nombre, y al poco tiempo, él hace el intento de hablar con ella. Su platica provoca una reacción en la mujer, provocando que lo rehúya por unos días, pero finalmente acepta su compañía. Bogar la compadece y persiste en acercársele, contándole sobre su vida y en especial, aquel rencor contra cierta mujer, que la Madre Angustias reprueba.
Cuando llega el momento de que le quiten los vendajes, la mujer pide a Bogar estar presente, descubriendo un rostro irreconocible, sin labios ni nariz. Ella revela una cicatriz provocada por la agresión en su último encuentro con Bogar, y a éste por fin le cae el veinte de que se trata de Elizabeth. Impresionanado y comprendiendo el nivel equivalente de castigo que el cielo ha hecho caer sobre Elizabeth para pagar por los males que hizo, rechaza la insistente petición de ella de matarla y terminar con su miseria.
Considerando que su presencia la altera, se apresura a tomar sus cosas, ya habiendo concluido desde antes su recuperación, para volver a casa. Agradece las atenciones de la Madre Angustias y se despide ella pero inmediatamente después se enteran de que Elizabeth, no queriendo vivir como un monstruo, se ha suicidado, arrojándose por la ventana. La alguna vez hermosa y perversa mujer es sepultada y Bogar parte, apesadumbrado.
La guerra ha terminado y los rebeldes han sido derrotados, haciendo respetar finalmente la aboliciòn de la esclavitud. Bogar regresa a su hacienda abandonada, encontrandola en ruinas, temiendo lo peor, pero pronto aparece Dydia, presentándole a la hija que nació en su ausencia, a la que Bogar decide poner el nombre de Yama. Divisan la llegada de Albert en la distancia, informando que su padre murió y no le queda nada más en la vida.
Bogar le ofrece quedarse y junto con él, dirigir la hacienda, abriéndose a un futuro optimista en el que se invoca la imagen de su madre y con quien iniciara toda esta cautivadora historia, Yama, siendo justo que con ella le pongan punto final.

viernes, 12 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #200-210

Carne de Ébano: Cuarta Parte

Capítulos 60-71

Deberíamos considerar a esta la parte denominada “La historia de Bogar en la Guerra Civil”, pero la verdad es que se transforma en “La historia de Elizabeth”, una crónica muy pero muy innecesaria y completamente irrelevante para la trama (tal vez era parte de otra novela en que Doña Yolanda quería trabajar pero no pudo, así que se las arregló para acomodarla aquí, o no la hubiera alargado tanto). Una perdida de tiempo pero también es la que tiene los detalles mas curiosos e irónicos a destacar de toda la historia (exponiendo un poco la falta de dedicación y/o atención que Doña Yolanda le puso mientras trabajaba en ella).

Mientras Bogar es dichoso con el progreso de la hacienda y el próximo nacimiento de su hijo, Albert no es tan afortunado, haciendo recibido una rotunda negativa por parte de Elizabeth sobre tener un hijo, soportando ademàs su fría actitud con él, ignorando que ella lo engaña con un capitán cada vez que èl se ausenta, algo que de lo que ya están al tanto todos los esclavos (pero nada le dicen, puro compadecerlo y reír a sus espaldas).
Representantes del Norte visitan a Bogar, solicitando su disposición para ayudarles con todos sus hombres cuando inicie la Guerra Civil, una vez que los estados del Sur rechazan la propuesta de la abolición de la esclavitud del Presidente Lincoln. Bogar se entusiasma con la idea, siendo apoyado por Dydia para ir a luchas por los derechos de los negros, y al poco tiempo, recibe la convocatoria, partiendo enseguida rumbo a la batalla.
El batallón de Bogar va cosechando algunas victorias pero su cruzada termina por llevarlos hacia la hacienda de Don Esteban, logrando hacer sucumbir todas sus defensas, obligándolo a que éste, Albert y sus hombres retrocedan, penetrando en su residencia para tomar el control.
Bogar consigue encontrarse con los dos, pidiéndoles que se rindan, a lo que Albert accede enseguida pero Don Esteban se pone necio, colocándose en el camino de las balas, quedando gravemente herido. Con todo, Bogar aboga por él y Albert, convenciendo a sus compañeros de respetar sus vidas y conseguir un medico para Don Estaban, siendo su condición critica. Olvidando su resentimiento durante la convalecencia, Don Esteban celebra que Bogar sea agradecido, disculpándose por no haberle creído antes con la infamia de Elizabeth, quien ya no está con ellos después de haberla descubierto. Derrotado ya desde antes de unirse a su padre en la defensa, Albert le cuenta a Bogar con pelos y señales (y demasiado detalles que no debería saber) como fue que descubrió la verdad sobre la hipocresía de Elizabeth, iniciando una muy larga narración de los hechos.
Albert cuenta como Elizabeth alegaba sentirse aburrida en la hacienda, renuente a tener un hijo para que le hiciera de compañía, convenciéndolo de dejarla pasar unos días en la ciudad, visitando a su madre, nomas para distraerse. Albert le da permiso de ir y ya con su madre, ella puede admitir que la vida con Albert le aburre ya que él no tiene voluntad, siendo muy fácil tenerlo bajo su control cuando ella es una mujer que ama y se deja seducir por los retos (como fue Bogar). Recibe la visita de sus amigas, Susy y Carolina, contándole la ultima sobre su prometido, un lord ingles llamado Henry Stevenson, al que Elizabeth conoce eventualmente cuando acude con ellas a un baile. Ella queda fascinada al verlo y entablan conversación, intercambiando frases de doble sentido en las que ella sale mal parada al hacerse éste el difícil. Impresionada, se decide a conquistarlo a como de lugar, por lo que al comentarle sus amigas sobre haber sido invitadas a pasar un fin de semana en la casa de campo de las Belton (hermanas solteronas), con sus respectivas parejas, Elizabeth de inmediato pone en marcha un astuto plan, visitándolas y a través de regalarles panecillos y halagos, consigue que la inviten también. Ahí, vuelve a abordar a Lord Henry, pero él la irrita con su arrogancia. Susy adivina las intenciones de Elizabeth, echándole indirectas muy directas para que desista de su intención y no perjudique la relación de èste con Carolina.
Elizabeth consigue otra oportunidad para charlar a solas con Henry, intercambio nuevamente frases de doble sentido, que esta vez acaban con ella dejando que la bese después de hacerse la difícil al principio, haciendo una cita para volverse a ver cuando regresen a la ciudad.
Susy observa todo y le advierte a Elizabeth que se detenga, pero ella no le hace caso. Astutamente, Susy consigue hablar con Lord Henry a la hora del baile sin que Elizabeth pueda evitarlo al mantenerla distraída con su respectivo ligue, Agapito, y le cuenta que todo fue una apuesta que hizo con Elizabeth sobre que ella no podría conquistarlo y que se lo iba a explicar durante la eventual cita. Henry se traga la mentira, tomando todo a la ligera y comprometiéndose a dejarla plantada y en vez de eso se reune con ella y Carolina.
En la noche, Elizabeth se escabulle para hablar más con Henry y asegurarse de que Susy no le haya dicho nada, tocándole oírlo ufanarse con amigos sobre su conquista, como parte de un intento por divertirse con ella al advertir su presencia. Susy aparece para fastidiarla y Elizabeth se ve obligada a volver a la cama pero se desquita dándole una bofetada por entrometida. Al regresar a casa de su madre, ésta le hace entrega de tres cartas de Albert que no tiene ninguna prisa en responder, aunque abre una lleva dinero para surtirse (y Rester no deja de tomar algunos billetes para cobrar su “comisión”).
Elizabeth se dirige a su cita, pero espera en vano a Henry y la lluvia la sorprende. En el café donde se encontraba con Carolina, la llegada de Henry complace a Susy, retirándose para ir a donde está Elizabeth, por el gusto de verla enfurecida, aunque le amerita ser arrojada en la fuente cercana.
Para empeorar las cosas, Elizabeth pesca un resfriado que la deja en cama unos días, pero se abstiene de informar a Albert, para evitar que venga a molestarla, alegando que su madre está delicada de salud y necesita pasar más días con ella para asegurarse de dejarla bien.
Una vez que se ha recuperado, Elizabeth visita a Carolina y la convence de probarse de una vez el traje de novia, empleando comentarios inquietantes para hacerla dudar de una vez sobre la realizaciòn de su matrimonio, deteniendose cuando llega Henry. Mientras Carolina se cambia de ropa, Elizabeth va para “entretenerlo”, aprovechando para insinuarle que es un cobarde y por eso no acudió a la cita. Para defender su ego, Henry la cita nuevamente en el café La Posada del Sol y Elizabeth le da su dirección para cerciorarse.
A la hora de la cita, Elizabeth deja plantado a Henry para cobrar venganza, recibiendo un ramo de flores de su parte al día siguiente, reiterando la cita en el mismo lugar y a la misma hora. Y así pasan los días con Elizabeth disfrutando la tortura de Henry, ignorando su último mensaje sobre que la esperaría una última vez, creyendo poder mantenerlo esperando indefinidamente. Cuando ya no le llega ningún ramo ni recado, enfurece, sintiéndose despechada, por lo que ella misma se dirige a La Posada del Sol. El discreto y malicioso mesero que atendió a Lord Henry la lleva al mismo apartada privado y como ella se cansa de esperar, le encomienda enviar un mensaje para que éste venga. El mesero envía a un mozo como mensajero y éste tiene que ir hasta el club de banqueros para entregar el mensaje (dedican demasiadas pàginas a la peripecias del mozo). Henry se encamina de inmediato rumbo a al café, y por fin, con diálogos muy teatrales, inicia formalmente su romance con Elizabeth.
El mesero los surte con todas las comodidades y privacidad que necesiten, y de esa manera empieza una serie de citas clandestinas, que provocan que Henry aplace su boda con Carolina.
Susy descubre lo que ambos hacen y amenaza a Elizabeth con hacerselo saber a Albert pero ella le advierte que él sólo cree en sus palabras. Tratando de demostrar lo contrario, Susy le envía un anónimo, el cual inquieta a Albert, pero se guarda sus dudas para si. Al hablar con su padre sobre la prorroga de Elizabeth, éste lo convence de tomar la iniciativa e ir por allá. Su llegada contraria a Elizabeth sobremanera pero interpreta bien su papel de esposa complaciente que no tiene un amorío con el prometido de su mejor amiga. Sigue usando la excusa de la enfermedad de su madre para permanecer más días (ironicamente, Alfred comenta que ella muriò dìas despùes de que la dejaron, indicando que a fin de cuentas si estaba enferma aunque nadie se dio cuenta) , esperando seguir con su relación con Henry a expensas de Albert.
Susy toma manos en el asunto y visita a Henry en su departamento, haciéndole ver que se ha vuelto dependiente de Elizabeth y por su honor y ego masculino, puede poner un alto a eso simplemente apresurando su boda con Carolina, a lo que él accede.
Elizabeth envía a su madre para darle un mensaje a Henry en su departamento, esperando verlo en La Posada del Sol, convenciendo a Albert de la que lleve para allá. Henry recibe el mensaje pero no da ninguna respuesta y Elizabeth lo busca inútilmente entre los demás comensales, disimulando ante el ingenuo Albert. De vuelta en la casa, reciben la visita de Susy y Carolina, anunciando la inminente boda de Carolina con Henry, esperando que se queden más tiempo para asistir. Frustrada, ella misma va al departamento de Henry, exigiendo una explicación. Con cinismo, Henry le hace ver que ella se le ofreció porque quiso y él sólo la complació pero con el regreso de su marido,ya no puede seguir por su "caballerosidad", logrando que ella se marche indignada. A su regreso, Albert la enfrenta, exigiendo saber donde estaba, y ella utiliza una astuta coartada que más adelante convencerá a Susy de que la ayude a mantenerla, y ella lo hará sólo para que Albert no se decepcione por la mala mujer que tiene por esposa. La boda entre Carolina y Henry se realiza sin contratiempo ni más incidentes, con Elizabeth entre los asistentes, tragándose su orgullo.
Habiéndose tardado tanto en contar lo que no tenia forma de saber, Albert cuenta muy brevemente lo del engaño que SI descubrió, tras acceder a los deseos de Elizabeth de tener una casa pequeña donde estuvieran solos, acostumbrándose a darle la vuelta ahí con su nuevo amante. Una noche, Albert los cacha in fraganti y hiere al amante a balazos.
Està por matar a Elizabeth pero Don Esteban lo convence de que no vale la pena, y la corren de la hacienda. Con esto, el relato termina, y Bogar compadece a su viejo amigo, jurando en sus adentros venganza si alguna vuelve a toparse con esa víbora.

Metidas de pata y baches en la historia:
Vuelven a revolver la numeración de los capítulos, brincándose del 62 al 64.
• Considerando que Albert narra los eventos desde su punto de vista, esto es completamente incongruente ya que conforme avanza la trama, se percibe que estos más bien son desde el punto de Elizabeth. Además, se le da atención a otros escenas en las que ella no interviene como la reunión de Susy en el café con Henry y Carolina, la cena de Henry con la familia de Carolina, o incluso los plantones que Henry soportaba en el café por no decir la innecesariamente prolongada parte del mozo mensajero en la que tienen que narrar todo lo que hizo para llegar con Henry y su regreso al cafe. Por lo visto, Doña Yolanda se entusiasmò tanto con esta historia, que se le olvidó que poner a narrar a un personaje, no es lo mismo que narrar en tercera persona que es su estilo particular, ya que por encima de todo, Albert mete demasiados detalles que no le tocan más que alguien que no ha presenciado todos y cada uno de los eventos (por no decir, que puede leer la mente ya que se trasluce lo que piensan los personajes).
• El episodio del amorío con Lord Henry es irrelevante por completo. Albert no estuvo ni cercas de descubrirlo ni tampoco parece que se lo hayan contado (después de aquel segundo engaño él ni ganas iba a tener de saber con quienes más le puso los cuernos esa zorra como para sentarse tranquilamente a oír a Susy contándole lo que sabia, y era la única que estuvo al tanto de casi todo).
• En serio, todo esto nada que ver, fue una muy inoportuna interrupción de la trama original. Da la impresión de que Doña Yolanda tenia muchas ganas de hacer una historia con este tipo de trama, pero como no pudo prepararla bien o no se aguantaba, tomó la iniciativa de introducirla aquì, alejándose del tema de la lucha de la igualdad por un rato.

Frases más incongruentes y fuera de lugar de la “narración de Albert":
“Con gran parsimonia, el mesero sirvió dos copas…Un rayo de luz que se abrió paso por entre los gruesos cortinajes, se estrelló en el espumeante licor, arrancándole destellos dorados.” Vaya forma tan poética y extremadamente descriptiva de narrar algo tan simple como servir unos tragos. ¿Pero quien le informó de esto a Albert? ¿El mesero? ¿Lord Henry? Como sea, me sorprende que tan dolido pueda contarselo asì a Bogar.
• “Elizabeth, a hurtadillas de Albert, se mordió los labios, rabiosamente.” Se supone que Albert està narrando esto ¿qué no?
• “Bastaba una caricia o una sonrisa para que Albert, ciegamente enamorado de mi esposa, no sospechara la terrible traición de que era objeto.” (¿No debería decir “de la que era objeto?). Válgame. Elizabeth no sólo había engañado a Albert con Bogar, Henry y aquel otro sujeto, ¡sino también con el mismo Albert! ¿Quién lo hubiera imaginado? Engañar a su marido con su propio marido... Elizabeth si que se la sabe de todas, todas.
Incluso esta escena es absurda y fuera de contexto por la forma en que es narrada. ¿Para que abrìa de agregar "Albert" que Susy se puso a reir luego de pensar en eso?

jueves, 11 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #178-199

Carne de Ébano: Tercera Parte

Capítulos 41-60

Entramos a la historia de Bogar y Albert. Habiéndo pasado a la adultez, su solida amistad realmente parecía inquebrantable pero la manzana de discordia no tarda en presentarse en la forma de Elizabeth, una joven sin escrúpulos que complicará las cosas y arruinará por un rato toda la carga optimista que llevaba la trama.

Albert debe ir a estudiar en la universidad de Memphis, pero le pide a su padre que permita que Bogar lo acompañe por un tiempo, en vez de reintegrarlo a los esclavos que laboran el campo. Allá, son recibidos por Rester, prima de Don Estaban, y su hija Elizabeth, por quien Albert queda fascinado. Albert y Bogar (al que casi ni pelaron) aprecian sus atenciones antes de instalarse en la residencia estudiantil.
Albert comienza a asistir a clases y tiene un altercado con un grupo de revoltosos que se proponían a “bautizarlo” desnudándolo y echándolo a la fuente, pero Bogar lo defiende, poniendo en su lugar al líder. Albert es invitado a la fiesta de cumpleaños de Elizabeth y ella misma invita a Bogar para ganárselo al entender su peculiar relación con Albert. Bogar no quiere ir pero Albert lo convence y durante la fiesta, éste se olvida de él, por andar con Elizabeth. Bogar se regresa temprano, sintiendose completamente fuera de lugar, recibiendo luego a Albert, que viene pasado de copas.
Poco después, Bogar es aceptado por otros estudiantes con que se lleva Albert, debido a sus habilidades atleticas, convenciéndolo de representar a su universidad en las próximas competencias. El director manda llamar a Albert para avisarle que a Bogar no le permitirán participar por el simple hecho de ser negro. Albert se entristece y no sabe como decírselo a Bogar que se encontraba muy entusiasmado. Bogar acaba por deducirlo y confronta a Albert, acusándolo de ilusionarlo haciéndolo creer que pueden tratarlo como a una persona cuando su piel siempre será lo que todos verán. Tras haberse descargado, Bogar se echa una parranda, aliviando un poco su pena, y al día siguiente, Albert descubre que se ha marchado, dejándole una nota para aclarar todo.
Bogar regresa a la hacienda y Don Esteban le da el puesto de administrador debido a que ha llegado a estimarlo y a confiar en él. Bogar utiliza su posición para mejorar las condiciones de los esclavos, pero no tarda en ser confrontado por el rencoroso capataz, Henry, quien intenta atacarlo con insultos para recordarle su lugar. Bogar le da una lección azotándolo contra el suelo, dejándolo berreando y jurando venganza (nunca vuelve a aparecer en la historia).
El tiempo pasa y en las cartas que le envía Albert, Bogar es puesto al tanto del avance de sus relaciones con Elizabeth, lo que él no aprueba, recordando el desprecio acentuado que dirigía hacia su persona. Bogar conoce a Dydia, una joven mulata que vive cercas con su madre esclava, tomándole cariño al instante porque le recuerda a su madre, Yama, y a su vez, ella se enamora de él a primera vista.
Don Esteban decomisa a Bogar para recibir en su nombre a Rester y a Elizabeth que pasaràn algunos días en la hacienda para conocer el lugar. A Bogar no le hace gracia pero obedece, y tiene que soportar la actitud despectiva de las dos, desquitándose al tomar el control del transporte, conduciendo como loco rumbo a la hacienda. El martirio de Bogar continua cuando Don Esteban le ordena acompañar a Elizabeth a pasear a caballo. Finalmente, Elizabeth le expresa su desprecio abiertamente, al que Bogar corresponde con creces, irritándola con sus comentarios al grado de pegarle con su fuete. Bogar responde sacudiéndola violentamente y abandonándola ahí. Elizabeth queda impresionada por su carácter y decide no hacer ningún comentario del incidente, abordándolo más adelante en un pobre intento de reconciliación. Bogar persiste en despreciarla, alegando que no le importa que vaya con el chisme y ella se retira, indignada.
En sus cartas, Albert expresa su decisión de abandonar su carrera y casarse con Elizabeth, lo que Bogar y la vieja Katherine no aprueban, habiendo concordado en que Elizabeth y su madre son unas interesadas. Bogar continua simpatizando con Dydia, despertando celos en Elizabeth, que decide hablar con la mulata para asegurarse de que no hay nada entre ellos, aprovechando para burlarse del evidente amor que le tiene a Bogar, sintiéndose poca cosa para él.
Don Esteban realiza preparativos para una fiesta en nombre de Elizabeth, y ella aprovecha una oportunidad para hablar con Bogar y hacer las paces, pero él hace todo por rehuirla. Durante la fiesta, Elizabeth convence a Don Esteban de mandarlo llamar, tratando de acercarse más a él, pero es inútil. Bogar se sale y Elizabeth lo alcanza, siendo franca al revelarle la atracción que ha nacido entre ellos y le ofrece sus labios pero todo lo que recibe de Bogar es una bofetada. Bogar consigue alejarse y cumplir su promesa a Dydia de bailar con ella afuera de la fiesta, excusando estar cansado para dejarla en su casa al poco rato, mas no deja de pensar en Elizabeth.
Al día siguiente, Elizabeth espía a Bogar mientras se baña en el rio, y una vez que sale y se viste, vuelve a ofrecérsele. En esta ocasión Bogar se deja llevar y cae ante ella, sintiéndose pésimo en consecuencia.
Bogar recibe a Albert, enterándose de que ya es un hecho que planea casarse y botar los estudios, buscando varios argumentos para hacerlo desistir, mas él está demasiado enamorado de Elizabeth y sólo quiere estar con ella lo antes posible. Se realiza una fiesta por el regreso de Albert, aprovechando Don Esteban para anunciar su compromiso con Elizabeth. Bogar se ve obligado a bailar con ella por el mismo Albert que desea que empiecen a llevarse bien. El cinismo de Elizabeth no tiene limites, decidida a casarse y a la vez darle la vuelta a Albert con él, pero Bogar la amenaza con soltar la sopa, dándole un plazo para que invente una excusa, regrese a la ciudad y rompa el compromiso (como si le fuera a hacer caso).
En los siguientes días, Bogar hace lo posible por evitar a Elizabeth y a Albert, sumergiéndose en el trabajo, denotando un radical cambio de humor. Albert lo encuentra y le pide contarle sus preocupaciones, creyéndolo celoso por su relación con Elizabeth, temiendo que eso lo haga sentir relegado, haciendo que Bogar admita que no la soporta, mas no puede explicarle el porque. Albert y Don esteban deben ausentarse unos días por asuntos de la hacienda, dejando a Elizabeth al cuidado de Bogar. Ella no duda en aprovechar la primera oportunidad para meterse a su habitación, proponiéndole “salvar” a Albert huyendo con ella a donde puedan expresar su amor libremente. Bogar se enfurece ante tanta desfachatez y le da cachetadas antes de correrla. Dydia, que pasaba por ahí, divisa a Elizabeth, deduciendo lo peor.
A raíz de eso, Dydia desprecia a Bogar y se lo hace saber, sin darle tiempo de explicar luego de que él la abofeteara al acusarlo de meterse con la novia de su mejor amigo. Albert y Don Esteban regresan con noticias que Albert se apresura en ir a comunicar a Bogar, revelándole que descubrieron que su padre es el finado Charles Britz, que lo ha nombrado heredero universal de su hacienda y bienes. Para permitirle tratar el asunto como se debe, Don Esteban lo premia entregándole sus papales de libertad.
Elizabeth se acerca para hacerle la propuesta a Bogar de nuevo, consiguiendo acentuar más su desprecio. Bogar parte para reclamar su herencia, y Elizabeth aprovecha su ausencia para provocar a Albert, convenciéndolo de adelantar la boda que iba a ser en un mes para que se lleve a cabo en una semana.
El proceso del notariado lleva días y Bogar desconfía de los blancos, considerando que es una broma para humillarlo, más al final lo convencen de que todo es legítimo y legal, haciéndole entrega de una carta que Britz le dejó, contando su historia con Yama y su profundo arrepentimiento por lo que le hizo, pagando en su terrible soledad. Bogar queda satisfecho y aliviado, pasando a visitar la hacienda, despidiendo al administrador y a los abusivos capataces. Un amigo de Don Esteban lo visita, proponiéndole que le venda la hacienda y demás propiedades, ya que no será bien visto que quedan en poder de un negro. Inicia una discusión que se suspende cuando el hombre comenta sobre la boda de Albert, haciendo que Bogar reaccione, tomando el caballo y apresurándose a volver a la hacienda para impedir que ésta se realice.
Bogar llega justo a tiempo y pide hablar a solas con Albert, decidido a contarle toda la verdad sobre su descarada prometida. Albert toma sus acusaciones como una infamia, arremetiendo a golpes contra él, pero al revelar Bogar que ella lo engañò con él, pierde la cabeza y le dispara, hiriéndole el hombro, acabando por aventarla la pistola a la cara al no quedarle más balas. La misma Elizabeth interrumpe y rápidamente improvisa, alegando que Bogar la acosaba y se aprovechó de ella.
Don Esteban se les une y enseguida ata cabos, impidiendo que Albert mate a Bogar, acusándolo de haber traicionado su confianza al grado de ni merecer que se manche las manos. Le propina un trancazo y le ordena que se largue. Herido gravemente, por dentro y por fuera, Bogar obedece. Albert, Don Esteban y Elizabeth acuerdan guardar ese incidente en secreto y seguir adelante con la boda, disimulando lo sucedido cuando Rester irrumpe.
En su estado, el mulato no llega muy lejos, pero es encontrado por Dydia, quien a pesar de todo sigue enamorada de él y consigue ayuda para llevarlo a su casa y curarla por si misma. Una vez que Albert y Elizabeth se han casado, usando la mentira de que Bogar le robó dinero, Don Esteban lo manda matar, y la noticia llega a la casa de Dydia. Bogar, más o menos repuesto, se prepara para la huida, y Dydia se apunta para acompañarlo, decidida a estar a su lado siempre, conmoviéndolo sobremanera.
Sin muchos percances, Bogar y Dydia llegan a la hacienda, acomodándose en cuanto confirman que ya no quedan capataces y los sirvientes blancos han renunciado. Los días pasan y Bogar termina de recuperarse, enamorándose finalmente de Dydia, cayendo rendido ante su lealtad y cariño. La boda es prontamente realizada y Bogar invita a los esclavos a que se les unan, terminando con un discurso en que les devuelve su libertad a todos, dándoles la opción de quedarse y trabajar por una paga o irse a donde se les antoje.
Los esclavos se avientan una pachanga que dura por días, descuidando sus deberes, pero resulta una etapa transitoria en lo que disfrutan de la libertad obtenida, volviendo pronto a levantar la producción de la hacienda. Bogar se complace de ver que las cosas marchan bien y Dydia aprovecha para incrementar su felicidad al comunicarle que está embarazada.

Metidas de pata y baches en la historia:
Una vez que pasa el Capitulo 49, en vez de seguir con el 50, la numeración retrocede al 48, y así se mantiene (por lo que el total de capítulos de Carne de Ébano no es exactamente él que van marcando).
• En los Capítulos 46 y 57, en la página del resumen de lo anterior, ponen los diálogos en las escenas que no les corresponden.
El apellido de Don Esteban y Albert cambia a “Rublos” cuando originalmente era “Rueblos”.
• La hacienda de Britz heredada por Bogar es nombrada "Los Naranjos" cuando le mencionan que la ha heredado, pero en el Capitulo 60, ahora se llama “Del Roble”.
• En el Capitulo 60, Dydia menciona haber sido esclava, pero en ningún momento denota que haya sido así, considerando que sólo trabajaba para pagar la libertad de su madre (y como apenas tenia 15 años no hay forma de que ejerciera de esclava, habría tenido que ser una niña).